Escrito por Emilio Nouel V. Jueves, 26 de Septiembre de
2013
@ENouelV
En todos los proyectos que ha
emprendido el gobierno venezolano en los últimos 15 años, tanto los nacionales
como los que promueve en el exterior, terminan, en su casi totalidad, en
fracaso.
¿Qué es de la vida del plan fantasioso
de desconcentración poblacional “Eje Orinoco-Apure” del año 1999, defendido por
el inefable Giordani, con el cual “nos mudaríamos” al Orinoco? ¿Cuáles son sus
resultados tangibles?
¿Recuerda el lector el gasducto que
desde las costas de Paria atravesaría el corazón de Suramérica hasta la
Patagonia? ¿En que paró?
Estos son, entre muchos, sólo dos
ejemplos notorios del gran fiasco que ha sido el gobierno chavista. Claro, en
estos dos proyectos no todo fue negativo,
unos cuantos se pusieron en muy buenos honorarios.
Pero sigamos.
¿Nos hemos olvidado ya de la
construcción de alrededor de 34 refinerías que se propuso el gobierno, de las
cuales sólo comenzó una en Cuba (Cienfuegos)?
Y si vemos las expropiaciones
caprichosas y disparatadas como proyectos económicos del gobierno, el panorama
no es menos desolador.
El desastre al que han llevado todas
esas empresas no puede ser más grande. Todo lo que tocan lo malogran. Su
incompetencia es congénita.
No solo las destruyeron, sino que
encima tenemos como espada de Damocles, más
de 30 juicios en el Tribunal arbitral del Banco Mundial; demandas que
montan una suma cercana a los 32.000 millones de dólares. Recién nos dieron un
palo con lo de la Conoco-Phillips.
Y lo peor es, que los daños
patrimoniales a la Nación que podrían sobrevenir en los próximos años, se convertirán en una
pesada carga financiera que distraerá fondos necesarios para asuntos sociales
prioritarios. Y no olvidemos tampoco que bienes de la Nación en el mundo
podrían ser embargados.
Éste es el resultado exclusivo de la
conducta de unos irresponsables e ignorantes funcionarios públicos, cuya
ideología demencial y corrupción están hundiendo al país.
En todas las políticas que
instrumentan fracasan. Con el control de precios y el control de cambios han
causado una mortandad de empresas y una inflación enormes. Y ni hablar de la producción
de alimentos, las importaciones de éstos productos desde otros países tiene a
los empresarios extranjeros de plácemes. El funcionamiento de puertos y
aduanas, es una vergüenza. La inversión extranjera la han espantado, y países
vecinos se frotan las manos de alegría cada vez que el gobierno abre la boca o
actúa. Las regulaciones laborales son
una perversión económica, que estimula la haraganería y disminuye la
competitividad.
¿Acaso Venezuela, según organizaciones
internacionales, no se ha convertido en puente ideal del narcotráfico durante
estos últimos años? Este es un descalabro adicional en materia de seguridad.
La última perla de este fracaso parejo
y sostenido es el retiro de Venezuela de la construcción de la refinería de
Pernambuco, valorada en 17.000 millones de dólares.
Nadie debe haber olvidado el sin
número de manifestaciones de júbilo expresadas por Lula y Chávez con ocasión
del anuncio de un proyecto que debían ejecutar Petrobras y Pdvsa en aquella
región brasileña.
Discursos integracionistas inflamados
iban y venían. La hermandad suramericana se estaría anotando un tanto de
trascendencia universal. Los pueblos brasileño y venezolano estaban marcando un
hito en la construcción de “la Patria grande” que tanto habían soñado Abreu e
Lima y Bolívar. El imperialismo y sus lacayos temblarían de miedo ante el
empuje de este duo. Chávez y Lula, convertidos en los adalides de la
integración latinoamericana, iban a doblegar los poderosos del mundo.
¿Qué pasó al fin? Pues, que Venezuela,
después de muchos retrasos, no pudo honrar los compromisos que asumió (40% del
valor). La solvencia del país está en cuestión, cuesta abajo en su rodada. A
pesar de los cerca de 900 mil millones de dólares recibidos durante 15 años, no
hay suficientes dólares para aportar al proyecto, ni para garantizar los
préstamos.
La “alianza estratégica” tan cacareada
se volvió agua de borrajas, puro bla bla. El gobierno venezolano "dobló
las patas".
Más agua para el molino del descrédito
internacional de nuestro atribulado país. Otro fracaso a anotar en el balance
fatídico de los revolucionarios bolivarianos.
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