Por Froilán Barrios
¿Qué ha pasado en Venezuela
en 2019 para que en tan solo 15 días se haya desatado una rebelión ciudadana
que ha puesto en jaque mate a la dictadura madurista? Veamos, hasta finales de
2018 la dirigencia política opositora convocaba a marchas, huelgas generales y
todo género de manifestaciones, cuyo resultado derivaban en poca audiencia y
auditorios vacíos, lo que hacía frotar las manos de los esbirros connotados del
régimen bajo la creencia de tener todo atado y bien atado hasta 2025.
Tan solo se aceleró la aguda
protesta social a escala nacional registrada por el Observatorio Venezolano de
Conflictividad Social (OVCS) como respuesta al brutal paquetazo económico de la
reconversión monetaria de agosto 2018. La mayor parte del récord anual
histórico de 12.715 protestas en 2018 fue endosada a manifestaciones por los
ruinosos servicios públicos, precaria alimentación y reclamos laborales de
gremios y sindicatos del sector público.
Curiosamente, durante la
gestión madurista iniciada en 2013, la protesta ciudadana por derechos
políticos tuvo dos vértices, en 2014 y 2017, en cuyo desarrollo no tuvo
incidencia el reclamo laboral; ahora en 2019 se han combinado las dos fuentes
de protesta, la sociolaboral y la política, que surgió como una chispa al
pronunciarse con firmeza la Asamblea Nacional ante la grotesca usurpación de
Nicolás Maduro el pasado 10/01/2019.
Este nuevo contexto generó
una química explosiva en la conciencia ciudadana que ha abierto las compuertas
de la esperanza a la rebelión popular expresada en los cabildos abiertos,
asambleas de ciudadanos, donde la población, sintiéndose apoyada por la
comunidad internacional, olfatea que es posible finalmente ajustar cuentas
contra un régimen criminal que mantiene la hambruna como política de Estado,
que persigue y hostiga a todo opositor, llámese diputado, sindicalista,
militar, estudiante, quienes engrosan por centenas las cárceles de nuestro
país, que se ha enriquecido bajo la corrupción y la venta prostituida de
nuestros bienes a Rusia, China, Cuba y capital privado trasnacional de las
empresas mixtas petroleras que horadan nuestro suelo patrio.
Así como John Reed
escribiera hace un siglo los 10 días que estremecieron al mundo, estas 2 semanas
marcan una lección para todos en nuestro país, para la dirigencia opositora es
el momento de no abusar más de la nobleza de la población venezolana, quien ha
conocido la muerte de 150 jóvenes en dolorosas jornadas y que los ha hecho
diputados, gobernadores, alcaldes y concejales, para luego perder el rumbo en
múltiples derrotas.
Entre tanto, para Nicolás el
usurpador es la hora final, la de decisiones cruciales ante un pueblo que
demostrará hoy, 23 de enero, que su tiempo se acabó como mandatario nacional,
manifestado por el pueblo cuando vocea: “No mas bonos, no mas CLAP, solo
queremos que se vaya Nicolás”. La movilización general en esta fecha patria
significará un nocaut fulminante a las pretensiones de mantenerse en el poder,
cuya exigencia para bien de todo un país que ansía la paz, la convivencia,
alimentación, salud y el retorno de la diáspora es su renuncia inmediata a la
Presidencia y la convocatoria en el plazo constitucional de 30 días a
elecciones generales a fin de reinstitucionalizar la nación herida.
De no escuchar la voz del
pueblo que manifestará por millones de ciudadanos hoy 23 de enero, en la
capital de la República y en todas las capitales de estado y municipios de
Venezuela, ha llegado el momento propicio para que los venezolanos preparemos
un gran paro cívico nacional para la reconquista de la democracia y la derrota
definitiva de la tiranía.
23-01-19
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