Pedro Benítez 27 de enero de 2019
¿Por
qué el ministro de la Defensa, general Vladimir Padrino López, advierte del
riesgo de guerra civil en Venezuela? Esta sólo es posible si hay una fractura
en el mundo militar. “Estamos para evitar un enfrentamiento entre venezolanos,
no es la guerra civil, no es la guerra entre hermanos la que va a solucionar
los problemas de Venezuela, es el diálogo”, dijo este jueves el ministro. ¿Qué
ocultan las palabras del general que sostiene a Maduro en el poder?
Pasaron
casi 24 horas desde que Juan Guaidó asumiera formalmente el cargo de presidente
encargado de Venezuela para que el generalato de la Fuerza Armada Nacional
(FANB) renovara públicamente su respaldo a Nicolás Maduro.
Por
boca del ministro de la Defensa, general Vladimir Padrino López, afirmó que
para ellos el único presidente es Maduro. Calificó como reprochable y gravísimo
el acto por medio del cual Guaidó asumió la Presidencia con respaldo de la
Asamblea Nacional (AN) en medio de un gigantesco “cabildo abierto” en una de las
principales avenidas de Caracas.
Flanqueado
por los comandantes de la Aviación, el Ejército, la Armada, la Guardia
Nacional, la Milicia y los jefes del Ceofanb (es decir, del generalato),
Padrino López acusó a la AN, sin nombrarla, de fraguar un golpe de Estado con
apoyo extranjero e intentar instalar un gobierno paralelo.
Hasta
allí lo previsible. Pero luego del ya trillado discurso de ocasión agregó lo
novedoso:
“Los
militares hemos aplaudido la opción del diálogo, porque la guerra no es nuestra
opción”.
“Los
que llaman a la guerra no saben lo que convocan, nosotros, los militares,
estudiosos de la guerra, sabemos las consecuencias”.
“Estamos
para evitar un enfrentamiento entre venezolanos, no es la guerra civil, no es
la guerra entre hermanos la que va a solucionar los problemas de Venezuela, es
el diálogo”.
“Agradecemos
la voluntad de los gobiernos que han propiciado un diálogo. Que propician el
diálogo”.
Compuesto
por civiles, el movimiento antichavista nunca ha contado con grupos armados a
su disposición, ni los ha intentado organizar; al contrario del chavismo que no
se ha conformado con el control de la FANB y de las policías, sino que además
ha organizado o patrocinado grupos paramilitares urbanos
Padrino
dio la clave, el temor de los altos jefes militares venezolanos: la guerra
civil. No habló de invasión sino de la guerra entre hermanos. Sin embargo, una
guerra civil sólo es posible si la FANB se divide. Él lo sabe.
El
temor a que un enfrentamiento dentro de la institución entre partidarios y
adversarios de un gobernante derivara en una guerra civil fue lo que llevó a
los presidentes-generales Isaías Medina Angarita (1945) y Marcos Pérez Jiménez
(1958) a abandonar el poder.
En el
caso concreto de la Venezuela actual, a los ojos del alto mando militar esa
posibilidad se potencia por el apoyo de los gobiernos de Estados Unidos, Brasil
y Colombia a la Asamblea Nacional y a Guaidó.
Hasta
ahora prácticamente nadie ha hablado con seriedad de esa posibilidad en
Venezuela. Son los altos jefes militares los que en este momento la plantean
abiertamente.
Compuesto
por civiles, el movimiento antichavista nunca ha contado con grupos armados a
su disposición, ni los ha intentado organizar; al contrario del chavismo que no
se ha conformado con el control de la FANB y de las policías, sino que además
ha organizado o patrocinado grupos paramilitares urbanos (los colectivos),
aparte de la ya conocida alianza con las FARC y el ELN de Colombia.
Pero
por las palabras del general Padrino se colide que eso podría cambiar. Y eso
(insistimos) sólo es posible si un sector muy amplio de la institución militar
(donde bulle el descontento) no está por defender a Nicolás Maduro, sino por
todo lo contrario.
Y así,
Padrino vuelve una vez más a recurrir a la carta de la que ya ha hecho uso para
mantener alineada a la FANB desde que asumió como ministro en 2014: el diálogo.
