ABC Editorial 16 de octubre de 2021
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Delcy
Rodríguez no aterrizó en España en enero de 2020 de paso hacia otro país, sino
porque pretendía reunirse con Zapatero. El Gobierno de Sánchez mintió
Las revelaciones que hoy publica ABC en exclusiva sobre el ‘Delcygate’ demuestran muchas cosas, pero sobre todo confirman dos sospechosas realidades: que fue una pantomima la versión improvisada por el Gobierno cuando se filtró el aterrizaje en España en enero de 2020, en plena noche y de incógnito, de Delcy Rodríguez; y que el Ejecutivo de Pedro Sánchez mintió patológicamente para evitar un escándalo que después le estalló en las manos por su torpeza al gestionar esta crisis. Cuando el avión venezolano llegó al aeropuerto de Madrid, es notorio que se estaba produciendo una ilegalidad porque las aeronaves de ese país con miembros de su Gobierno a bordo no solo tienen vedado aterrizar aquí, sino también cruzar nuestro espacio aéreo.
Aún
quedan sombras sobre todo lo que ocurrió aquella madrugada en Barajas, y lo
cierto es que la justicia archivó el caso. Sin embargo, las informaciones que
hoy aporta ABC son relevantes desde una perspectiva política. Primero, porque
el viaje de Rodríguez había sido conocido y preparado por el expresidente del
Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. Segundo, porque cuando fue consciente
del escándalo en aquellas horas, Pedro Sánchez envió al entonces ministro José
Luis Ábalos al aeropuerto a deshacer el entuerto ‘in situ’, con la instrucción
de que la vicepresidenta venezolana no pisase Madrid. Y tercero, porque no era
ninguna escala técnica, ni el avión debía reponer combustible, ni hubo averías
de ningún tipo… Todas y cada una de las versiones que iba modificando el
Gobierno con los días fueron mentiras encadenadas. Y aunque finalmente el vuelo
pudo ser desviado a Doha, nada era puntual ni provisional. No era una anécdota.
Era un viaje perfectamente organizado en el que Delcy Rodríguez pensaba
pasearse por Madrid, tratarse en una clínica, acudir de compras como si fuese
una turista y no la vicepresidenta de una dictadura sometida a sanciones
internacionales, y entrevistarse con Zapatero. Había agenda cerrada y para eso
viajó a España. Pero la chapuza terminó convirtiéndose en un escándalo, y el
escándalo, en un engaño masivo a los ciudadanos solo porque Zapatero se empeñó
-y sigue empeñado, a través de José Borrell- en agasajar a un régimen
autoritario y en blanquear a Nicolás Maduro. Por eso es irrelevante quién haya
filtrado en la Unión Europea que un informe reservado rechazaba enviar una
misión electoral a Caracas para no dar legitimidad de demócrata a Maduro. Lo
relevante es saber si es verdad lo que dice ese informe y por qué Borrell lo
despreció.
A
Sánchez le habría sido más útil asumir que el ‘Delcygate’ fue una monumental
chapuza y pedir disculpas. Probablemente, el escándalo habría quedado ahí. Sin
embargo concatenar falacias se ha convertido en el modo habitual de funcionar
del Gobierno. Sánchez miente con el recibo de la luz, con los comités de
expertos contra la pandemia, miente con los indultos a los separatistas, con la
entrega de Puigdemont a España, con su tesis doctoral… Siendo un caso bastante
diferente al que ocurrió meses después con el líder del Frente Polisario,
Brahim Gali, la obsesión del Gobierno por atender en suelo español a personas
reclamadas internacionalmente tiene su paralelismo. Con una diferencia
sustancial: cuando llegó Gali, Moncloa debió tener aprendida la lección del
Delcygate y Sánchez inventó aquello de la ‘atención humanitaria’. Siendo, como
fue, la enésima mentira, quizás Sánchez pueda encontrar en ello la razón por la
que un juez de Zaragoza mantiene imputada a la exministra González Laya. La
opacidad en la acción de un Ejecutivo siempre es grave. Pero el engaño tras el
secretismo, es doblemente grave.
Tomado
de: https://www.abc.es/opinion/abci-editorial-abc-mentiras-delcygate-202110150239_noticia.html
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