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lunes, 16 de septiembre de 2013

La complejidad

JULIO DÁVILA CÁRDENAS sábado 14 de septiembre de 2013

...fortalezcamos nuestro espíritu. No permitamos que logren el triunfo definitivo

Mientras más se medita sobre las características de este régimen, parece sumergirse uno en situaciones sumamente complejas. Decía el pensador francés Edgar Morín que siempre se anda en busca de respuestas que disipen las brumas y las oscuridades, que ponga orden y claridad en lo real, que revele las leyes que lo gobiernan. En síntesis, que definan de manera simple y clara lo que nos confunde y perturba. Eso, por ahora, resulta bastante complicado.

En efecto, si pensamos de manera simple, el objetivo de un gobierno debería ser alcanzar el progreso y desarrollo de quienes habitan en el territorio de la nación, haciendo uso de sus mejores recursos humanos y materiales para lograr que a través de una excelente educación, se pueda gozar de buenos servicios de salud y seguridad, se estimule a la iniciativa privada para que se produzcan empleos suficientes y bien remunerados; que la economía sea sana y fiel reflejo de la prosperidad del país. Que los gobernantes sean ejemplo de capacidad y rectitud en el manejo de la cosa pública.


Lamentablemente, eso no es lo que sucede en Venezuela. Parece ser que el propósito de quienes desde hace quince años se han mantenido en el poder, ha sido única y exclusivamente permanecer indefinidamente disfrutando de él. Entendiendo por disfrute, aprovecharse de los recursos en beneficio propio. Por ello, algo que debería ser simple se nos convierte en complejo. En un problema y no en una solución.

Hace poco leí unas reflexiones con las que se responde a una carta angustiosa de un conocido actor venezolano. Allí se decía que el espíritu humano no crece ni se desarrolla mucho en medio de los triunfos, ya que logrados estos se celebra y allí termina. En cambio, cuando nos derrotan salimos a reflexionar y a crecer espiritualmente. Haber visto cómo se ha destruido el país, tirando por la borda la posibilidad de rescatar a nuestro pueblo de la humillación y la pobreza, nos ayudará a fortificar el alma de nuestra sociedad. Esa inmensa derrota debería ayudarnos.

Lo que para nosotros ha sido un fracaso, puede ser que para los del régimen no lo sea. Para los demócratas, el vivir viendo cómo se pretende establecer una hegemonía, desconociendo la Constitución, apoderándose de todos los poderes, mintiendo, tratando de acabar con quienes piensan distinto, llevando el país a la ruina, constituye una derrota. Pero si el propósito es seguir el ejemplo cubano, eliminar libertades, destruir la iniciativa privada, lograr el pensamiento único y el control de los medios e impedir que las clases más necesitadas escapen de la pobreza y los de clase media se conviertan en pobres, entonces es un triunfo del régimen. Aprendamos de nuestra derrota y fortalezcamos nuestro espíritu. No permitamos que logren el triunfo definitivo.


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