Fernando Luis Egaña 10 de octubre de 2024
Pero
la catástrofe generada por los daños históricos no se puede disimular. La gran
pregunta es si tales daños son superables. La gran respuesta es que sí lo son.
Hay
despotismos que producen daños históricos en los países donde imperan. Daños
profundos y extendidos en lo político, económico, social y cultural.
Esos daños son más dolorosos cuando una parte importante de la población se ve forzada a emigrar. En especial los jóvenes. Se van porque no encuentran porvenir en su propia patria.
Y
tienen razón, porque los daños históricos de las hegemonías despóticas y
depredadoras, se empeñan en acabar la esperanza, robar el futuro, y así imponer
el miedo y la resignación al conjunto de la nación.
Mientras
tanto, el poder establecido se burla de la voluntad popular, acumula riquezas
astronómicas y acusa a los demás de sus tropelías y desmanes. No son pocos los
llamados a oponerse a semejante tragedia, los que colaboran con el continuismo
de esta realidad. Son los artistas del disimulo.
Pero
la catástrofe generada por los daños históricos no se puede disimular. La gran
pregunta es si tales daños son superables. La gran respuesta es que sí lo son.
Muchos países asolados por éstos han logrado renacer y empezar caminos nuevos y
promisores.
Fernando
Luis Egaña
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