Enrique Meléndez / La Razón / 15 sep 2013
Entrevista:
Según la historiadora Margarita López
Maya, la ausencia física de Chávez se va a sentir el 8 de diciembre, como ya se
sintió el 14 de abril con la pérdida de una importante votación de una parte
del oficialismo.
"Es más que probable que esto
siga sucediendo porque Chávez lo era todo. Las elecciones siempre fueron
plebiscitarias a favor o en contra del presidente Chávez", indica la
también docente universitaria.
¿Se acabó el chavismo, luego de la
muerte de Hugo Chávez?
-No, después de 14 años de un proceso
tan intenso, complejo y lleno de cambios; como ocurrió durante los años de
gobierno del presidente Chávez, han quedado algunas raíces allí, que están en
pleno desarrollo. Yo diría que estamos en un proceso de transición hacia la
permanencia del chavismo como una fuerza política, sin Chávez.
¿Existe algún paralelismo entre el
post-gomecismo y el post-chavismo, tomando en cuenta que, tanto Juan Vicente
Gómez, como Hugo Chávez marcaron épocas importantes en la vida venezolana, y
ambos caudillos dejaron sucesores políticos para continuar con sus respectivas
obras?
-Sí hay bastantes analogías entre la
forma de ejercer el poder Juan Vicente Gómez y como lo ejerció Hugo Chávez.
Ahora, las épocas históricas son, totalmente, diferentes. Gómez abre el siglo
XX, prácticamente, porque Cipriano Castro abandona el poder en 1908; cuando va
a comenzar la Venezuela petrolera.
-Entonces, es el momento en que la
sociedad venezolana comienza una ruta hacia la modernización; que recorre casi
todo el siglo XX hasta los años ochenta; cuando ese modelo de modernización
hace crisis hasta el final de la década de 1990, cuando Chávez toma el poder.
-Es decir, lo hace en plena
decadencia, vamos a decirlo así, de un modelo de desarrollo modernizador, y él
intenta sustituirlo con un modelo que nos permitiera ir hacia el siglo XXI con
algún éxito, y en contraste con lo que habían sido las últimas décadas del
siglo XX. En el caso de Juan Vicente Gómez todo estaba por hacerse en
Venezuela.
-Este era un país bastante pobre; un
país con mucha penuria. Había pasado por guerras civiles, endeudamientos muy
grande en el siglo XIX, y no tenía un proyecto modernizador. En ese sentido la
sociedad venezolana se encamina hacia la modernización; que fue ejemplar en
algunos aspectos, en relación al resto de la América Latina.
-Mientras que cuando entra el
presidente Chávez ya estamos en plena decadencia de nuestra modernización. Hay
un modelo económico que está en crisis; hay una descomposición social muy
fuerte; hay una crisis políticas. Son momentos muy diferentes. Pero,
paradójicamente, el ejercicio del poder se parece mucho.
-Gómez era una caudillo, que gobierna
de manera personalista, sin institucionalidad; concentra todo el poder, y el
presidente Chávez, practicamente, hace lo mismo: gobierna un país, pero con
ello destruye una institucionalidad, que estaba, sumamente débil; él la termina
de destruir; hoy en día tenemos un país con una institucionalidad, totalmente,
destruida; concentra todo el poder; ejerce el poder de una forma personal por
esas mismas razones que no hay instituciones.
-En la forma de gobernar se parecen
mucho; pero las épocas son como muy distintas. Hay una que como que comienza a
caminar hacia un auge, y la otra hacia profundidades mayores de una crisis.
Se habla mucho del “legado de Chávez”,
¿cuál lo fue, realmente, a la historia contemporánea de Venezuela?
-Yo diría varias cosas; para mencionar
algunas de tipo positivo; el legado de Chávez es haber vuelto a poner sobre la
mesa un problema, que es característico de América Latina, y son las
condiciones de desigualdad y de pobreza de las grandes mayorías de estas
sociedades. En el momento en que Chávez entra al poder, ese ya no era un tema
en la agenda de los programas de ajuste económico; de las políticas del
neoliberalismo; cuando entonces sólo de lo que se hablaba era de crecimiento
económico, a insertarnos en la globalización.
