Juan Francisco García Escalona 25 de octubre de 2024
Bosquejo
y surgimiento de un liderazgo.
Venezuela
es un país distópico, complejo y sumamente impredecible en su comportamiento
sociopolítico. Padeciendo en la actualidad un fracasado modelo
político/económico que intento implantar el Teniente Coronel Hugo Chávez, “El
Socialismo Bolivariano del Siglo XXI”, adquiriendo las características
ineludibles del engaño, la manipulación de las masas, el resentimiento y la
corrupción a toda marcha, como los elementos más desproporcionados de este
período absurdamente oscuro que aun no se supera, y Nicolás Maduro incluso
apretó el acelerador deformando a fondo lo irracionalmente ya
insostenible.
No obstante, en el contexto del esfuerzo combinado con la intachable honestidad, se ha producido esperanzadoramente la eclosión de un liderazgo de rasgos diferentes, a través de la figura de María Corina Machado, de orígenes insoslayablemente pudientes, hija de empresarios, pertenecientes al círculo de las elites dominantes de las clases poderosas caraqueñas, simbolizando enérgicamente que encarna la antítesis del gobierno “socialista”.
Sin
embargo a la hora de verificar los comportamientos y los hechos sociales más
importantes que se han desarrollado en el país en los últimos 20 años, dos
nombres estarán presentes en lo negativo y lo positivo, Hugo Chávez
y María Corina Machado. Unidos y separados por un hilo histórico de
contradicciones y convicciones, representando en sus liderazgos; Hugo Chávez,
un doloroso pasado que aun no se extingue y María Corina, el luminoso futuro
que aun no alumbra de un todo, ambos retratados en aquella frase de la novela
Metamorfosis del autor austriaco Franz Kafka en 1915:
“El
cambio es el universo mismo; es el motor que hace que el tiempo siga adelante.”
Las
emociones en el centro de las decisiones.
Teniendo
María Corina, la oportunidad histórica de plantar fértilmente un modelo que
reivindique la nación y la reconduzca por la prosperidad, poseyendo la
característica extraordinaria de separarse de los privilegios y las
exquisiteces más nobles que la burguesía pueda permitirle para luchar por la
libertad y la democracia en la obligada clandestinidad y a su vez dirigiendo al
pueblo en este momento histórico, escenificando que en Venezuela la clase
burguesa está protagonizando una revolución, así de inverosímil parece, pero
evidencia su existencia cuando demuestra que se puede degustar la Opera Fidelio
de Beethoven, o La Traviata de Giuseppe Verdi, y a su vez inspirarse en los
bordones de un arpa apureña, con la voz de Argenis Sánchez, el señor joropo de
Venezuela, como el canta: “mas criollo que el mastranto de las sabanas
de Arauca.” así de autentica y genial es la creciente y fascinante
figura de María Machado cuando se funde e integra con todas las clases
populares de Venezuela, conduciendo en consecuencia una revolución de otro tipo
a la devaluada y cacareada por el chavismo/madurismo, una revolución verdadera,
desmontando además que ha acaparado y experimenta en carne viva, todos los
códigos y símbolos que en el inicio utilizo el chavismo para encantar al
pueblo, derrumbando el odio sembrado en la población para desunir a la sociedad
con el uso de revanchismos sociales y empujarlos a todos a levantar y
reconstruir Venezuela.
Ahora
bien, sus enarboladas banderas de resistencia, contra el sistema totalitario, y
la dictadura de dimensiones modernas, dejan entrever la metamorfosis que
experimenta, ofreciendo María Corina una iluminadora mirada a la vida
cotidiana, examinando y proponiendo temas como la identidad y el espíritu de
resilencia del venezolano, el propio significado de su existencia en sus
parámetros económicos, su surgimiento y enganche con las clases populares y a
su vez el aislamiento, las traiciones, desencuentros y sin dudas la carga del
destino de su carácter y su inédita fuerza política, ante un pueblo que le pide
al unisonó que se empine en toda su experiencia, nos señala y conduce a una
reflexión e interpretación conmovedora de la condición humana de un liderazgo
político/social, que ofrece una visión trascendente y profunda para una nación
que debe florecer nuevamente, sin endiosar a la clase política, y ella educa e
indica sin reservas ese camino, liberada de egos y protagonismo exacerbado.
