Fernando Luis Egaña 17 de octubre de 2024
Temple
tienen los presos y perseguidos políticos, en un contexto de desprecio por los
derechos humanos, y de una imposición de la fuerza represiva por encima de
cualquier silueta de legalidad y legitimidad.
Nos
dice el diccionario que temple es la fortaleza enérgica y la valentía serena
para afrontar las dificultades y los riesgos… Y temple, mucho temple, se
requiere para superar la tragedia del despotismo que asola al país.
Sin duda que el temple de María Corina y de muchos más, mantiene viva la esperanza de que la hegemonía no podrá contrariar la voluntad mayoritaria del pueblo venezolano, así de manera indefinida.
Desde
su forzado exilio, Edmundo despliega una intensa actividad en favor del
reconocimiento de la soberanía electoral, cuya proporción de 70 a 30 en contra
de Maduro y los suyos, es imposible de disimular.
Temple
tienen los presos y perseguidos políticos, en un contexto de desprecio por los
derechos humanos, y de una imposición de la fuerza represiva por encima de
cualquier silueta de legalidad y legitimidad.
Temple
también tienen los que lejos de la resignación, no cesan de luchar cada uno en
su cada cual, por la defensa de la soberanía democrática.
No
pocos llamados a tener temple, no sólo no lo tienen, sino que tratan de
edulcorar su cobardía y su cinismo, con una «valoración realista» de las cosas.
Esperemos que la historia no los absuelva…
Las
catástrofes nacionales no se superan con tibiezas y zigzagueos. No. Se dejan
atrás con determinación determinada, con fortaleza, energía, valentía y
serenidad. Con temple.
Fernando
Luis Egaña
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