A
partir del momento en el cual culminó la intervención de Padrino, como si se
tratara de un guion, el tono del discurso de los jerarcas del régimen
chavomadurista cambió. Pocos minutos después el presidente del Tribunal Supremo
de Justicia (TSJ) aún leal a Maduro, Maikel Moreno, invito al Poder Legislativo
a que “deponga la actitud de desacato y se incorpore con nosotros”. “Nuestras
manos siguen extendidas, esperando de ustedes un entendimiento sano. Esta casa
de justicia también es de ustedes”.
Un
tono muy alejado del que exhibió el día anterior el presidente de la Sala
Constitucional de ese Tribunal, cuando exhortó a la Fiscalía a tomar acciones
contra los procedimientos de la AN y su presidente.
¿Por qué no detienen a Guaidó?
Pero
el fiscal general designado por la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), Tarek
William Saab, no ha hecho (por ahora) eso. En la intervención pública que
siguió a la del TSJ remachó su apoyo a Maduro, acusó a Guaidó de golpista, pero
no ordenó su captura o el inicio de un proceso penal contra quien supuestamente
está dando un golpe de Estado. Eso pese a que desde el 21 de enero, el TSJ le
ordenó determinar las responsabilidades penales, civiles y administrativas de
los miembros del Parlamento venezolano.
¿Retrocede
el régimen? ¿A qué espera? ¿Lo tiene paralizado y sorprendido la reacción
internacional y la masiva protesta dentro de Venezuela? ¿Quiere ganar tiempo
mientras se prepara para el contragolpe?
Pero
por las palabras del general Padrino se colide que eso podría cambiar. Y eso
(insistimos) sólo es posible si un sector muy amplio de la institución militar
(donde bulle el descontento) no está por defender a Nicolás Maduro, sino por
todo lo contrario
En
cualquier caso, esta no es la reacción acostumbrada del chavismo, que suele
actuar de manera implacable, y que por mucho menos de lo hecho por el
presidente Juan Guaidó ha encarcelado a otros dirigentes opositores.
Por su
parte Maduro trata de agarrarse del salvavidas que le lanzan gobiernos como los
de Uruguay y México: “Estoy de acuerdo en una iniciativa diplomática para el
diálogo, para el acuerdo, la negociación. Hablar, oírnos y entendernos y que
acudan todos los sectores de la nación”.
No es
la primera vez que manifiesta esto y como en otras ocasiones es obvio que trata
de ganar tiempo. Espera que sus adversarios bajen la guardia y que la presión,
sobre todo interna, se desgaste con el tiempo como ya ha ocurrido en otras
ocasiones. Es una de sus conocidas tácticas. Pero, ¿el resto de los dirigentes
civiles y militares del régimen lo acompañarán es esta ocasión?
Maduro
no es sincero. Suficientes pruebas para llegar a esta conclusión ha dado en el
pasado. No obstante, sí puede ser una alternativa política que con pragmatismo
asuma tanto el generalato como un sector del chavismo, como los gobernadores
Rafael Lacava y Héctor Rodríguez (que esperan tener un futuro político y vienen
abogando por esa tesis), siempre dejando claro que cualquier negociación es a
partir del punto de reconocimiento de Maduro como presidente.
Pero
desde el lado de los partidos que controlan la Asamblea Nacional, de Juan
Guaidó y de los gobiernos del Grupo de Lima y de Estados Unidos, las cartas
parecen echadas: Maduro tiene que irse y cualquier negociación es sin él.
Esa
negociación es también, por cierto, la opción más razonable para otro actor del
drama venezolano: Cuba, hoy sometida a una tremenda presión por parte de
Estados Unidos. Sólo queda por ver cuán sincero es el planteamiento del general
Padrino.
En
resumidas cuentas, el diálogo es la táctica a la que Maduro va a apelar en los
próximos días mientras intenta detener la escalada de presión internacional,
particularmente de Estados Unidos.
Pero
este jueves, mientras expresaba su voluntad de dialogar, con la otra mano sus
siniestras Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) reprimían y cazaban a
manifestantes que han protagonizado los disturbios de las tres últimas noches
en los barrios más pobres de Caracas.
Pedro Benítez
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