Quizás
uno de los mayores problemas en el liderazgo de Hugo Chávez, fue la
mitificación del personaje, a través de un ego colosal, con una mezcla
enrarecida de amor, deber y mucha ira, que siempre fue el centro de las
decisiones políticas, ofreciendo un sinfín de inutilidades, que ahora se pagan
a un alto costo por todos los ciudadanos, representando nuevamente María Corina
una visión diferente en su capacidad de desentrañar lo bueno de lo malo,
dedicándose a unir a la nación sin complejos y atavismos, sin emociones y egos
que la dominen.
Planteo
la necesidad imperiosa de citar al autor, Emilio Mira y López, en su obra
transcendental y vigente- Los Cuatro Gigantes del Alma:
“No es
exagerado emplear la voz gigante para designar estos cuatro núcleos
energéticos, que a modo de cuatros puntos cardinales, orientan, propulsan y a
la vez limitan el universo mental individual y especifico del hombre, porque
pareciera, que miedo, ira, amor y deber fueran los 4 pilares, en los que se
apoya el edificio de nuestra personalidad.”
Desafíos
en el porvenir.
Si
bien María Corina arrebata todo el apoyo popular contenido en las clases
populares, en las calles y en las barridas venezolanas, y aunque aun el
madurismo usurpa el poder político, debemos creer dadas todas las
circunstancias históricas que ahora mismo convergen. Este perverso sistema muy
pronto caerá estrepitosamente y podremos empezar piedra por piedra a construir
una nueva y mejor nación, sí bien María Corina posee una mágica conexión
social, que genera credibilidad, encanto, compromiso, pasión y se hace viral:
en el uso del lenguaje que nos define en la abrumadora difusión de redes
sociales, dejando sin efecto los cuestionamientos de su carácter, las
alianzas o las maquinarias políticas de sus adversarios internos y externos,
teniendo la obligación de construir un ecosistema para unir al país en función
de un proyecto, que transcienda del chavismo/madurismo e imponga
inteligentemente un sistema de oportunidades para todos, la base de esa genial
iniciativa será la unidad, la anhelada unidad desde los tiempos de la gesta de
la independencia, su sola imagen en la compañía y lucha constante de la variada
dirigencia política, pero vigorosamente notable en las voces honestas y firmes
de; Andrés Velázquez, Andrés Caleca, Biaggio Pillieri, Cesar Pérez Vivas, Delsa
Solórzano, María Beatriz Martínez, Juan Pablo Guanipa, Roberto Enríquez y otros
tantos dirigentes que han apreciado el liderazgo de María Corina mas allá de la
visión coyuntural de un determinado partido político, representan la
oportunidad de una mejor Venezuela, sin descuidar el surgimiento o el rebrote
de los demonios insaciables que intentarán obstaculizar el desarrollo de un
modelo absolutamente diferente.
En la
doctrina de Henry Kissinger, recuerdo haber estudiado que en la vida, y
en la política todo tiende a diluirse, por tal razón en los momentos de mayor
fuerza se deben construir las relaciones más solidas para luego soportar esos
arrebatos y amenazas, por el bien de Venezuela se espera que nuestros líderes
guiados sin mezquindad por la figura de María Corina, logren esa fusión
que soporte las crisis y las tempestades.
El
país también deberá en lo sucesivo comprender que poseemos un sistema enfermo,
y cambiarlo ameritará grandes decisiones, la aplicación de la propia medicina
muchas veces es dolorosa y necesaria, por lo que la base de la confianza en el
liderazgo de María Corina, en la conjugación de sus gigantes del alma y en las
relaciones de unidad y complementación política con todas las voces del país
serán lo suficiente para navegar hacia el resurgir de Venezuela.
Juan
Francisco García Escalona
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