ROSALÍA MOROS DE BORREGALES sábado 21 de septiembre de
2013
rosymoros@gmail.com
@RosaliaMorosB
Es difícil encontrar a alguien que no
quede extasiado al escuchar el dueto entre Celine Dion y Andrea Bocelli en su
magistral interpretación de la canción titulada "The Prayer" (La
plegaria u oración), hermosamente escrita por David Foster y Carol Bayer Sager,
objeto de varios premios, entre ellos un Grammy, un Golden Globe y un Academy
Award. Aunque no fui bendecida con el don de la música, disfruto profundamente
de ella. Lograr escribir algo que inspire a otros es maravilloso, pero lograr
que esas letras se conviertan en música no tiene igual. La música es medicina
para el alma, un idioma universal capaz de establecer lazos que enaltecen los
sentimientos más profundos entre los seres humanos.
Mis dedos se mueven rápidamente en el
teclado, las ideas se suceden una tras otra en mi mente, los sentimientos
afloran en mi corazón. Estoy escuchando a Andrea Bocelli, me deleito en su
música, de alguna manera misteriosa trabaja en mis conexiones neuronales como creando
un puente entre lo que pienso, lo que siento y lo que anhelo.
Aunque he escuchado esta canción
cientos de veces, es hoy cuando decido traducirla en su totalidad. Como un río
que encuentra su cauce cada frase me lleva a mis propios sentimientos, a mi
propia oración. Como la música, la letra de "La plegaria" es también
universal. Sin embargo, la hago nuestra, la convierto en un clamor expresado
desde las entrañas de Venezuela a nuestro Señor.
Las primeras palabras de esta oración
son un ruego para que cada uno de nosotros pueda ver a través de Dios, para que
Él con sus ojos nos guarde en nuestro camino. Entonces pienso: _ Si cada uno de
nosotros pudiera ver a esta nación y al hermano que tiene a su lado desde la
perspectiva de Dios, el odio desaparecería de en medio de nosotros. Con
seguridad contaríamos con su cuidado en nuestro caminar. Luego, al reconocer
que nuestra ayuda viene de Dios, la canción se convierte en un ruego para que
seamos sabios en tiempos como éste; para que ésta sea nuestra oración cuando el
futuro sea incierto, cuando hayamos perdido nuestro rumbo.
Mientras todos los instrumentos se
convierten en un sonido único y armónico, me imagino que la música es como un
hermoso caballo que galopa en la sabana llevando sobre sus lomos las voces de
estos dos grandes talentos, que en esta hora toman de la mano mi pensamiento y
lo elevan al cielo. Las siguientes líneas nos conducen a la petición de ser
guiados a través de la gracia de Dios a un lugar donde podamos estar seguros.
Entonces, recuerdo al salmista al expresar que en medio de la angustia su
corazón estaba confiado solo en Dios. ¡Estar en sus manos es el lugar más
seguro para cada uno de nosotros!
La siguiente estrofa se despliega ante
mí como una de esas noches plena de estrellas en algún hermoso lugar de nuestra
geografía nacional. Mientras los violines parecieran besarme suavemente, la
canción es una petición para que podamos encontrar la luz de Dios; más allá,
para que seamos capaces de mantenerla en nuestros corazones. Es un ruego para
que cada noche cuando las estrellas aparezcan en el firmamento sea un
recordatorio, para todos, del lugar donde está Dios. Una oración para que la
luz de Dios en nuestros corazones ilumine las sombras que llenan nuestros días.
De nuevo, la petición es por la guía
de Dios a través de su gracia. Esta vez, añade la fe como el ingrediente
faltante para poder vivir seguros. Pienso, la fe consiste en la certeza de
creer que Él existe, de creer que es capaz de bendecir a los que le buscan. A
continuación, el clímax de La plegaria se expresa en estas dos voces que se
unen como en un coro en la belleza de dos lenguas, para pedir por un mundo de
justicia y esperanza, para rogar que cada corazón herido pueda ser sanado, para
que todos podamos tocar a Dios, para que podamos alcanzar el cielo.
La última estrofa expresa el deseo por
una vida buena para todos, por el cuidado de Dios para cada uno. Agrega la
esperanza de que cada alma pueda encontrar otra alma a la cual amar. Que esta
sea nuestra oración, que como niños que necesitan encontrar su lugar en el
mundo, todos podamos ser guiados a través de Su gracia y de nuestra fe para estar a salvo, para estar seguros. Me
conmuevo dentro de mí, mientras la flauta y el piano me acarician el alma.
¡Este es el anhelo de millares en Venezuela! Que este anhelo se convierta en
oración. Que cada uno eleve su petición sin olvidar mantener Su luz en el
corazón, sin olvidar que somos instrumentos de Su amor.
"Otra vez os digo que si dos de
vosotros se ponen de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidan,
les será hecho por mi Padre que está en los cielos, porque donde están dos o
tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos".
Mateo 18:19-20
Nota: Para escuchar la canción ir a: http://www.youtube.com/watch?v=cjNfkbQr5zc
ROSALÍA MOROS DE BORREGALES
@RosaliaMorosB
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