Por Jesús Alexis González, 26/10/2013
En total apego a una racional política monetaria el Banco Central de Venezuela (BCV) puede emitir bolívares en monedas y billetes luego de haber adquirido activos internacionales como oro y divisas (moneda con aceptación internacional) que son contabilizados como activo, todo ello como resultado de las exportaciones del país y tal emisión se denomina dinero orgánico (con respaldo); de igual modo el BCV puede realizar emisiones cuando adquiere papeles de deuda (activo no financiero) a la luz de una operación de crédito interno básicamente representada por papeles de deuda del Estado venezolano.
Es decir,
cuando el BCV emite dinero soportado en títulos de deuda (bonos) lo hace respaldado sólo por
papeles que obviamente no tienen
su origen en transacciones productivas corvirtiendose por tanto
en un elemental asiento
contable que toma la forma de dinero inorgánico (máquina de hacer
dinero); o lo que es lo mismo no está respaldado con
una mayor producción del aparato productivo nacional.
En este
orden de ideas, en Venezuela 2013 la emisión de dinero inorgánico se situó por
encima de los 280.000 millones de
bolívares.
Es por demás conocido que la economía venezolana refleja actualmente un desequilibrio
macroeconómico cuya expresión más tangible (con efectos devastadores sobre la sociedad)
es la inflación que acumulada 1999-mayo 2013 supera
el 1800% y para mayo 2013 alcanzó un 6,1% (la histórica más alta desde 1996), la
cual es estimulada por el crecimiento
masivo de la liquidez monetaria (cantidad
de dinero en circulación) que, entre otros males, rompe con el obligante
equilibrio en relación a la cantidad de bienes sujetos a ser demandados
(escasez) habida cuenta que la masa de dinero aumenta a una velocidad superior
al crecimiento de la producción, dentro de un escenario vinculado, por
un lado, a la asistencia financiera del BCV hacia entes gubernamentales
(Gobierno central, PDVSA y otros) ante el hecho que la gestión pública viene
experimentado en los últimos años un permanente
déficit (más gastos que ingresos) que a la fecha se sitúa en un monto superior al 14%
del PIB, situación que simultáneamente intentan paliar mediante emisión
de deuda interna (en condiciones ventajosas) cuyo saldo para el IS 2013supera los 60
millardos de dólares apoyada por el acorralado ahorro nacional; y por
otro lado, ante la puesta en marcha de una política
monetaria expansiva para incrementar la demanda agregada con intenciones soterradas bien
alejadas del acontecer económico.
El conocimiento económico es determinante al indicar que cuando un Banco
Central adquiere papeles de deuda para luego emitir monedas y billetes lo hace
en razón a una falta de liquidez en la economía, caso muy distinto al venezolano si
observamos que en el período 2000-2013 la liquidez M1 (monedas, billetes,
depósitos en ahorro y cuenta corriente)creció en más de un 6.000%, y en lo específico
del lapso junio 2012-junio 2013 creció
en un 65,9% hasta ubicarse en unos 830.000 millones de bolívares (cerca de 80.000
fueron emitidos para financiar a PDVSA); siendo que este impresionante
crecimiento de la oferta monetaria fue impulsado, primordialmente, por el gasto
público que se ha elevado desde un 29% del PIB en 1998 hasta un 44% en 2012, con
una estimación 2013 por un monto superior a los 600.000 millones de
bolívares. Tal como se deprende de la simple lectura de estas cifras (y de sus
implícitas consecuencias) no resulta aconsejable ni conveniente que el BCV
se convierta en una caja chica para financiar los compromisos del Gobierno,
muchos de ellos de orientación populista.
Econ. Jesús Alexis González
economista611@gmail.com
@jagp611
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