Juan Salvador Pérez 22 de abril de 2021
@jonchoperez
¿A qué
viene el Cardenal Parolin?
Ante
el anuncio hecho por la Santa Sede sobre la venida y participación del Cardenal
Parolin en la ceremonia de beatificación del Dr. José Gregorio Hernández,
surgieron –era de esperarse– comentarios y lecturas capciosas, sesudos análisis
sobre razones geopolíticas veladas de la visita, interpretaciones libres de una
intención secreta, en fin… Pero lo cierto, lo verdaderamente cierto, es que la
presencia del Cardenal Parolin en Venezuela atiende a una razón mucho más
profunda, pero más simple.
A
finales de 2013, el entonces Monseñor Pietro Parolin cesaba en su cargo como
nuncio apostólico en Venezuela, para asumir una nueva misión: la Secretaría de
Estado del Vaticano.
En
algún acto de despedida unos días antes de salir a Roma, una periodista le
increpó con la una pregunta sobre cómo recordaría a Venezuela. Con
genuina y simpática naturalidad, respondió: “recordaré a Venezuela con
un gran guayabo”.
La
frase con la cual Parolin definió su sentimiento, mostró no solo su profundo
conocimiento de nuestra cultura, sino su relación íntima con el país y con los
venezolanos.
La
Secretaría de Estado del Vaticano
La
Secretaría de Estado es el dicasterio de la Curia romana que colabora más de
cerca con el Papa y acaso el más antiguo de todos los dicasterios. El origen
histórico de la Secretaría de Estado se remonta al siglo XV. Con la
Constitución Apostólica Non debet reprehensibile, del 31 de
diciembre de 1487, fue instituida la Secretaria Apostólica. Como
todo, con el tiempo y las realidades, la figura fue evolucionando y así la
oficina pasó desde el poderoso Secretarius intimus, hasta llegar al
nombre de Secretario de Estado que conocemos hoy día.
La
Secretaría de Estado está presidida por un cardenal que recibe el título de
Secretario de Estado. Sin duda alguna, y como queda descrito en los propios
documentos vaticanos, este funcionario es el “primer colaborador del
Papa en el gobierno de la Iglesia universal, el Cardenal Secretario de Estado
puede considerarse el máximo exponente de la actividad diplomática y política
de la Santa Sede, representando, en circunstancias particulares, a la persona
misma del Sumo Pontífice”.
Le
corresponde al Secretario de Estado atender los asuntos generales y
las relaciones con los Estados.
Los asuntos
generales son todos aquellos concernientes al servicio cotidiano del
Sumo Pontífice, tanto en la solicitud por la Iglesia universal como en las
relaciones con los dicasterios de la Curia romana.
Por su
parte, las relaciones con los Estados comprenden todas las
actividades y asuntos que deben ser tratados con los gobiernos civiles, las
relaciones diplomáticas de la Santa Sede con los Estados, incluida la
estipulación de Concordatos o acuerdos similares; la representación de la Santa
Sede ante los organismos y las conferencias internacionales; en circunstancias
particulares, por encargo del Sumo Pontífice y consultados los dicasterios
competentes de la Curia, la provisión de las Iglesias particulares, así como su
constitución o modificación; en estrecha colaboración con la Congregación para
los Obispos, se ocupa del nombramiento de obispos en los países que han
establecido tratados o acuerdos de derecho internacional con la Santa Sede.
El 15
de octubre de 2013, el papa Francisco designa a monseñor Pietro Parolín
Secretario de Estado, en reemplazo del Cardenal Tarcisio Bertone. Para ese
momento monseñor Parolín desempañaba funciones como Nuncio Apostólico en
Venezuela, cargo que asumió en agosto de 2009 por nombramiento del papa
Benedicto XVI.
La
postura de Parolin sobre Venezuela
En los
cuatro años que vivió el Cardenal Parolin en Venezuela (2009-2013), el país
atravesó diversas y difíciles situaciones. Primero le tocó manejar con
diplomática y determinada pericia las agrias relaciones que existían entre
Miraflores y la Iglesia para el momento de su llegada. Pero luego de superado
este delicado impasse institucional, Parolin tuvo la agudeza y
la inteligencia para leer la complejidad de la situación nacional, conocer las
causas del profundo conflicto venezolano entender las posiciones, hacer empatía
con las partes y comprenderlas y, sobre todo, darse cuenta de cuál es la
solución y ofrecer una vía para ello. En palabras del Cardenal Urosa,
Parolin fue un nuncio que supo convertirse con éxito en “artífice de paz” para
Venezuela.
Su posición
es clara. El problema en Venezuela sólo tiene una verdadera solución:
el camino de la paz y del reconocimiento mutuo, que las partes se enfoquen en
la reconciliación. Puede sonar a lugar común, pero no lo es. Puede
resultar una ingenuidad, pero tampoco lo es.