-Chávez no, Chávez pone sobre la mesa
el problema de la pobreza, de la desigualdad: ustedes no van a tener democracia
hasta que no tengan resuelta esta situación. Eso no es, solamente, un legado
positivo para Venezuela, sino también para toda América Latina. Con el siglo
XXI todos los gobiernos, de derecha y de izquierda, de nuestra región ponen de
primero en la agenda el problema de la desigualdad; el problema de la pobreza;
el problema de conseguir sociedades más igualitarias.
-Otro hecho positivo, que le veo yo,
es que puso también sobre la mesa el tema del socialismo; cuando ya nadie nada
medio por el socialismo, sobre todo, a raíz de la caída del Muro de Berlín.
Aunque parezca en ese momento un poco temerario y descabellado volverlo a
poner; sin embargo, el socialismo hoy en día ha cobrado una cierta fuerza
política; yo lo digo en términos discursivos.
-Porque, en realidad, podemos hacer
muchas críticas de eso. Pero el tema del socialismo estaba tan trillado; llega
un momento en que nadie se atreve a mencionarlo, y vuelve a tomar un cierto
desarrollo como debate; una discusión sobre ese tipo de propuesta.
-Más, particularmente, para Venezuela
yo creo que también en términos positivos, uno pudiera decir que en estos
catorce años hubo una ampliación de la inclusión social en Venezuela; con
independencia de los desempeños de la proporción de los ingresos invertidos, a
este respecto, en Venezuela hubo una reducción de la pobreza, y hubo procesos
de inclusión.
-En nuestro país hoy en día hay más
gente que se siente ciudadano; que lo que se sentía en el pasado. Ese término
de inclusión social se observa en el hecho de que mucha gente se apoderó en los
barrios y en los sectores populares, en su conjunto, gracias al discurso y a
las prácticas parcipativas.
¿Considera que el título de
“Comandante Supremo” para Chávez y el de “Benemérito” para Juan Vicente Gómez o
el de “Presidente Eterno”, para King Il-sung, tienen como denominador común la
sumisión ante el caudillo y el culto a la personalidad del líder?
-Ese tipo de título es como
nobiliario. Es decir, yo los veo así como sociedades que no terminan de tener
una mentalidad democrática; de que todos somos iguales. Me parece que las
fuerzas que imponen de alguna manera esos títulos, que en este caso es el gobierno
mismo el que los fomenta, a través de sus políticas pública; que ahora al
presidente no se le diga así o jefe de Estado, como se les decía antes, sino el
de “Comandante Supremo”.
-Además de nobiliarios me parecen
militaristas; reflejan una mentalidad premoderna o postmoderna, vamos a decirlo
así, en el sentido de que vuelven a una idea sacralizada del líder principal;
lo cual no es muy republicano que digamos, como sí religioso, en el sentido de
que detrás de eso se trata de fomentar una religión a través de una figura,
generando una especie de culto a la personalidad.
¿Considera acertada la proposición
hecha por algunos dirigentes del gobierno de llevar a Hugo Chávez al Panteón
Nacional?
-Eso no está descartado en el caso del
presidente Chávez, habiendo sido un político destacado. Pero eso tiene sus
procedimientos; claro, el chavismo no cree en los procedimientos; no cree en
las instituciones, pero eso está regulado por la ley. Hay que esperar un
tiempo, en el cual se decante el legado; las personalidades que han tenido
actuación pública en Venezuela; entonces, cuando han pasado dos o tres
generaciones se abre o se ventila el evento, para ver si, en verdad, debe ir o
no al Panteón.
¿La Venezuela que tenemos hoy es
superior, en términos económicos, afectivos, éticos y sociales, a que Hugo
Chávez recibió en el año 1999?
-Yo lo plantearía de la siguiente
manera: nosotros en el año 1999 estábamos en una profunda crisis; que se ha
llevado unas dos décadas; una crisis de nuestro modelo modernizador; de nuestro
modelo industrialista. Fue una crisis que afectó la sociedad; se produjo una
descomposición social; recuerda que aquí hubo escenarios de retrocesos en el
mercado laboral formal; aumento de la pobreza; aumento de la informalidad;
descomposición social, y un proceso muy severo de crisis política. Que es lo
que explica la emergencia de Hugo Chávez: una ruptura con el pasado; una
seducción con el populismo; que fue lo que se produjo en las elecciones del año
1999.
