Aurelio Useche K Martes, 17 de septiembre de 2013
Pensar que el Gobierno de Maduro haga
una rectificación a fondo de la política económica, es una ilusión, sobre todo
porque ello implicaría solicitar asistencia financiera al Fondo Monetario
Internacional. Y este solo hecho significa una traición a los principios y
fundamentos de la llamada revolución chavista, de ser contraria a los
postulados de una economía de mercado. Venezuela no cuenta con financiamiento
exterior de mayor significación, salvo el que venía prestando China, ya agotado
por el país.
No obstante, no recurrir a esta ayuda
exterior, seria descartar una alternativa posible. Existen otras a las cuales
pudiese recurrir, que en todo caso serían apenas medidas transitorias, como,
por ejemplo, la apertura de una banda de cambio libre y la elevar modestamente
el precio de la gasolina, las que lograrían apaciguar muy tenuemente la crisis
económica de Venezuela.
Hay que estar claros. Venezuela
enfrenta, quizás, la más profunda crisis económica de los Siglos XX y XXI de su
existencia; es decir, nunca antes se habían observado tantos desequilibrios y
desajustes como los que está padeciendo hoy la población venezolana, por la
crisis de su economía. Veamos: Déficit en Balanza de Pagos Total del orden de
los $50.000 millones , y quizás del orden de los $ 30.000 entre exportaciones e
importaciones; un enorme Déficit Presupuestario ( 15% PIB); inflación que
estimo llegue al 70% a fines de 2013; desempleo, que se hará más evidente al no
poder cumplir con las misiones, por la grave situación fiscal; escasez de
productos básicos de consumo, por efecto del control de precios; limitaciones
de divisas y una pésima gerencia estatal de las industrias de alimentos, a más
de otros productos como la gasolina, el cemento, el acero , etc.
Una gigantesca crisis en el suministro
de electricidad, por las carencias de inversiones en generación, transmisión y
distribución; déficit de abastecimiento de agua potable en casi toda la
poblaciones del país, y, para colmo, una industria petrolera al borde de la
insolvencia financiera, sin capacidad para aumentar las exportaciones en el
corto plazo, teniendo en cuenta que cuya única fuente de financiamiento es el
Banco Central de Venezuela, institución que está actuando en el sentido
contrario para la cual fue creada, como autoridad monetaria, transformándola en
una fuente de crédito al Gobierno. Sus efectos los tenemos todos los días
cuando los venezolanos vamos a comprar al mercado y encontramos que los precios
cada día se elevan rápidamente, en los productos que existen en los stands. En
los otros bienes de consumo pasaría lo mismo, pero no hay disponibilidad.
Una rectificación del Gobierno tendría
lugar, si asume las responsabilidades que le corresponden. Es decir que es
necesario corregir y enfocar la política económica, desregulándola, soltar las
intervenciones, e invitar al capital extranjero, de primerísima prioridad para
solventar la crisis, a la inversión petrolera y en energía. Tal como se ha
planteado México, país, que tiene un sector externo de exportaciones de
automóviles, equipos y tecnología, diferentes al petrolero de importante
presencia, pero que Venezuela no tiene.
Tengo profundas dudas de que se
produzca una rectificación. La reciente creación de un Consejo Interventor y
Regulador de la Economia, más bien apunta hacia una toma aun mayor de control
por parte del Estado, del resto del sector productivo aun en manos privadas, a
quienes continua acusándose de saboteadores.
Desde luego, la creación de este ente,
y otras medidas más, como la apertura de un mercado paralelo y no libre, como
algunos analistas comentan, con la continua intervención del Gobierno, el cual
no podrá sustituir al negro. Ello solo logrará extender la vida de esta
economía por algunas semanas más. Y esperar las elecciones de Diciembre, que
solo serán un evento político, pero que no van a cambiar ni resolver la crisis
económica
En todo caso, hay que estar
conscientes de que el Gobierno, cuando la situación sea ya de extrema gravedad,
podrá apelar a una rectificación solicitando un gran dialogo nacional. Ello es
una posibilidad, desde luego, pero pensamos que ya es tarde para armar un pacto
político como el que requiere una situación de esta profundidad. Por ello,
recuerdo la famosa frase “Cojan alpargatas que lo que viene es Joropo”,
pronunciada por Luis Herrera Campins, cuando Chavez ganó las elecciones en
1998. Y es lo cierto. No ha existido un día de descanso del joropo al cual nos
sometió Chavez, desde ese entonces hasta acá, y todavía falta mucho más por
bailar.
Se comenta, que en estas
circunstancias la oposición debería asumir una responsabilidad en dar el apoyo
político, para una rectificación económica. Ello sería viable, si desde luego
el Gobierno convoca al país nacional y al país político a un dialogo, pero me
temo que personas como Maduro, Cabello, Miguel Torres y Jaua, tendrían que
retrotraerse y olvidar el discurso político actual. Ello implicaría, no
considerar a la MUD como organización de fascistas traidores, cómplices del
Gobierno de los Estados Unidos de América, ocupados más bien en forjar un golpe
de estado y sabotear al Gobierno. ¿Es ello posible?
Otros países han logrado ese gran
pacto nacional, como Chile y la Concertación Democrática. España y los pactos
de la Moncloa, y ahora México. Pero ninguno de ellos ha sido posible, sin que
hayan estado precedidos por una ruptura, salvo el caso de México, cuyos
políticos conscientes de una eventual crisis de autenticidad del régimen, se
han adelantado a la ruptura, como la que desea con fervor revolucionario Andres
Manuel López Obrador.
Una eventual salida por vías de la
acción militar, sería trágico para el país. Nuestras Fuerzas Armadas, son parte
del actual régimen al cual le dan apoyo, no solamente por razones
institucionales. En este caso van mucho más allá, por cuanto comparten
responsabilidades políticas en la conducción del Gobierno, desde varios ángulos
políticos y administrativos. Estamos en presencia de una gerencia pública de
mayoría militar.
Otra salida sería plantearse Maduro
una renuncia y convocar a elecciones presidenciales, pero ello entraría al
terreno de las utopías.
De tal modo que las salidas de la
crisis implica una enorme rectificación del Gobierno, la cual ojalá se haga
realidad y la que sería la más sensata para el país; pero estimo,
desgraciadamente, que no están dadas las condiciones desde el Gobierno para
ello. Un país sin posibilidad de dialogo y reconocimiento de las partes, solo
apunta a entrar en una etapa superior de la crisis.
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