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lunes, 14 de octubre de 2013

Maduro parodia a Chávez

ELIZABETH ARAUJO 12 de octubre de 2013

Entrevista a @cocap

Colette Capriles afirma que la obsesión habilitante de Maduro debe verse en el contexto de una transición política, en la que el heredero designado lucha no tanto por legitimidad sino por tener el mayor poder posible dentro del diseño general de la cosa chavista

Colette Capriles afirma que la obsesión habilitante de Maduro debe verse en el contexto de una transición política, en la que el heredero designado lucha no tanto por legitimidad sino por tener el mayor poder posible dentro del diseño general de la cosa chavista.
Para la filósofa, psicóloga social y profesora en la USB (autora de La máquina de impedir), la cosecha del diputado 99 (sin olvidar los dos diputados, el 97 y 98 que no estaban en la cuenta original del PSUV) “es una maniobra de por sí tan grotesca que inhabilita cualquier proceder político”

–¿Qué observó de revelador en el discurso de Maduro en la Asamblea?
–No lo seguí directamente sino a través de los abnegados periodistas, obligados a cubrirlo. Pero, de nuevo, Maduro, parodiando la grandilocuencia y wikipedismo de Chávez, deja de imitar lo que éste sí ofrecía en un discurso: alguna que otra línea política entrelazada a la anécdota y al relleno, y que quedaban bien a la vista al final del cuento. Me pareció que lo más importante era el gesto político de afirmar su autoridad que las vacuidades sobre corrupción y "cadivismo" o las amenazas económicas, o las referencias "ideológicas".


–Maduro fustigó el “cadivismo” con lo que parece que, según los analistas entierra el esfuerzo de Merentes por acercarse a los empresarios, al tiempo que cita al Che, insiste en el modelo socialista y habla del hombre nuevo. ¿Sería eso un discurso al interior del PSUV o es ese el verdadero Nicolás Maduro?
–Esto hay que verlo en el contexto de una transición política en la que el heredero designado está luchando no tanto por legitimidad sino por tener efectivamente el mayor poder posible dentro del diseño general de la cosa chavista, frente a unos rivales muy concretos y otros mucho más difusos, en medio de una red de clanes y tribus que se disputan influencia y decisiones. El presentarse como más puramente "de izquierda" es una forma de plantearse una identidad para sí, pero lo que en verdad está en cuestión no es la naturaleza de las medidas económicas o el modelo productivo, sino quién decide esas medidas y ese modelo.

–El país parece llegar a linderos de la telenovela. Maduro cita a los griegos y la oposición busca al diputado 99 ¿Quién gana en este escenario de confusión?
–Parece que se nos olvida que, en rigor, el país está atravesando una fase de transición que tuvo su origen por supuesto en la muerte de Chávez. Se supone que quien votó por Chávez lo hizo apostando al único valor relevante entonces: la continuidad, es decir, la estabilidad. Mal que bien, había una lógica política personalista pero reconocible. Realmente el proceso político que empezó el 5 de marzo de este año significa la pérdida de aquella ilusión de estabilidad que Chávez encarnó y ha dejado al descubierto la putrefacción fundamental de un sistema basado en la insaciabilidad rentística que ya estaba agotándose desde finales de 2011. Estamos, pues, con las entrañas a la vista. La obsesión habilitante no exige una interpretación profunda: es obviamente un mecanismo para acumular un poder (y sobre todo, una autoridad) que Maduro anda buscando para sobrepasar la inoperante y leninista "dirección colectiva", y concentrar una capacidad de acción a la manera del propio Chávez. Y los fines políticos no se reducen a eso sino que se dirigen a arreciar el control social y el control sobre las amenazas democráticas a su régimen. Como acostumbra, Maduro parodia a Chávez y convierte la ocasión política en un stand-up comedy. La cosecha del diputado 99 (sin olvidar los dos diputados, el 97 y 98 que tampoco estaban en la cuenta original del PSUV, Ojeda entre ellos) es una maniobra de por sí tan grotesca que inhabilita cualquier proceder político, y hasta Chávez se habría avergonzado de estar en esa situación "de mierda", para usar su elegante expresión.

–¿Y qué significa esto para la oposición?
–Significa –y esto es lo que se está procurando– un golpe moral además de político porque, a pesar de las limitaciones y arbitrariedades del señor Cabello al frente de la Asamblea, franquear este límite de las 3/5 partes significa la anulación de un poder de resistencia que los diputados demócratas habían desarrollado. Genera además la necesidad de replantear completamente la presencia de la unidad democrática en la AN, más allá de las consecuencias concretas que tendría una ley habilitante para la acción legislativa normal.