-Yo considero que estamos en la misma
crisis; me parece que esa crisis trató de ser resuelta, y los venezolanos
fueron a las urnas a votar por otras élites, por otros líderes, y por otras
propuestas, para ver si podían salir de aquella crisis, y a la vuelta de la
esquina está; porque al pasar tantos años se ha agudizado. Porque, ¿cuáles eran
las expectativas que tenía el país a fines del siglo XX? Superar el modelo
rentista-petrolero; crear una sociedad más igualitaria; cumplir con los pobres
en el acceso a los derechos humanos básicos; a los servicios públicos con
eficiencia.
-Yo llevé a cabo una investigación en
el año 1999 sobre la protesta popular en la calle. Recuerdo que le poníamos el
micrófono a la gente en la calle, ¿qué por qué protestaba? Nosotros llegamos a
la conclusión; luego de hacer una cantidad de entrevistas por un tiempo
determinado en el año 99, de que en lo fundamental la gente estaba exigiendo
eficiencia pública.
-Entonces a la vuelta de catorce años
ese problema está intacto si no se ha agravado. De modo que se trata de la
misma crisis que se arrastra desde ese momento; que se trató de superar con
nuevos líderes y nuevas propuestas; sólo que no se logró.
¿Cuál es su balance sobre los seis
meses de gobierno madurista? ¿Va Venezuela en la ruta correcta?
-La reflexión que uno puede hacer
sobre Maduro es que él entra en un momento muy difícil; una persona que ha
concentrado tanto poder, como el presidente Chávez; que disolvió toda la
institucionalidad, para transformarse en el centro de todo; se va, de repente,
dos años con una enfermedad, y entra un señor, que no estaba capacitado ni
había pensado que iba a estar destinado para la presidencia de la República.
-Así que le tocado estar en una
transición, para determinar si él logra mantener el legado del presidente
Chávez, y continuar. A mi modo de ver, Maduro está sobreviviendo allí. Yo
considero que él no tiene mucha capacidad para salir de esta tremenda
dificultad, en la que se encuentra de estar en el poder en esta transición.
-Se trata de un hombre que se haya
circunstanciado; porque no es capaz de ser él mismo; siino que usa la plana que
le dejaron, y que es la de ser Chávez: imita a Chávez en todo; pero no es capaz
de proyectar un liderazgo con una personalidad propia. Ganó con muy escaso
margen; de modo que también en el chavismo es un líder débil. Maduro lo que
está es sobreviviendo allí; mientras se siguen acentuando los desarreglos de la
sociedad y de la economía; que son, en buena medida, el legado que le dejó
Chávez a él.
-Porque tampoco vamos a decir que es
que él no lo supo hacer; es que todo eso es el producto de catorce años de
administración de la economía y de la sociedad, bajo las propuestas políticas
del presidente Chávez.
Desde su punto de vista; ¿es posible
que haya factores dentro del oficialismo, que no comulguen con Maduro y pugnen
por derrocarlos?
-Sí, sin duda, y eso, además,
cualquier teoría populista te lo va a señalar: en el momento en que desaparece
el líder populista; el líder encarnado; la figura carismática lo que deja
detrás es una pugna entre otros liderazgos que luchan por ver si logran
sustituir ese legado. EL presidente Maduro ganó por muy poco margen en las
elecciones del 14 de abril. Perdió más de un millón de votos, en relación al
presidente Chávez seis meses antes, de manera que eso puede atizar el fuego
allí dentro del chavismo, en el sentido de que no fuiste capaz de mantener ni
siquiera al mes inmediato de la muerte del presidente Chávez su caudal
electoral, así que habrán muchos allí que aspiran.
- Además, nosotros tenemos que
recordar que este es un partido coherente, ideológicamente, que allí no hay una
militancia formada que no es la del presidente Chávez quien constituía el
centro de gravitación del chavismo; identidad que se perdió. Entonces allí en
el seno del chavismo todo el mundo es pájaro, para decirlo de alguna manera,
pues todo e mundo se siente igual y con iguales derechos.
- Hasta que tú no demuestres que
tienes un liderazgo clave o claro, que tienes popularidad importante; tú estás acosado
por el resto del liderazgo que están en este momento compitiendo allí.
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