Tulio Hernández 26 de enero de 2019
Tulio Hernández, analista político
venezolano, nos ayuda a comprender en este texto inédito los muchos hechos del
miércoles 23 de enero en Venezuela y los posibles desenlaces.
Estamos
no en una guerra todavía, pero estamos en lo más parecido a la guerra: un juego
estratégico de ajedrez. Esta es una partida donde los dos bandos, el de los
demócratas y el del chavismo, están jugando pieza a pieza, paso a paso,
jugándose su destino. El del chavismo es mantenerse en el poder, no tiene
pensado negociación alguna todavía. El de la oposición es salir del secuestro
del chavismo, pero tratando de hacerlo con el menor costo posible en sangre y
en violencia.
¿Qué elementos tiene este juego de
ajedrez?
Se
está jugando en varios tableros. Esto ya dejo de ser un conflicto venezolano,
este es un conflicto internacional donde han entrado en juego la geopolítica
mundial y los conflictos contemporáneos de poderío internacional, que por
cierto son muy diferentes a los de la guerra fría. Aunque mucha gente ingenua
lo cree, Rusia no representa ningún modelo de exportación ideológico como
cuando era la Unión Soviética hoy es un poderío fundamentalmente económico y
territorial. China tampoco, China no tiene ningún proyecto de exportación
ideológica, es un Capitalismo Salvaje parecido al del Siglo XIX europeo, y hoy
está en su fase de expansión. Juegan sobretodo los vecinos, en particular
Colombia para quien la resolución del conflicto venezolano es decisiva, no solamente
por la cantidad de migrantes venezolanos que hay en Colombia, ya casi para
millón y medio, sino porque Venezuela es “un aliviadero” a las guerrillas y es
un camino de tránsito a la exportación de drogas.
Así
que estamos en varios tableros, uno internacional, otro Nacional y otro
Regional. Pero la diferencia de esta vez es que el jugador más débil, la
oposición, tiene una ruta trazada, tiene un plan, tiene escenarios, tiene
alternativas, alternativa A, B y C. Si falla un paso en lo que esperábamos que respondiera
el enemigo pues se tiene otro plan. No es como la salida que solamente tenía el
triunfo y si salía derrotado no sabría qué hacer, ni como “el carbonazo” que
fue solamente un acto de irresponsabilidad, de viveza criolla, de una élite
gerontocrática, de derecha. En este momento, en cambio, hay un compromiso muy
grande y nadie puede jugar por adelantado, todos los partidos políticos están
de alguna manera entrelazados y maniatados, porque aquí está el juego, la
fidelidad y la respetabilidad de gobiernos de todo el mundo. Estamos en otra
situación.
¿Qué significó el 23 E?
Tres
cosas básicas: quedó demostrado que el rechazo a Maduro es mayoritario, nunca
se había visto, no una movilización tan grande en Caracas, hemos tenido dos
grandes, sino una movilización nacional de estas dimensiones; incluso en
pueblos muy pequeños; hay unas tomas hermosas de los campesinos en atravesando
la serranía andina para irse a las manifestaciones en los pueblos. Segundo,
esta manifestación ha logrado unificar a chavistas y a opositores en el rechazo
a Maduro; esto es una prueba decisiva, lo de ayer fue como un plebiscito que ha
dejado sorprendido al propio gobierno. Tercero, el juramento que hizo Guaido,
que no estaba en el guión y sorprendió a muchos partidos de oposición, logró
que la gente no regresara a su casa, defraudada, frustrada, sino que entendiera
que lo de ayer era solo un paso más en una lucha larga.
¿Qué sigue ahora?
El
apoyo internacional, vienen todas las movidas de los jugadores, porque también
el chavismo jugará, sabemos que China no entra de forma decisiva, pero Rusia si
va a estar pendiente de apoyar a Maduro, por lo menos en la diplomacia
internacional, no creo que vaya a jugar una ruptura con los Estados Unidos,
porque es más importante para Rusia, el tener a los Estados Unidos como socio
que a Venezuela. Así que un escenario bélico, yo no veo a Rusia moviéndose.
La
pelota está en que si no hay posibilidades de ceder de parte del gobierno de
Maduro y si no hay fractura interna entre los militares, entonces en 72 horas
que corren desde ayer, viene una confrontación decisiva, qué es la de la orden
de salida del cuerpo diplomático de los Estados Unidos emitida por Maduro. Qué
pasa, si los Estados Unidos la aceptan y se van están reconociendo el gobierno
de Maduro, y si no lo aceptan están poniéndose en franca rebelión, en un choque
entre dos gobiernos. ¿Qué podría hacer Maduro? Bueno lo que hicieron los
iraníes que fue intentar bloquear y secuestrar a los diplomáticos de Estados
Unidos o dejarlos quedarse, en ese caso, estaría demostrando que Maduro no
tiene poder suficiente para cumplir sus órdenes y sería todavía más un gobierno
caído, que no tiene mayor credibilidad dentro de los militares que son los que
les dan la respiración artificial a ese cadáver insepulto.
Entonces
en este momento, la resolución está en manos de los militares de adentro y de
los militares de afuera, ¿por qué? porque si los militares de adentro salieran
de Maduro se evitaría cualquier intervención extranjera y también se podría
evitar un baño de sangre, pero si los militares de adentro no resuelven y resuelven
entonces los militares de afuera a través de una intervención militar, en
legitima defensa de la sede diplomática que es considerada un territorio del
país que tiene esa sede, pues podría desencadenarse una operación militar,
legítima en el sentido de la jurisprudencia internacional.
Así
que estamos en esa situación, estamos en un grave dilema. Robert Dahl, el
politólogo, dice que las transiciones se dan por la relación de equilibrio
entre los costos de represión y los costos de transición, me explico, cuando
los costos de represión son muy bajos, yo reprimo y no me pasa nada, pues
prefiero eso a dar la transición. Pero cuando los costos de represión son muy
altos y los costos de transición son bajos, entonces prefiero la transición. A
eso es lo que está jugando la oposición, a ofrecerle una amnistía a los
militares, les está bajando los costos de transición y los costos de represión
siguen siendo muy altos. Y a la inversa, el gobierno para poder mantenerse,
tiene que jugar a una represión que nunca habíamos visto en Venezuela porque
nunca habíamos visto un tamaño de rebelión como ésta.
Por lo
anterior podría darse el escenario de la instauración de una dictadura como la
de Pinochet pero de izquierda marxista, es decir un Pinochet marxista. ¿Qué
quiere decir esto? Una dictadura en serio quiere decir toques de queda, campos
de concentración y sobre todo privación, eliminación, estado de excepción,
suspensión de todos los derechos civiles y de todas las libertades, esto puede
ocurrir, pero una cosa así es insostenible a mediano plazo en un país con una
crisis económica tan grande.
Así
que esta partida de ajedrez sigue y la diferencia, lo que puede hacernos sentir
por lo menos seguros, no se si optimistas, es que esta vez David tiene un plan,
sabe qué hacer si Goliat intenta aplastarlo, y ya no es un conflicto venezolano
sino un conflicto internacional.
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