Thays Peñalver 20de septiembre
de 2013
@thayspenalver
El
guion de Ceresole
A 2 meses de juramentarse Chávez
oímos: “Hago un llamado a los venezolanos que tienen capitales en el exterior,
vengan, seamos patriotas”, “Aquí no se los vamos a expropiar es mentira, no es
un proyecto comunista, sería una locura. Es momento de arriesgar, de
emprender”. “Aquí hubo gobiernos que establecieron control de cambio y no le
daban dólares a algunos medios porque eran críticos. ¿Estoy mintiendo señores
periodistas?”
Mentía descaradamente cuando un año
más tarde escuchamos: “Por el mundo corría la leyenda negra ¡Chávez va a acabar
con Venezuela! Llegó la última plaga. Economía de guerra, dictadura,
militarismo, autoritarismo, segurito que van a estatizar todo, decretar un
control de cambio, van a expropiar, van a quitar las libertades económicas.
¡Mentira!”.
A los 3 años: “Hace 3 años se decía en
el mundo; la oligarquía, que si Chávez llegaba, nosotros íbamos a desconocer
los acuerdos (con petroleras e inversionistas). Que íbamos a expropiar a todos
los inversionistas y todos los empresarios privados”. Y a los 5 años: “Ese pequeño
grupo que trata de engañar, manipulando la información. Según ellos, es el
inicio de un conjunto de expropiaciones y nacionalización de medianas empresas
y hasta pequeñas empresas”.
Pero ese grupito decía la verdad
porque oyó a Ceresole cuando develó el plan en 2001: “Una vez que acumulemos
poder empezaremos a portarnos mal” (Garrido Pág. 78) y así fue. Una vez
logradas las gobernaciones, las alcaldías así como el Parlamento y obtuvo el
poder total en 2005, el lobo gritó emocionado y riendo a carcajadas, se quitó
la piel de cordero.
Allí sobrevino la locura, no solo
desconoció todos los acuerdos internacionales, (Faja, FMI, inversionistas,
Ciadi, CIDH, etc.) sino que expropió la Faja, la agroindustria y la
electricidad, así como un buen porcentaje de la banca, estatizando tal parte de
la economía, que hoy solo quedan del PIB privado 4 o 5 bancos y una pequeña
parte del comercio y la manufactura amenazados radicalmente por la carencia de
dólares. “Como nosotros no tenemos compromiso con el neoliberalismo, hemos
decidido decretar o instalar una medida de control de cambio”, dijo finalmente
el lobo relamiéndose.
Exprópiese
Allí como Nerón incendiando Roma,
anunció la destrucción del aparato productivo: “Voy a decir la palabra que le
gusta a los escuálidos, ¡exprópiese!; Plantas de Guarenas, Lara y Valencia,
¡exprópiese!”; “15 centros de reciclaje y chatarra, ¡exprópiense!”, “Nicolás,
bueno aquí está la rabo e cochino, ¡exprópiese!”. “Bueno, el resto (de los
barcos) habrá que hundirlos con una estaca ahí, como a los vampiros.
¡Exprópiese!” “Lubricantes, grasas, detergentes, emulsificantes y solventes.
¡exprópiense!”. ¿Y aquel edificio allá en la esquina? tiene locales
comerciales. ¡Exprópiese! “¿De quién es ese terreno?, no importa.
¡Exprópiese!”. “¿Un centro comercial? ¿En la Candelaria? No, no y no.
¡Exprópiese!” (Alós 323, 327, 351, 360,
365, 366).
Y así en el mayor frenesí de locura,
se fugaron 400 millardos espantados del miedo y pasamos proporcionalmente de
importar 1 millardo en alimentos a importar 8 millardos (Seniat 1999-2012), o
de 500 millones de dólares en importación de medicamentos, a 3.500 millones de
dólares. Es tan insólito que 47 millones de colombianos y 41 millones de
argentinos requieren importar 2 millardos y 1,7 millardos respectivamente
mientras 28 millones de venezolanos importamos 3,5 millardos porque ya no
producimos ni aspirinas, en la mayor gesta hambreadora en la historia de la
humanidad.
De
regreso al comienzo
Ahora en el peor momento económico de
nuestra historia, cuando la economía interna ha colapsado completamente, la
inflación está disparada y el bolívar no vale nada; cuando los inversionistas
extranjeros corren de un país que renunció a los mecanismos de protección de
inversiones y derechos humanos y con un sistema productivo arrasado, nos
enfrentamos internacionalmente al fin de un superciclo de materias primas, la
desaceleración de los países emergentes, el comienzo del fin de los estímulos
monetarios en Estados Unidos y una revisión de políticas para impedir la
especulación, que amenaza con un petróleo en sus niveles de toda la vida. (Por
debajo de 60 dólares).
Y ante el turbio futuro económico, un
alocado gobierno exclama: “Vengan a Venezuela, el país de las oportunidades”
pero “Hay un plan de la Casa Blanca para llevarnos al colapso total”. Le
garantizamos su dinero, pero “al único que se los garantizaba, lo asesinaron
como a Arafat”. Necesitamos 234 millardos en inversiones en la Faja, pero todas
nuestras refinerías y sistemas eléctricos han volado por los aires por
sabotajes y hay 18 aviones a punto de bombardear las inversiones extranjeras.
“Traigan sus capitales del exterior”, para invertirlas en las comunas.
Y ante semejante clima de chifladura y
desconfianza, el lobo en vez de rectificar, se ha vuelto a colocar la piel de
cordero. Pero como ha comido y engordado tanto, la piel solo le tapa la cabeza
y pretende volver a echarnos el mismo cuento.
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