Hay quien ve la obsesión de Maduro por la Habilitante como una excusa para distraer ante noticias como esa de que la canasta alimentaria acaba de superar los Bs 7 mil…
–No. Creo que es un error pensar así. Esa interpretación ligera que hace de una decisión política un simple acto de prestidigitación es nefasta.

–A su juicio, ¿cuáles son los escenarios adversos del gobierno para las elecciones municipales?
–Todo le es adverso excepto la abstención de los sectores democráticos. Si estos votan masivamente, la derrota del gobierno, en número de votos totales y en la pérdida de muchas alcaldías, que por ahora conserva, es segura. El problema es si una derrota del gobierno es una derrota de Maduro y su combo o del proyecto chavista en general, y cuál sería la reacción de las distintas facciones chavistas en tal caso.

–¿Y los de la oposición?
–Si la campaña de desmoralización o persecución que pudiera desatarse es eficaz, si ese mensaje de la "irreversibilidad" de la catástrofe chavista llega a imponerse y se produce por lo tanto abstención suficiente, los factores políticos de la oposición pueden verse muy comprometidos y el país realmente podría alcanzar ese estatus de Estado fallido, gobernado por una facción minoritaria y decadente. Esto supondría obviamente un desenlace terrible para la política en general. Pero hay gran conciencia en los factores democráticos con respecto a que cualquiera que sea el resultado del 8D, viene un período de reinvención de la política y de las prácticas de la oposición.

–Un hecho que parece suscitar controversia aún dentro de la MUD es el tema de la nacionalidad de Maduro ¿Es importante saber si el actual presidente nació o no en Venezuela?
–Mi opinión personal y debatible es que si bien pudiera haber un impedimento constitucional (no me consta, porque basta con que uno de los padres sea venezolano para que el hijo lo sea por nacimiento, dondequiera que haya nacido o vivido; y si el señor recibió la nacionalidad colombiana de su madre, basta con que haya renunciado a ella para que se cumpla la Constitución), el intento de resolver la catástrofe política que es la presidencia de Maduro por medios formales y no políticos me parece espurio, por decir lo menos. Remover a Maduro de la presidencia no le quita absolutamente ningún elemento al desastre en que el chavismo ha convertido al país ni garantiza para nada que pueda ser sustituido por un gobierno democrático. De modo que no veo al problema como de primera magnitud.

–¿Cree que cala en los sectores populares el discurso gubernamental de la guerra económica y el saboteo de la llamada “burguesía amarilla”?
–Las encuestas dicen que no, hasta ahora.

–Hay chavistas a quienes no les cuadra el discurso anticorrupción, porque se enteran que diputados del PSUV ostentan un récord en viajes al exterior, sin pasar por Cadivi, y que las hijas del fallecido Chávez viven a sus anchas en La Casona.
–Aquí también hay un tema de antropología política: en Venezuela el discurso anticorrupción, en los términos morales que normalmente tiene, no funciona. Causa indignación no que se sea corrupto sino que no se "reparta" o no se cumplan las promesas de bienestar. La mera acusación de corrupción es relativamente inocua y sólo tiene potencia si se aparea a la de ineficiencia y despilfarro y con la experiencia de la carencia.

–¿Por qué Maduro no acaba con su “chavez-adicción” e intenta marchar por su cuenta como el líder político que es.
–La estrategia del "heredero" o el "ungido", entendiendo por tal aquel que es el depositario genuino del "legado", es la que han usado tradicionalmente los regímenes comunistas desde la muerte de Lenin, al carecer de otros mecanismos democráticos para la sucesión, en medio de la típica lucha faccionalista que se produce a la muerte del líder. El problema aquí es que Maduro, en su empeño continuista, no ha logrado sino convertirse en una parodia, tanto porque carece de la iniciativa o capacidad intelectual para ser portador de las ideas o dichos del fallecido, como porque en realidad las tales ideas no existen. No hay un corpus reconocible de ideas o conceptos que Chávez haya dejado.

–¿Hasta dónde puede llegar el país, de seguir este clima de incertidumbre, sin un norte en política económica y militares que parecen estar muy cómodos con sus aumentos de sueldo?
–Hay ejemplos terribles en el mundo. Mejor es no mencionarlos.   


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