Por Eddie Ramírez, 22/10/2012
¿Por qué intervienen los militares para
cambiar el rumbo político de un país? ¿Se justifican estas intervenciones? La
teoría de que los militares intervienen por ambición política solo es cierta en
algunos casos. Generalmente, esas intervenciones se producen porque existe un
malestar colectivo más o menos generalizado y los militares perciben que los
civiles no pueden resolver los problemas que aquejan al país. En el fracaso de
los civiles en el ejercicio de gobierno está la excusa y a veces la
justificación que esgrimen los militares para actuar.
Cuando los Poderes del Estado son autónomos y
al frente de los mismos hay funcionarios íntegros, los países logran evitar
mediante los controles institucionales y con elecciones las indeseables
intervenciones militares. Las crisis se presentan cuando se cierra la vía
electoral, cuando se viola la Constitución o cuando se produce un estado de
anarquía que impide la gobernabilidad.
Por ejemplo, la intervención militar del 18
de octubre de 1945 se justificó para desplazar los restos del gomecismo dentro
del ejército y de la administración pública. El bonachón Medina Angarita quería
imponer a su sucesor, por lo que no estaba dispuesto a realizar elecciones en
las que todos los venezolanos pudiesen votar. En esa oportunidad los militares
buscaron y obtuvieron el apoyo del partido Acción Democrática. El 24 de
noviembre de 1948 se produjo como reacción al malestar por el sectarismo de AD,
lo cual han reconocido muchos de sus dirigentes. ¿Pudo evitarse este golpe que
contó con el apoyo tácito del partido Copei? Desde luego que sí, pero faltó
madurez política. La intervención militar del 23 de enero de 1958 contó con
apoyo popular y se produjo por los atropellos del régimen y porque el dictador
Pérez Jiménez cerró la vía electoral.
Varias intervenciones militares fallidas
ocurrieron posteriormente. En todas ellas el argumento fue que los civiles no
gobernaban de acuerdo a los intereses del país. Según algunos “el pecado de los
militares no es por intervenir en momentos de crisis, sino por perpetuarse en
el poder”. Sin embargo, en condiciones normales no deben ser árbitros que
deciden cuándo intervenir, sino expresar sus inquietudes e incluso ejercer
presiones, si el caso lo amerita, a través del alto mando. El 11 de abril del
2002 ese mando actuó correctamente al recomendar dialogar y, posteriormente, al
desobedecer la orden de Chávez de arremeter contra una manifestación pacífica,
aunque después faltó comando para una transición adecuada.
Hoy el alto mando es sumiso, la Fuerza Armada
está dividida y hay varias docenas de oficiales en el exilio. La incógnita es
¿Cómo evalúan los militares activos la doble nacionalidad de Maduro, la
creación de las milicias, la injerencia de los cubanos, la marcha hacia el
castro-comunismo, el entreguismo a Guyana y las constantes violaciones a la
Constitución? A los civiles no nos corresponde despejar esa incógnita, sino
votar el 8 de diciembre, seguir protestando los atropellos y convocar una
Constituyente.
Como en botica: Nuestra solidaridad con el diario 2001. La censura sigue ganando
terreno. Ahora también importamos gas de bombona desde Catar.
¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
Eddie Ramírez
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