Milagros Palomares 22 de abril de 2021
Como
si se tratara de una galería fotográfica, Jesús Mavárez conserva intacta
las impresiones que desde niño le causaban el relieve de las
montañas, la exuberancia de los bosques y el frío de los páramos cuando
viajaba con su familia desde la calurosa ciudad de Cabimas hasta los
estados Mérida y Trujillo, en Venezuela. Allí nació esa pasión
que lo llevó a convertirse en biólogo y que años más tarde lo motivó científicamente a
estudiar los organismos en los páramos de tres países.
Su
periplo en la ciencia lo inició investigando sobre caracoles, mariposas y
peces. En los últimos años, Mavárez centró sus investigaciones en la flora
autóctona de la cordillera andina de Venezuela, Ecuador y Colombia. Y
en este último, encontró dos de sus tesoros científicos más preciados: dos
nuevas especies de frailejones.
El
hallazgo de estas dos plantas ocurrió en agosto de 2019 en los páramos del
departamento de Boyacá, durante una expedición con varios estudiantes y colegas
colombianos de la Universidad Nacional de Colombia. La primera
especie la encontraron entre los pueblos de Tota y Pesca, literalmente a
orillas de la carretera: un descubrimiento sorpresivo en un páramo afectado
por incendios frecuentes.
De
inmediato se dieron cuenta de que era un frailejón único, diferente a todos los
otros conocidos para Colombia: un tronco ramificado a nivel del suelo, en el
que cada rama termina en una roseta de hojas. La llamaron Espeletia
ramosa y su descripción científica fue publicada en diciembre de 2019.
Los
frailejones son vitales para el páramo, ya que contribuyen significativamente a
la absorción y regulación del agua en este ecosistema. Estas ‘máquinas de
agua’, según un informe del Instituto Humboldt, son las principales proveedoras
de agua para ciudades como Medellín y Bogotá, lugares en los que se estima que
el 65% de la demanda total del líquido proviene de los páramos Belmira y
Chingaza, respectivamente.
"Descubrir
una especie nueva es la culminación de un esfuerzo muy grande. Da muchísima
satisfacción porque estamos consiguiendo algo que nunca nadie ha visto o
conoce", dice Mavárez al Proyecto Migración Venezuela desde
Francia, donde está radicado actualmente trabajando como investigador del
Laboratorio de Ecología Alpina del Centre National de la Recherche Scientifique
y la Universidad Grenoble Alpes.
"En
el caso de los frailejones la satisfacción se multiplica porque son plantas muy
importantes y emblemáticas de los páramos, tanto que sus imágenes han aparecido
en billetes de Venezuela y Colombia", añade el profesional venezolano.
En Colombia
se conocen por ahora alrededor de 90 especies de frailejones. La mayoría
de estas plantas crecen como una roseta con un tronco único, aunque
algunas especies se ramifican ocasionalmente. "Estas últimas se
supone que son relativamente primitivas y probablemente representan los
ancestros de todos los frailejones. Espeletia ramosa es el único
frailejón de Colombia con crecimiento frecuentemente ramificado, de allí la
importancia de su descubrimiento", destaca.
La
segunda planta hallada por el biólogo venezolano tiene características
similares a otros frailejones de Colombia. Por eso el estudio de su
comprobación como nueva especie se demoró más, pues había que demostrar
que es una planta diferente a las otras especies conocidas. La descripción
científica de este nuevo frailejón se publicará en los próximos meses.
Jesús
Mavárez, de 48 años, forma parte de la migración calificada de
Venezuela, la cual se estima alcanzó aproximadamente un 20 por ciento hasta el
año 2020, según publicó en un artículo el centro de investigación
Equilibrium Cende. Al egresar de la Universidad Simón
Bolívar, en Caracas, a mediados de los 90, el biólogo viajó a Europa para
estudiar una maestría y un doctorado en Ecología y Evolución en la Universidad
de Montpellier, al sur de Francia. Allí se graduó en el año 2002 y su tesis
doctoral fue una investigación que realizó en Venezuela y el Caribe sobre el
caracol que transmite la bilharzia, una enfermedad parasitaria tropical.
Luego
de ello ejerció como investigador post-doctoral en Londres, Panamá y Canadá.
Tenía 12 años fuera de su país cuando decidió regresar para trabajar en el
Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), una de las
instituciones más reconocidas de Venezuela.
Pero
la situación económica se deterioraba en el país que lo formó como profesional.
Tenía problemas para conseguir financiamiento a sus investigaciones científicas
y entonces decidió emigrar a Francia en el año 2012. Por varios años estuvo
viajando entre Francia y Venezuela cada trimestre para continuar con sus
investigaciones en los páramos andinos, hasta que la situación económica y
social hizo prácticamente imposible el trabajo de campo en su país. El
deseo de seguir estudiando este tema, más la dificultad para hacerlo en
Venezuela, en parte motivaron su decisión de comenzar a estudiar más en detalle
los frailejones colombianos.
La
experiencia de trabajar en este país hermano no era nueva para este
biólogo. Desde el año 2002 comenzó a viajar a Colombia para investigar
sobre un grupo de mariposas con mucha diversidad local. La ciudad de
Bogotá lo acogió entre finales de 2018 y mediados de 2019, cuando fue
contratado como profesor invitado extranjero en la Universidad Jorge Tadeo
Lozano. De esa experiencia le surgieron varias ideas para proyectos
de investigación, no solamente sobre la diversidad de mariposas y
frailejones colombianos, sino también sobre las adaptaciones de plantas y
animales frente al cambio climático, así como el estudio de la deforestación en
la Amazonía.
Jesús
dice que ha logrado una sinergia especial con sus colegas en Colombia, pues las
similitudes culturales lo hacen sentir en casa. Confiesa que además de los
compañeros de la Universidad Tadeo tiene muy buenos amigos
investigadores en la Universidad de los Andes, la Universidad del Rosario
y la Universidad Nacional de Colombia.
"En
el ámbito académico, Colombia podría beneficiarse mucho del éxodo masivo
de venezolanos. Es un recurso humano que viene formado, con experiencia en
docencia e investigación. Es un talento que puede ser aprovechado tanto por el
sector público como el privado", afirma el biólogo Mavárez,
quien se siente feliz de contribuir desde Francia con la ciencia en Colombia y
Venezuela. Desde su laboratorio solo espera que la emergencia por la pandemia
termine para volver a recorrer los fríos páramos colombianos y calentarse con
la cercanía de sus pueblos.
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