ANTONIO CAÑO Washington 13
SEP 2013
Ban Ki-Moon afirma que
el régimen sirio de Bachar el Asad "ha cometido muchos crímenes contra la
humanidad"
El secretario general de la ONU, Ban
ki-Moon, adelantó ayer que el informe de los inspectores internacionales en
Siria aportará pruebas “abrumadoras” sobre el uso de armas químicas en el
ataque del mes pasado contra posiciones rebeldes. Aunque no identificó a los
responsables, puesto que eso no figuraba en el mandato original de esa
comisión, Ban acusó en esa misma declaración al presidente sirio, Bachar el
Asad, de haber cometido “muchos crímenes contra la humanidad”.
El informe, que será hecho público la
próxima semana, es el resultado de la investigación que los inspectores
hicieron sobre el terreno unos días después del ataque del 21 de agosto, que
precipitó la amenaza de una intervención militar de Estados Unidos. Ban
anticipó que en ese ataque murieron alrededor de 1.400 personas, la misma cifra
mencionada por el Gobierno norteamericano cuando presentó los datos obtenidos
por sus servicios de inteligencia.
Hace una semana se habría podido decir
que este informe fortalecía la causa de Barack Obama, que entonces buscaba
respaldo para una intervención militar. Ahora, cuando la Administración
norteamericana está explorando una nueva vía para resolver el conflicto
mediante la negociación con Rusia, es posible que esta revelación se convierta
en un inconveniente.
Se espera que, una vez que se conozcan
los detalles, el informe ratificará sustancialmente las denuncias hechas
anteriormente por Washington, y, aunque el presidente ruso, Vladimir Putin,
podrá seguir sosteniendo que los rebeldes se dispararon sobre sí mismos para
provocar la actuación de EE UU, no es probable que su tesis encuentre muchos
seguidores en otros países.
Lo que es indiscutible es que el
informe llega en un momento bastante incómodo, tanto para Putin como para
Obama, quienes, mientras llegaban las noticias de Nueva York, estaban poniendo
en marcha en Ginebra un proceso que se presumía muy largo y complejo para
encontrar una solución diplomática.
Las conversaciones en Ginebra
continúan por segundo día sin progresos tangibles. El secretario de Estado
norteamericano, John Kerry, calificó el diálogo de “constructivo”, pero no se
han dado a conocer acuerdos ni avances en esa dirección, más bien síntomas de
demora y de diversión.
Tanto Kerry como su colega ruso,
Sergei Lavrov, decidieron continuar los contactos en Nueva York a finales de
este mes en el marco de la próxima Asamblea General de Naciones Unidas.
Tratando de disimular la falta de resultados hasta ahora, ambos diplomáticos
sostuvieron igualmente la necesidad de levantar la vista y enmarcar el diálogo
sobre las armas químicas en otro más ambicioso para conseguir un acuerdo de paz
en Siria.
“Estamos comprometidos a intentar
trabajar juntos, empezando por esta iniciativa sobre las armas químicas, con la
esperanza de que estos esfuerzos puedan dar resultado y llevar paz y estabilidad
a una parte del mundo actualmente en guerra”, declaró Kerry en una conferencia
de prensa conjunta. Inmediatamente después aclaró que el acuerdo de paz no
sería posible sin resolver antes el problema de los arsenales químicos.
La idea de una conferencia de paz,
también en Ginebra, entre los bandos en conflicto en Siria y los países con
intereses en la región ha sido explorada por Rusia y EE UU desde hace varios
meses, pero nunca pudo consumarse por los múltiples obstáculos encontrados,
entre otros la exigencia de Moscú de que Irán participase, a lo que se opone
Washington.
Ahora vuelve a surgir esa posibilidad
en circunstancias aún más difíciles, cuando EE UU amenaza con una intervención
militar en Siria como respuesta al supuesto uso de armas químicas por parte del
régimen de Bachar el Asad. Es difícil no interpretar ahora la propuesta de esa
conferencia como una estrategia para ocultar las dificultades de Kerry y Lavrov
para avanzar en el tema que originalmente les llevó a Ginebra: el desarme de Siria.
Todavía no se sabe con exactitud si
los dos ministros permanecerán en Suiza este sábado para intentar darle a su
reunión alguna apariencia de éxito. De momento, el Departamento de Estado ha
anunciado un viaje de Kerry el domingo a Israel, lo que ha hecho pensar que
estará hasta ese día en Ginebra.
El visita Israel, oficialmente
relacionada con Siria, tiene también un gran valor simbólico. El Gobierno
israelí, no solo ve con preocupación esta demora en el castigo que Barack Obama
había prometido a Asad, sino que este ejemplo le hace sospechar sobre la firmeza
de la Administración norteamericana frente a un enemigo mucho más poderoso,
como Irán.
El caso de Israel no es único. Turquía
y algunos países árabes, particularmente Arabia Saudí, tienen reticencias con
el cambio de estrategia que se ha producido en Washington esta semana. El
Gobierno norteamericano va a tener que hacer malabarismos para continuar sus
negociaciones con Rusia sin dejar la impresión de que le está haciendo el juego
a una simple táctica dilatoria cuyo fin, en realidad, es evitar el ataque
norteamericano y proteger mejor las armas químicas. El diario The Wall Street
Journal informaba este viernes, citando fuentes norteamericanas y árabes, que
Siria está moviendo y escondiendo su arsenal nuclear en, al menos, medio
centenar de enclaves distintos a los actuales.
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