Por Eddie
Ramírez, 24/09/2013
Hemos
adquirido destrezas que envidiarían los maquis de la resistencia francesa o los
partisanos de Tito, aunque a veces los opositores somos masoquistas y no
reconocemos nuestras fortalezas. Determinamos que el sabotaje era nuestra
herramienta para debilitar al régimen y establecimos que las prioridades eran
la producción petrolera, el sistema eléctrico y la producción y distribución de
alimentos.
La primera
demostración de fuerza y astucia la dimos después del 8 de diciembre del 2002,
cuando realizamos los primeros sabotajes en contra de la industria petrolera
burlando la militarización de la misma. Algunos de los nuestros, siempre hay
aguafiestas, declararon que fueron accidentes debidos a malas prácticas
operacionales como consecuencia del despido de casi 23.000 de los mejores
trabajadores. Posteriormente, numerosos incendios y explosiones fueron
atribuidos por el régimen a rayos, para ocultar sus debilidades en el control
de las instalaciones.
De inmediato
acometimos el sabotaje eléctrico, atentando contra la generación, transmisión y
distribución. El régimen intentó disminuir la importancia y atribuyó la falta
de generación a que la “Cuarta” apostó a la hidroelectricidad no previendo
sequías. Los problemas de transmisión se los encasquetó a incendios y de las
fallas de distribución culpó a iguanas. Por otra parte, varios profesionales
también desconocieron nuestros arriesgados trabajos declarando que los
accidentes eran por falta de inversión y de mantenimiento. Total, nadie quiere
reconocer nuestra lucha clandestina en contra del régimen.
Por aquello
de que ni los ejércitos marchan con los estómagos vacios, emprendimos el
sabotaje del sistema agroalimentario. Como primera acción nuestros infiltrados
convencieron al régimen que era buena idea estatizar a Agroisleña, con lo cual
logramos que escasearan semillas y agroquímicos. Paralelamente, logramos
sabotear la distribución de alimentos y del vital papel toilet.
Lamentablemente, una vez más el régimen nos quitó los méritos declarando que
comerciantes inescrupulosos acaparaban productos regulados para enriquecerse.
Es decir que los comerciantes de oposición no eran saboteadores patriotas, sino
saboteadores para lucrarse indebidamente.
También
grupos opositores ocasionaron sabotajes en los que dañamos carreteras,
deterioramos hospitales y ocasionamos escasez de medicinas. Más recientemente
el “confiable” Rafael Ramírez nos mencionó como causantes de la tragedia de
Amuay. Este es el único caso de sabotaje que rechazamos ya que no somos
terroristas y allí fallecieron 47 inocentes por falta de mantenimiento de la
refinería, mala operación e ineptitud de los rojos para desalojar la zona en
los 70 minutos que dispusieron. Sin embargo, los otros casos mencionados
demuestran nuestra fortaleza. Felizmente ya el régimen aceptó que todas las
acciones señaladas han sido sabotajes, reconociendo así su debilidad.
Como en
botica: Es inexplicable que algunos opositores descalifiquen a Capriles
tergiversando su discurso en Miami. Más grave que Estados Unidos prohíba
comprarnos petróleo es que prohíba vendernos gasolina
¡No más
prisioneros políticos, ni exiliados!
Eddie Ramírez
eddiearamirez@hotmail.com
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