FRANCESCO MANETTO 28 de enero de 2019
El
enfrentamiento entre el líder opositor venezolano Juan Guaidó, que la semana
pasada juró como presidente del país, y el mandatario de facto, Nicolás Maduro,
se reduce a una disputa esencial. Se trata de la reivindicación de la
Constitución y, con ella, de la fidelidad de las fuerzas armadas. La oposición
redobló este domingo la presión contra el régimen chavista en una jornada
dedicada a informar a los militares de sus planes. Los simpatizantes de Guaidó
se acercaron a los cuarteles para buscar su apoyo y este se dirigió a ellos por
primera vez como lo hace un jefe de Estado, impartiendo instrucciones
explícitas: “Soldado, te doy una orden: no dispares al pueblo”.
El
presidente de la Asamblea Nacional, institución declarada en desacato por el
chavismo, aprovechó su participación en una misa en recuerdo de los 29
fallecidos en las protestas de los últimos días para lanzar un mensaje a las
fuerzas armadas y de seguridad. Tras la eucaristía, celebrada en el municipio
caraqueño de Chacao, instó a los militares a abrazar su causa. Su respaldo
resulta crucial no solo para lograr su objetivo, el desalojo de Maduro, sino
también para la seguridad de las movilizaciones previstas para esta semana.
“Soldado
venezolano, te hablo a ti. Es el momento de ponerse del lado de la
Constitución, no es el momento del miedo, no es el momento de echar para
atrás”, dijo antes de exigirles una actuación pacífica. “No dispares a los que,
de manera clara, constitucional, han salido a defender a tu familia, a tu
pueblo, a tu trabajo”.
Guaidó
considera un usurpador al dirigente bolivariano por haber ganado en mayo unas
elecciones sin garantías ni competencia, ya que los principales partidos de la
oposición rechazaron concurrir. Dejó de reconocerle formalmente, con el
beneplácito de las principales instancias internacionales, el pasado 10 enero,
cuando el mandatario inauguró su segundo período hasta 2025.
El resultado
de las actividades de este domingo, al menos en Caracas, fue desigual. Los
opositores querían difundir el contenido de la ley de amnistía, que garantiza
la “eliminación de la responsabilidad civil, penal, administrativa,
disciplinaria y tributaria de las investigaciones, procedimientos, penas o
sanciones” producidas desde la llegada de Hugo Chávez al
poder, hace 20 años. Lograron una acogida positiva de la Policía
Nacional Bolivariana (PNB), pero también recibieron algún portazo. “La
respuesta de los policías fue muy buena”, relata la activista Mercedes Gómez,
de 57 años, en la urbanización de La Carlota. En las instalaciones de La
Casona, la residencia oficial en la que Maduro decidió no vivir, los
uniformados rechazaron en cambio todo lo contado. “Metimos la ley de amnistía
por debajo de la puerta. Después abrieron, nos la rompieron y nos la tiraron
encima”.
La
jornada de Maduro giró en torno a los mismos propósitos: garantizarse la
lealtad de los militares y exhibir el mandato constitucional, cuya
interpretación Guaidó rechaza. El jefe del Ejecutivo se desplazó hasta el
fuerte de Paracamay, en el Estado Carabobo (al norte del país), sede de la 41
Brigada Blindada, para arengar a las tropas y presenciar unos ejercicios
militares. “El comandante Chávez es un soldado igual que ustedes. Me siento
soldado de este Ejército. Me siento soldado de nuestra patria. Ellos quieren
que las fuerzas armadas se conviertan en golpistas. ¿Ustedes son golpistas?
¿ustedes son constitucionalistas? ¿ustedes son pros imperialistas? ¿ustedes son
antiimperialistas? ¡Traidores nunca! ¡Leales siempre!”.
El
tono y la exhibición de fuerza contrastaban frontalmente con el de Guaidó, que
a la alta comisionada de Derechos Humanos de la ONU, la expresidenta
chilena Michelle Bachelet, le ha pedido “que apresure su visita [a
Venezuela] para que sea testigo presencial de la grave crisis en la que vive
todo el pueblo venezolano”.
Mientras
tanto, el pulso entre los dos continúa también en el tablero internacional.
Maduro cargó contra la Unión Europea y aseguró que rechaza, sin matices,
cualquier plazo para convocar elecciones, como le reclama Bruselas antes de
reconocer como presidente legítimo al opositor, dirigente de Voluntad Popular.
El mandatario dejó claro que no habrá nuevos comicios, que en ningún caso está
dispuesto a negociar un regreso a las urnas, y lanzó acusaciones a los países
no aliados. En esta ocasión se centró en Bruselas, después de que el sábado le
exigiera que tomara una decisión “en cuestión de días”.
“A
nosotros no nos pone un ultimátum nadie. Si ellos se quieren ir de Venezuela,
que se vayan ya”, dijo Maduro a CNN Türk, la filial turca de la cadena
estadounidense. Calificó de “insolente” la declaración y opinó que “las élites
europeas no expresan la opinión de los pueblos europeos”. El pasado viernes,
había arremetido contra el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el
ministro de Exteriores, Josep Borrell. “Si quiere elecciones, vayan a hacerlas
a España”, espetó.
El
líder chavista lleva días endureciendo su habitual retórica del enemigo
exterior. Tras el desafío de Guaidó, denunció “un golpe” orquestado desde
Estados Unidos, el primer país en reconocer como mandatario legítimo al
dirigente opositor. “No descansaremos hasta derrotar el golpe de Estado que
pretende intervenir en la vida política de Venezuela, echar de lado nuestra
soberanía e instaurar un Gobierno títere del imperio estadounidense”, se
revolvió en Twitter.
“Nadie
nos va a someter, el tiempo de las invasiones y los golpes de Estado se
terminó. ¡Jamás nos rendiremos!”, continuó Maduro, quien a la hora de la verdad
evitó cortar todos los lazos con Estados Unidos. Pese a haber roto de facto las
relaciones diplomáticas, se avino a negociar la apertura de una “oficina de
intereses” en Caracas y en Washington. Los dos Gobiernos se dan un mes para
tratar de llegar a un acuerdo, “ambas misiones cesarán sus actividades”.
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