Por Luisa
Pernalete, 24/09/2013
Queridas maestras poderosas:
Hoy deben comenzar las clases para los más pequeños de
las escuelas. Ya sé que también en primaria hay maestros, pero seguro que en
educación inicial serán contados los colegas – hombres, y será igual en los
primeros grados, por eso, por ser mayoría, les escribo a ustedes.
Es
posible que las vacaciones no hayan sido suficientes para descansar, pues les
habrá tocado, como a casi todos los venezolanos, andar corriendo atrás de un rollo
de papel sanitario o de un kilo de harina, eso agota; también agota estar
sacando cuentas cada día, pues la inflación no perdona y ataca más duro a los
que ganan menos. Créame, les comprendo. ¡Qué bueno sería que los educadores no
tuviéramos que dedicar tiempo a saber cómo estirar el dinero para lo básico.
¿Recuerdan aquella canción? “A mí me pasa lo mismo que a usted”, pero el muro
de lamentaciones está lleno, y a nosotros nos toca hacer vida aquel mensaje de
Jesús al paralítico: ”Toma tu camilla, levántate y anda”. Las quejas no preñan.
Quiero en esta carta recodarles el poder que tienen
ustedes, sobre todo las que trabajan en educación inicial y en los primeros
grados de la primaria. Hay gente que, por ignorancia, cree que estos son grados
“fáciles” y hasta menosprecian a las profesionales que están en esos grados,
¡craso error! En realidad, hoy ningún grado es fácil, cada edad tiene sus
dificultades y la sociedad actual plantea muchos retos a la escuela. La
venezolana tiene sus retos añadidos. Pera además, ya se sabe que los primeros
grados son la base, es en ellos donde se fijan hábitos, las rutinas necesarias
para la convivencia pacífica, el tiempo de abrir las ventanas al niño y a la
niña para que puedan ver todas sus potencialidades. Es el tiempo de que se
sientan y se sepan queridos y aceptados; hay la oportunidad de compensar las
carencias afectivas del hogar – la mayoría por falta de
herramientas de sus padres y no por mala voluntad de los mismos- ¡Hay tantas
cosas bonitas que se pueden hacer en esos grados¡ ¡Hay tantas tareas
fundamentales que deben cumplirse en esa etapa!
¡Ustedes tienen mucho poder!, eso a pesar de las
competencias desleales del medio. Todavía la palabra de una maestra es
importante para los niños. ”Lo dijo la maestra”, suele ser una sentencia
obligada para la mayoría de ellos, y si sabemos ser hacer magia, una palabra de
estímulo puede significar un futuro exitoso para más de un alumno. Puede ser su
salvación.
Recuerdo que hace años una maestra de preescolar, de una
escuela ubicada en un barrio muy pobre y violento de San Félix, se propuso que
todos sus niños aprenderían a leer. Había una pequeña que solía repetir que
ella no aprendería por era “bruta” –seguro que eso le decían en su casa – pero
la maestra, con verdadera terquedad evangélica, y fe en su alumna, le animaba y
le insistía que si podría, ¡y pudo! Paradójicamente la supervisora le amonestó
por estar fijando metas “no aptas” para la edad, pero ese es otro cuento, el
asunto es que todos los niños salieron leyendo.
¿Y dónde dejan el poder que pueden ejercer sobre las
madres de los alumnos? En educación inicialen la primaria, sobre todo en esos
primeros años, las madres suelen estar más pendiente de sus hijos, suelen ir
las reuniones, están atentas a lo que la maestra pueda decir de sus “retoños”,
incluso esas que los docentes calificamos –a veces injustamente – de
“descuidadas”, eso sí, cambie su dedo acusador por una mano extendida, y haga
ver que usted es su “comadre”, y no su juez, y que ambas quieren el bien del
niño para vea cuánto puede lograr. Y si el caso fuera muy “grave”, ensaye con
una visita, una llamada o un pequeño mensaje, y verá la diferencia.
Poder, según el diccionario, es la capacidad de influir
en otras personas. Pues bien, queridas maestras, ustedes son “superpoderosas”,
porque pueden influir en muchos niños y en muchos padres y madres. Hagan uso de
ese poder sanador y creador, y luego, cuéntenme a final de año cómo les fue. Me
adelanto a la imagen y las veo sonrientes.
Un abrazo,
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