Por Fernando Pereira
“Democracia de la puerta
para afuera, aquí en la casa quien manda soy yo”, exclamaba la mamá o el papá
para zanjar cualquier diferencia.
Generaciones crecimos escuchando
expresiones de ese tipo que fueron sembrando la idea de que solo con mano
fuerte funcionan las cosas porque la democracia se asoció con guachafita,
el quehacer de políticos corruptos incapaces de dar respuesta a los males que
aquejaban al país.
Y fue creciendo ante
nuestros ojos un país donde la mano dura fue tomando todos los espacios
actuando con atropello, violencia, violando derechos humanos, desmontando
instituciones, imponiendo una sola forma de ver el mundo como forma de
“gobierno”.
El cuerpo social no tuvo la
capacidad de defenderse. El sistema inmunológico estaba bajo, ante años de
ataques febriles y de incubar la idea de que la fuerza era la única razón.
Carujo atropellaba a Vargas una vez más con la anuencia de la turba.
Después de años nos
sorprenden los niveles de deterioro y la profundidad de
la crisishumanitaria y su impacto en lo social, económico,
institucional, político.
Celebrar una fecha como
el 23 de Enero se vuelve entonces en un reto para valorar esa pequeña
y frágil semilla que debe sembrarse y cuidarse en cada hogar y aula de clases
de este país: la Democracia. Con dolor hemos aprendido que las
consecuencias son tan importantes que no podemos dejarla solo en manos de
dirigentes.
Toca una operación casa por
casa. Formar niños que entienden el significado de participar, ser
escuchados, opinar, respetar, con sentido de justicia como el
antídoto para la propagación de propuestas arbitrarias.
Edgar Morin afirma “La
experiencia del totalitarismo ha relevado un carácter fundamental de la
democracia: su vínculo vital con la diversidad. La democracia supone y alimenta
la diversidad de los intereses así como la diversidad de las ideas”.
Si queremos vivir en
democracia tenemos que formar demócratas en y para la diversidad que
no acepten por respuesta “Esto es así y punto… porque lo digo yo”.
La democracia en apuros
Un estudio de la Unesco
revela “Existe evidencia para algunos países de la región que muestra que más
de la mitad de los jóvenes latinoamericanos no ha adquirido los contenidos más
básicos del conocimiento cívico; también se ha encontrado que una
parte importante de los jóvenes de la región tienden a desconfiar de las
instituciones públicas y a no valorar la democracia […]. Los jóvenes
latinoamericanos, en particular, tendrían una cierta apatía y falta de
compromiso respecto a los procesos democráticos, incluso, 55 por ciento de
ellos argumenta que sería aceptable un régimen autoritario si es capaz de
resolver los problemas económicos de la sociedad”.[1]
En este contexto las
escuelas tienen una responsabilidad fundamental para la formación
ciudadana; sin embargo un estudioso del tema como el filósofo español Juan
Delval afirma que los centros educativos no van a formar para la democracia si
los estudiantes tienen que obedecer todo lo que le dicen, no deciden nada y
pasan años asumiendo como natural un modelo autoritario. La escuela no puede
formar para la democracia si sus prácticas no son democráticas. “Estamos
preparando a nuestros alumnos para que sean súbditos y no ciudadanos”.
Ciudadanos libres
Este 23 de Enero no es
una efemérides en el diario escolar. Es un llamado a asumir la
responsabilidad que todos tenemos para resignificar la idea de una mano dura
por la de una mano justa que acompaña cuando se presentan conflictos, extendida
haciendo realidad la democratización en la toma de decisiones y en la búsqueda
de alternativas que se construyen con la participación de todos.
Que cada hogar y aula del
país se convierta en el semillero de formación de ciudadanos libresque no
acepten imposiciones y atropellos para así mantener vivo el espíritu del 23 de
Enero.
[1] UNESCO
(2014): Informe Regional sobre Educación para todos. Reunión Mundial
Educación para Todos, Omán. Santiago de Chile: Orealc.
24-01-19
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