Fernando Mires 22 de
septiembre de 2013
Ya lo había dicho y reiterado antes de
viajar a Miami. "Lo peor que puede pasar al país es un golpe de
Estado". No obstante, las mismas palabras dichas en Miami adquieren
diferente connotación. Y eso con toda seguridad lo sabía Henrique Capriles.
Nicolás Maduro, mandatario de
Venezuela, en su siempre infamante estilo había anunciado que Capriles viajaría
el 15. 09. a reunirse con la "gusanera" de Miami para conspirar en
contra de la "revolución". No pudo haber mejor refutación a Maduro
que las palabras de Capriles, dichas desde el mismo "imperio".
"Lo peor que le puede pasar al
país es un golpe de estado".
Léase bien, Capriles dijo sin rodeos,
un golpe de estado es lo peor que puede suceder a Venezuela. No dijo hay golpes
buenos y malos, como seguramente piensan algunas fracciones
"egipcias" de Venezuela. Eso significa que un golpe de estado, según
Capriles, es una alternativa aún peor que el gobierno de Maduro. Por lo tanto
Capriles dejó claramente establecido que está dispuesto a jugársela en contra
de cualquier intento de golpe de estado sea éste a favor de Maduro o en contra
de Maduro.
Por lo demás, si hubiera intento de
golpe de estado, aunque venga de militares chavistas, ¿contra quien puede ser
sino en contra de Maduro? Porque Capriles dijo, golpe de estado. No habló de
autogolpe. En otras palabras, un golpe de estado en contra de Maduro sería no
sólo en contra de Maduro; también sería en contra de la oposición a Maduro. Su
objetivo no podría ser otro sino destruir los restos de institucionalidad que
permanecen en el país, cerrar el camino a las elecciones e imponer un régimen
de fuerza en contra de la mayoría de la nación, de la madurista y de la opositora a la vez.
Las palabras de Capriles fueron
terminantes. Ahora lo saben todos: Si hay militares que en nombre del, o en
contra del chavismo intentan dar un golpe de estado, aprovechándose del
descontento general y de la profunda crisis económica en la cual el chavismo ha
sumido al país, contarán con la más decidida "oposición de la oposición".
Con ello queda muy claro, salvo para quienes no quieran entender, que la
oposición venezolana dirigida por la MUD y Capriles no es golpista, como tal
vez quisiera Maduro que lo fuera. Además -aunque no guste a Maduro- es un
factor de orden institucional. Quizás la oposición es el único factor de orden
institucional que resta todavía en Venezuela. Si no fuera por esa oposición que
encauza por vías democráticas el creciente malestar social, Venezuela no sería
Egipto: Venezuela sería Siria.
Naturalmente, el objetivo de la
oposición, como toda oposición en cualquier lugar donde hay oposición, es
derrotar al gobierno y si es posible, lograr su caída. Pero el objetivo ha de
ser la derrota política, jamás la derrota militar. Eso quiere decir que cualquier
intento no político en Venezuela significaría cerrar el camino a la oposición e
indirectamente al propio PSUV. Quizás ya hay miembros de ese partido que
entienden que la desaparición de los últimos restos de espacios políticos
significaría también el fin del PSUV, ya sea como partido de gobierno, ya sea
como principal partido de oposición, lugar este último que más temprano que
tarde deberá ocupar, si es que sus dirigentes no creen en el principio de la
eternidad.
La mayoría de la oposición (y quizás
una parte del chavismo) ya ha entendido que cuando los militares llegan al
poder lo hacen para quedarse y nunca para irse.
No me referiré esta vez a Chile, donde
algunos políticos con pasado democrático apoyaron el golpe de 1973 como
"salida transitoria". El ejemplo más reciente es el del Egipto de
2013 cuando los militares se montaron sobre los hombros del descontento popular
frente al islamismo de Morsi y dieron un golpe que restituyó el régimen de
Mubarak sin Mubarak, en contra de la oposición democrática y de la oposición
religiosa a la vez.
Probablemente hay pocas situaciones en
la historia, si es que hay alguna, en la cual los militares usurpen el poder
para retirarse inmediatamente. Ni siquiera en Honduras, pues allí los militares
actuaron obedeciendo el mandato de una mayoritaria clase política civil. ¿Se
entiende entonces por qué lo peor que puede pasar al país -Capriles se refería
al país de los chavistas, al de los no chavistas y al de los anti-chavistas -
es un golpe de Estado?
Hay ejemplos en cambio que muestran
como cuando la oposición ha actuado en defensa del espacio político en contra
de intentos golpistas, ha salido fortalecida. Uno ocurrió en Septiembre de 1917
en Rusia cuando el general Lavr Kornilov, aprovechándose de las debilidades del
gobierno de Alexander Kerenski, intentó dar un golpe de Estado, imaginando que
contaría con el apoyo de la socialdemocracia (mencheviques y bolcheviques). Fue
entonces cuando Lenin dio muestras de gran genialidad. Con su consigna
"hay que defender a Kerenski", Lenin aseguró el espacio que muy poco
después permitiría a los bolcheviques hacerse del poder. El segundo ejemplo
también ocurrió en Rusia. Fue en el año 1991 cuando Boris Yeltsin, alcalde de
Moscú y recalcitrante opositor, llamó a las masas a oponerse al golpe militar
dirigido en contra de Gorbachov. Gracias a esa iniciativa Jeltsin logró ser,
poco después, sucesor de Gorbachov en el poder.
Pero en el Egipto de 2013 no hubo ningún Lenin ni ningún Jeltsin. Los
demócratas, con Baradei a la cabeza se sumaron al golpe, aceptando incluso
tareas de gobierno. Pronto -historia conocida- fueron desplazados por los
militares. “Sobre las bayonetas nadie puede sentarse”, dijo Tayllerand a
Napoleón.
Capriles también lo sabe. Sabe también
que el 2013 no es el 2002, cuando generales venezolanos, utilizando el vacío de
poder provocado por una enorme masa opositora sin dirección política, hicieron
renunciar a Chávez. Los militares pusieron en su lugar a un monigote
empresarial (Carmona) para después volver a poner a Chávez. Gracias a ese
auto-frustrado golpe, Chávez emergió con más legitimación que antes.
"Lo
peor que puede suceder al país es un golpe de Estado".
No pudo Capriles haber elegido mejor
lugar para pronunciar esa breve frase. Miami, refugio de demócratas,
empresarios, profesionales y gente común, es también un lugar donde no pocos
cubanos y venezolanos se dejan llevar por fantasías, soñando con salidas
apocalípticas que los devolverán, como por arte de magia, al país de sus
amores.
En Miami existe una gran mayoría de
venezolanos que reconoce a la MUD como directriz y a Capriles como su líder
político natural. Pero también existe –no es secreto para nadie- una
minoritaria fracción antidemocrática, radicalmente aventurera, es decir, una
fracción hecha a la medida del chavismo. A ellos, los que conforman dicha
fracción, dijo Capriles en su propia cara:
"Lo peor que puede suceder al
país es un golpe de Estado".
Para que chavistas, no chavistas,
maduristas y antimaduristas lo sepan y lo graben en el disco más duro de sus
cabezas. El camino de la oposición venezolana es y será democrático y
electoral. La línea ya ha sido trazada.
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Nota: Para conocer el pasaje del
discurso de Capriles en donde se refiere al tema del golpe de estado, hacer
clic en http://www.youtube.com/watch?v=t9_U6kC6Q7M
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