Por Jesús
Alexis González, 20/09/2013
En el
marco de la sociedad del conocimiento y del aprendizaje permanente, la educación de calidad se convierte en la
pieza clave para la inclusión y cohesión social; haciendo la salvedad que no existe un concepto universal de calidad
aplicable a la educación, pero aceptando como premisa que todo sistema
educativo ha de estar en capacidad de incorporar las novedades que se producen
en el mundo académico. Al considerar el tema referido a una educación de calidad,
no intentamos abordarlo como una crisis del proceso de enseñanza-aprendizaje,
ni de la rutinización de las prácticas escolares ni de obsolescencias de los
contenidos curriculares ni de la ineficiencia de los resultados finales, sino
de una crisis que afecta a la sociedad
en su conjunto y a la economía en particular. Siendo así, el sistema
educativo eficiente no será, entonces, aquél que tenga (por ejemplo) menos
costo por alumno sino aquél que optimizando los medios de que dispone sea capaz
de ofrecer educación de calidad a toda la población, a la par de darle
significado social al aparato productivo nacional. Sea propicio señalar que en
mucho la organización curricular sólo incluye contenidos de las asignaturas y
algunas otras especificaciones relativas al plan de estudios, sin profundizar
en aquellos aspectos referidos a la formación
de personas altamente creativas lo cual no soslaya las enormes deficiencias
que se suceden en el campo de las matemáticas y el manejo del lenguaje,
habilidades cruciales para el desarrollo del pensamiento lógico, el manejo de
conceptos y la solución de problemas complejos.
En
materia de desarrollo económico se
reconoce como condición necesaria la relevancia de la formación de capital
humano y físico y del avance tecnológico impulsado por la inversión y
aplicación del progreso científico a la luz de mejorar y modernizar los
procesos productivos. En lo que se refiere al sistema económico, dos son las áreas mínimas de compromiso del
sistema educativo: (1) la formación para el mundo productivo y (2) el aporte
científico para el desarrollo; aspectos
bien distintos a la simple formación para un puesto de trabajo sino por el
contrario ha de transmitir masiva y tempranamente las operaciones de
pensamiento lógico y las actitudes y conductas acordes con el crecimiento económico , que como bien
señaló el premio Nobel de Economía 1998, Amartya Sen “es necesario invertir en
salud, educación y productividad de la gente para mejorar el desarrollo de los
países”. A tenor de ello, puede concluirse
que las economías pueden incrementar su competitividad tanto por la presencia
de una educación de calidad (con enfoque de innovación en un marco de política pública) como por el aumento
en el ingreso y remuneraciones de los trabajadores como respuesta a su patrimonio educativo; en caso contrario
el sistema educativo haría una irrelevante contribución al crecimiento
económico. Con base en ello, una educación de calidad ha de propiciar la necesaria modernización de la
estructura productiva a través del capital
humano, en aras de alcanzar altas y sostenidas tasas de expansión económica
y de generación de empleos dignos; y donde la educación superior ha de
participar firmemente mediante la innovación a favor de robustecer la
competitividad internacional del aparato productivo, propiciando una mayor expansión económica de largo plazo.
Cara al
futuro, Venezuela requiere de un sistema educativo comprometido con la
formación integral de la persona, habida cuenta del impacto que tiene una educación de calidad sobre el desarrollo
económico, lo cual se traduce en un incremento del ingreso personal
(población mejor preparada) y de la productividad en un contexto de igualdad económica de la sociedad expresada en mayor
bienestar y profunda cohesión social, teniendo como norte la equidad social entendida como el que la
mayoría tenga igualdad de acceso y de
oportunidades.
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