En
2016, el Vaticano envió una importante carta dirigida a Miraflores, donde se
hacían unos planteamientos concretos. En esta comunicación firmada por el
Cardenal Parolin, la Santa Sede insistía en la necesidad de un proceso de
diálogo verdadero basado en acuerdos que se respetaran, urgía a la
implementación de medidas que permitieran aliviar la grave crisis humanitaria,
destacaba la necesidad de avanzar por el «camino electoral» y resaltaba el
inviolable respeto de los derechos humanos.
La
vigencia del contenido de esa carta sigue siendo la única vía posible para
superar la crisis venezolana en clave de paz.
El
(re)encuentro con José Gregorio Hernández
Pero,
así como supo dar la lectura correcta a la crisis venezolana, también Parolin
aprendió a vincularse con nuestra cultura, compartir con la gente,
compenetrarse en las alegrías y penas, en las ilusiones y desencuentros de
todos los venezolanos y, por supuesto, conocer la fe popular que nos sostiene y
caracteriza.
Más
que elocuente resulta el discurso que en octubre de 2019 ofrece el Cardenal
Parolin en la Pontificia Universidad Lateranense, sobre la figura del Doctor
José Gregorio Hernández. Comienza así su intervención:
Quienes
conocen y aman a Venezuela no pueden sino conocer y amar al Dr. José Gregorio
Hernández. Es parte del país como la luz y el aroma, el cuatro, la espuma del
mar y el horizonte que el venezolano -dice la canción- lleva en la piel, en el
corazón, en la sangre y en los ojos1.
Así,
me permito continuar con las citas de aquel discurso, porque es realmente una
pieza de profundidad y belleza:
Creo
que en el caso de Venezuela podemos hablar –permítanme hacerlo– de un cuarto
‘amor’ que caracteriza su catolicismo: ¡el amor al Venerable Siervo de Dios
José Gregorio Hernández! Y es significativo que este amor se dirija a un laico,
que ha ejercido concienzudamente su profesión de médico hacia todos, prestando
especial atención a los pobres y necesitados, uno de esos ‘santos de al lado’
mencionados por el Papa Francisco en la Exhortación Apostólica Gaudete et
Exsultate.2
El
Cardenal Parolin, expresa con una fuerza y una convicción conmovedora su
relación y su encuentro con José Gregorio Hernández, pero no sólo con él y su
testimonio, sino en la relación del hombre santo con todo un
país:
Sin
embargo, José Gregorio Hernández no es solo patrimonio de los católicos: su
figura fascina y une a todos los venezolanos, pobres y ricos, eruditos o no,
personas de todas las razas, orígenes étnicos, afiliaciones ideológicas y
políticas. Podemos decir que la santidad va más allá de los confines visibles
de la Iglesia y toca a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos, sin
dejar a nadie insensible.3
Así
conoció Parolin a José Gregorio Hernández. Podemos captar hermosamente la
razón, profunda y simple, por la cual vendrá a la ceremonia de beatificación
del Santo de los pobres. No viene a una ceremonia, viene a un
reencuentro.
Una
agenda de Secretario de Estado
El
Cardenal Parolin vendrá –queda claro– primero y fundamentalmente a
reencontrarse con José Gregorio Hernández. Pero evidentemente su visita trae
consigo las responsabilidades propias e inseparables de un Secretario de Estado
del Vaticano.
Tendrá
que reunirse con el Gobierno, deberá hacerlo también con la oposición. Y
seguramente irá más allá de lo político, porque nuestra crisis supera el plano
de lo estrictamente político. Parolin lo sabe bien, conoce el drama de la
gente, las consecuencias tremendas que todos estos años de conflicto han
significado en el deterioro de la situación y la realidad social, empresarial,
asistencial educativa, el desgaste en los venezolanos, en la ciudadanía.
La voz
de Parolin, hoy día, es la voz de la Santa Sede. Una voz que constante y
coherentemente ha venido señalándonos el camino correcto para salir de esta
grave crisis. Y en ello, tengámoslo muy claro, el Secretario
de Estado no va a cejar.
El gran guayabo
Un guayabo,
en nuestra jerga venezolana, es esa sensación de nostalgia, de tristeza, esa
suerte de despecho, que dejan las despedidas o que traen las ausencias.
En
2013, Parolin dejaba Venezuela con un gran guayabo, pero hoy
regresa y lo hace cargado de buenas noticias, alegrías y esperanzas. Nos trae
con su visita la beatificación de José Gregorio Hernández, un acontecimiento
que posee un especial significado para todos los venezolanos, que ha
representado mucho trabajo, dedicación, tiempo, esfuerzo.
Además,
el Cardenal nos trae –y hace nuestro– un mensaje directo y claro: la
tristeza (el guayabo) se acaba, en el justo momento en que con fe y
tesón decidimos actuar y hacer las cosas bien (cuando decidimos hacer la voluntad
de Dios, diríamos los creyentes). Así llega la alegría, la dicha, es ese el
camino de la santidad.
El
Cardenal Parolin nos hace a todos los venezolanos un clarísimo llamado a la
acción.
Tomado
de: https://www.revistasic.gumilla.org/2021/el-gran-guayabo-del-cardenal-parolin-por-venezuela/
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