Escrito por Alexander Cambero (periodista) Lunes, 28 de
Octubre de 2013
@alecambero
La ineptitud del régimen nos colocó
frente al abismo. De repente el alentador porvenir sufrió un peligroso resbalón
que nos situó en los predios del desastre. Una nación con los capitales
necesarios para convertirse en un ejemplo de grandeza y desarrollo sustentable,
se encuentra sumergida en una profunda crisis. Este régimen manejó en los
últimos diez años la bicoca de 950 mil millones de dólares. Cifra que
quintuplica los recursos de toda Centroamérica en los últimos quince años.
Además representa una de las entradas monetarias más importante de las naciones
en vías de desarrollo, abriendo la posibilidad de pasar de una nación con
fragilidades a tener un crecimiento espectacular en todos los órdenes.
¿Qué ocurrió? La revolución creyó que el mandato popular
les daba patente de corso para utilizar a discrecionalidad las riquezas de
todos los venezolanos. En un festín bochornoso de encuentros y lentejuelas
dilapidaron los recursos con la más espantosa corrupción. Alentando aventuras
de corazones violentos que actuaron en contra de las instituciones democráticas
del hemisferio. Se convirtieron en los sostenedores de países que vinieron a
usufructuar los recursos de la renta petrolera en desmedro de todos los
venezolanos. La fortuna nacional se fue quedando en los bolsillos de aquellos
que dibujan al socialismo como el defensor de los pueblos expoliados por el
imperialismo norteamericano. Sin embargo ellos practican las mismas desventuras
que le cuestionan a su ancestral adversario ideológico universal. Son depredadores
de todo lo que consiguen a su paso, solo que gozan de la buena pro de
representar a los pobres a los cuales contentan con migajas mientras ellos
viven como príncipes medievales. Los condenan a vegetar en la miseria, ya que
manteniéndolos allí pueden jugar con su estómago vacío y manipular sus sueños
con el señuelo de la esperanza.
Es increíble como pasamos de tener un
futuro promisor a vivir hipotecados al caudillaje chino. El futuro de la patria
en manos del dragón asiático, con las ínfulas de pulverizarnos con su poder.
Está revolución traicionó a nuestra nación, nos vendió a manos extranjeras para
hacernos tan dependientes como aquellos pueblos que se arrastraron ante el
capitalismo salvaje. Estos dilapidadores del erario nacional acabaron con nuestros
recursos y nos convirtieron en un país con dieciocho millones de pobres, con la
mayor inflación del hemisferio occidental, asimismo con un nivel de
criminalidad y desempleo en permanente alza. Con su primitivismo ha perseguido
al sector privado de la economía reduciéndolo a la mínima expresión. Su nula
política agropecuaria la disfrazan con una importación que desfavorece a
nuestros campesinos convirtiéndolos en expresiones del desamparo. Ellos
prefieren fortalecen las economías de sus países amigos que trabajar por
impulsar nuestro desarrollo. En concreto: nos arruinaron hasta hacernos presa
fácil de grandes intereses del extranjero. Llenaron el fértil valle con la
semilla envenenada de su prédica ideológica.
Estamos a las puertas del abismo. El monstruo
del socialismo chavista se tragó 950 mil millones de dólares que fueron a parar
a los bolsillos de los revolucionarios de pacotilla. La colosal fortuna hizo
que estos se transformaran en la cofradía boliburguesa. Una elite que pontifica
en el mundo de la justicia social pero que vive en la esplendidez del gran
confort.
¿Dejaremos que nos sepulten con sus
miserias? Llegó la hora de enfrentar con dignidad a los pillos que nos
subyugan. Creemos en el marco democrático y allí nos mantenemos, eso no quiere
decir que debemos ser actores pasivos que desde la ventana de la casa
observemos el cadáver del país paseado en brazos de sus enemigos. La patria
clama por venezolanos valientes, estamos mirándonos en el profundo agujero que
nos desliza hasta el abismo. Todavía tenemos tiempo de tomar un ramo del árbol
caído y saltar hasta la superficie, nos estamos jugando la patria…
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