Editorial de analítica.com,
18/09/2013
Con todo y
las circunstancias de alta emocionalidad de las últimas elecciones para
gobernadores, sus resultados deben ser un llamado de atención, un campanazo de
alarma, para la Mesa de la Unidad Democrática
Entendemos
perfectamente que el líder de la oposición Henrique Capriles, y con él los
principales dirigentes opositores, mantengan su actitud de crítica permanente
al presidente Maduro y a su Gobierno. Incluso entendemos la política de hacer
ver las elecciones de alcaldes y concejales como una suerte de plebiscito, con
las ventajas que tal concepto tiene para la oposición si hay una disminución
del porcentaje electoral chavista, pero también con el peligroso riesgo de que
el oficialismo conquiste alcaldías emblemáticas e incluso logre arrebatar
algunas a la oposición.
Con todo y las
circunstancias de alta emocionalidad de las últimas elecciones para
gobernadores, sus resultados deben ser un llamado de atención, un campanazo de
alarma, para la Mesa de la Unidad Democrática, pues si bien Nicolás Maduro se
derrumbó y cerca estuvo de perder la Presidencia, el chavismo arrasó con las
gobernaciones muy poco después.
Pero al mismo
tiempo hay algunos temas que por su extrema gravedad deberían ser parte de la
constancia estratégica del Gobernador Capriles y de la organización de la Mesa
de la Unidad. La política de años de Chávez y de Maduro de ignorar o retrasar
incluso año tras año la discusión de contratos colectivos, demuestra un
desprecio a los trabajadores que afirman defender. El desastre del servicio
eléctrico va mucho más allá de sólo el apagón anecdótico, es un problema diario
que afecta a los hospitales ya de por sí devastados, a las empresas y
organismos públicos y privados que pierden horas de trabajo, a la vida diaria
de millones de personas. Y la sangrienta inseguridad, por supuesto.
Un ejemplo
terrible que salta a la vista es el descuido oficial con la formación de niños
y adolescentes en los institutos públicos de educación, y sobre todo la más que
demostrada tergiversación deliberada de hechos y de adecuadas interpretaciones
de acontecimientos, es decir, el uso descarado de propaganda política en los
programas y libros que el Gobierno regala, obsequio nada desinteresado.
Sería conveniente
que en las oficinas de Capriles y de la MUD alguien gritara nuevamente aquella
frase “con mis hijos no te metas”.
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