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miércoles, 18 de septiembre de 2013

Vacilándose a PDVSA


Eduardo Colmenares, Agosto 2013
Recibido por correo electrónico

El gobierno del PSUV ha logrado “sembrar  el petróleo” al revés, poniendo a depender la economía venezolana de PDVSA. Hoy en día, estamos en manos de PDVSA para obtener el 96% de las divisas (US$) que necesitamos para vivir. Según fuentes calificadas, solo este año, se requieren cerca de US$ 50.000 millones para satisfacer esa demanda, de los cuales PDVSA debe aportar la gran mayoría, sin que se vean afectadas las reservas internacionales del BCV. Por otro lado, el país ya ha alcanzado niveles históricos de endeudamiento. La pregunta es: ¿Está PDVSA en condiciones de cumplir con ese requisito, vital para el presente de Venezuela y a la vez, disponer de fondos para sus inversiones? La repuesta es: NO. Y NO lo estará en los próximos años, mientras NO haya un cambio del modelo político.



Venezuela puede considerarse como unos de los países de mayores reservas energéticas del planeta. 300.000 millones de barriles de petróleo y cerca de 250 TPC de gas, así lo confirman. No hay nación del mundo que no desee ser parte de semejante riqueza. Sucede entonces que en 1999, un inculto teniente coronel, que terminó siendo un infiltrado del comunismo cubano, toma posesión del gobierno por la vía democrática y escoge el modelo comunista para desarrollar semejante riqueza. Cabalgando inicialmente, sobre un brioso corcel multicolor, llamada la PDVSA de antes, respetada y admirada en el mundo petrolero de entonces, da rienda suelta a su populismo y protagonismo enfermizo, cual Quijote en Rocinante. Después de un tiempo, dilapidando una riqueza de más de US$ un mil millardos, dentro de una bonanza de precios del petróleo a niveles históricos, el “brioso corcel” se transforma en el asno de Sancho, pero ahora de color “rojo rojito”. PDVSA acabó entrampada dentro de la maraña socialista, enredada en la ineficiencia, la corrupción, la falta de inversión y la carencia de una gerencia efectiva. Termina en el tiempo convertida en “el asno reír de las empresas petroleras”. Esta figura metafórica, triste y jocosa, se escucha a menudo, en términos similares, en la boca de los técnicos y gerentes de las compañías petroleras extranjeras, quienes consideran ese modelo desatinado. Estas compañías son las que el régimen ha seleccionado para desarrollar, asociadas a PDVSA, la expansión de la industria. Ante este escenario la estrategia de ellas es entonces, “vacilarse” a PDVSA, mientras llegan tiempos mejores.

El debilitamiento de PDVSA en estos, casi 15 años de socialismo es innegable y su incompetencia para recuperar la producción es evidente. Si consideramos las cifras de la OPEC, a lo largo de estos años, PDVSA ha dejado de producir cerca de 1.700.000 barriles diarios de petróleo y productos. Ha reducido las exportaciones netas de crudo y productos en cerca de 1.000.000 barriles diarios. Las exportaciones que se pagaban de contado, han mermado en una cifra cercana a 1.500.000 barriles diarios, que al precio del crudo de hoy, representarían un despilfarro de cerca de US$ 57.000 millones al año (2 veces las reservas del BCV). Dicha cantidad incluye, además, lo que hoy se entrega en créditos blandos a Cuba y a otras naciones en Petro Caribe, el pago en petróleo a futuro del préstamo recibido del Fondo Chino, el consumo interno subsidiado, el contrabando de combustible y el uso de combustible líquidos de buen valor de exportación utilizado en las plantas térmicas de CORPOELEC (¿y la orimulsión?), diseñadas para quemar un gas, que asociado al petróleo, también ha mermado. Puesto en otros términos, que se puede esperar de una empresa petrolera, corrupta y sin músculo gerencial, que reduce su producción con precios de petróleo en récords históricos.

Si realizamos un análisis sucinto del flujo de efectivo en US$, PDVSA factura mas de US$ 120.000 millones al año, pero solo cobra de contado el 52% de ese monto y tiene que gastar cerca del 30% en compras en el exterior de crudo y productos, principalmente, para cumplir sus compromisos con CITGO e importar productos y gas, para remediar sus deficiencias en el suministro del mercado interno. En otras palabras, del total de ingresos de PDVSA, solo disponemos en efectivo de un 22 a 25% (Aprox. MUS$ 30.000 vs. 50.000 requeridos) para resolver los problemas de los venezolanos. Además, el flujo en efectivo en Bs., también deficitario, debe obtenerse del BCV, emitiendo pagares en dinero inorgánico, respaldada por la deuda incobrable de las naciones “amigas”. Todo lo anterior se une a un país con un “descontrol” cambiario y una inflación que hace inoperante el financiamiento en Bs. Ante esta realidad, no se percibe con claridad cómo hacer frente a las inversiones, en US$ o en Bs., requeridas para mantener e incrementar los niveles de producción de petróleo y gas.

De acuerdo a la ley de hidrocarburos, aprobada durante esta gestión de gobierno, el estado venezolano se reservó un mínimo del 60% de la inversión de capital en las empresas mixtas constituidas para acometer cualquier desarrollo petrolero y hasta un 30% para los proyectos de gas. Nadie se preguntó en ese momento, que significaba tal decisión en dinero. Las cifras requeridas son monstruosas, US$ 1.800.000 millones (5 veces el PIB del 2013) para desarrollar la Faja en su totalidad. Solo empresas petroleras de las “grandes ligas” tienen el pulmón financiero y la tecnología para acometerlos. Con el gas ocurre algo similar, con la diferencia que con los descubrimientos de las reservas de esquistos, los EE.UU. serán un exportador neto de gas y de petróleo en un futuro próximo. Con el criterio político de unos ignorantes del negocio petrolero se decidió, hace unos años, entregar la explotación de la faja y la recuperación de los campos maduros del Lago de Maracaibo y el Oriente del país, a dedo y no en subastas, a empresas estatales amigas y unas pocas privadas. Al descartar las subastas se dejaron de percibir decenas de millones de dólares en bonos. Para recuperar los campos maduros se demandan inversiones por cerca de MUS$ 30.000 y para llevar la producción a 4.5 millones, con pesado de la Faja, se requerirían alrededor de MUS$ 180.000 millones adicionales en los próximos 4 años. PDVSA debe aportar, o apalancar financieramente, el 60%, ósea, un total de MUS$ 31.500 al año, que agregados a los MUS$/año 10.000 requeridos en inversión directa para mantener sus instalaciones al día y las demandadas en los desarrollos, gasíferos de Paria y Golfo de Venezuela conforman una futuro próximo, con esos recursos ni con el crédito financiero para hacer semejantes aportes.

Las pocas (4 o 5) empresas asociadas que tienen capacidad para llevar adelante esas tareas, se enfrentan a diario a una PDVSA burocratizada al límite, que NO pone su parte del dinero acordado, pero que, en una mezcla de arrogancia e ignorancia, desea ser la protagonista de todas las decisiones. Estas empresas no confían en PDVSA para comercializar el petróleo extraído y recibir su parte del negocio. Su estrategia es entonces “vacilarse” a PDVSA hasta que cambie el modelo y sus protagonistas. Las empresas estatales rusas, que bien pudieran acometer estos proyectos, están inmersas en serios problemas de inversión en su propio país para mantener los actuales niveles de producción. Lukoil dejó el país ante tanta frustración. China e India, sin ninguna duda, autores importantes en el mercado energético de hoy, tienen desventajas de costo en el transporte de crudos y productos por las distancias de navegación y conceden alta prioridad a las exploraciones en sus territorios o en países vecinos. Los demás países (casi 20) con asignaciones en la Faja, como Cuba, Ecuador, Bolivia, Irán, Portugal, Nicaragua, Angola, Sudáfrica, Vietnam, Colombia, Belarús, etc., NO son naciones con recursos para semejante propósitos y por tanto se convierten en invitados de piedra. En los próximos años, quizás se logre acometer algún proyecto de gas y alguna producción temprana en la Faja, que ayude a demorar la declinación natural de la producción petrolera y reducir las importaciones de gas, pero nada más.

Afortunadamente para los venezolanos, Dios NO les dio cerebro petrolero a las huestes socialistas, cuando se trata de dirigir un negocio capitalista por excelencia. Su incompetencia y corrupción le corta, poco a poco, las alas al populismo y ahora se enfrentan a la dura realidad de su autodestrucción sin remedio, porque “revolución con hambre no dura”.

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