DANIEL LANSBERG RODRÍGUEZ
viernes 25 de octubre de 2013
viernes 25 de octubre de 2013
@Dlansberg
En estos días, "tenemos
patria" se ha vuelto una versátil y muy utilizada frase en Venezuela.
Para algunos, como nuestro presidente,
la frase denota la idea de que el gobierno bolivariano ha logrado recuperar
mediante sus políticas un módico de libertad y soberanía nacional,
independiente de –y resistente a– los siniestros complots de las fuerzas "imperialistas"
extrajeras. Mientras tanto, entre los venezolanos opuestos al régimen actual,
la frase se utiliza de una manera profundamente irónica.
Un ejemplo: "Después de pasar
todo el día buscando papel higiénico en doce mercados diferentes, me lo robaron,
junto a mi celular, al llegar a mi casa. Pero tenemos patria".
Así se comunican la frustraciones de
los que lamentan vivir inmersos en un país minado por la delincuencia, marcado
por la escasez, tanto de bienes básicos como de harmonía social, después de
haber entregado cada vez más concesiones a sus gobernantes sin recibir más que
excusas, promesas y retórica a cambio.
Ahora, a este desconecto social
respecto a "tenemos patria", tal vez tendremos que agregarle otro. La
semana pasada, la conocida serie de televisión "Homeland" - palabra
que traduce directamente al castellano como "patria"- estrenó un
episodio llamado "la Torre de David", el cual, supuestamente toma
lugar en Caracas. No entraré en detalle respecto a la narrativa, en caso de que
alguno de mis lectores sea fanático de dicha serie (y aún no haya visto el
episodio). Suficiente decir, que la quinta república no resulta representada de
manera positiva, cosa que –poco tiempo después– inspiró una respuesta del
oficialismo.
En un artículo que circula actualmente
por el Sibci –la rama mediática del Ministerio de Información y Comunicaciones–
se denuncia de manera clara la "distorsión de Venezuela" por parte de
una serie imperialista, la cual busca –bajo órdenes de autoridades estadounidenses–
difamar al paraíso socialista de Venezuela.
Es decir ¿Qué otra explicación podría
existir, luego que a Barack Obama se le escuchó declarar una vez que le gustaba
el programa? y, como si eso no fuera prueba suficiente, dicha serie es una
recreación de una serie israelí – enemigos principales de la patria. Sin contar
que actores de la serie han realizado visitas turísticas a instalaciones de la
CIA en Virginia – ¿serán ellos mismos espías? Según nuestros gobernantes,
obviamente así es.
A pesar de que como venezolano,
lamento el hecho de que los productores de Homeland hayan decidido representar
únicamente los problemas de Venezuela (malandraje, caos, pobreza, etc.), sin
prestarle también atención a lo poco positivo que aún persiste, igual entiendo
que –para un programa internacional de ficción– eso no es prioridad. El
episodio fue apenas el ejemplo más reciente, de una marcada caída en la
estimación de Venezuela ante los ojos del mundo.
En la famosa película
"Charada" (1963), protagonizada por Audrey Hepburn y Cary Grant, el
esposo de la protagonista muere bajo circunstancias sospechosas mientras que
intenta escaparse a Caracas para retirarse con unos cuantos millones
malganados. Durante esa época, Venezuela lograba capturar la imaginación, como
un sitio en donde disfrutar de una vida de lujos. Hoy en día, los que llegan a
Venezuela, al menos según la imaginación de incontables narrativas ficticias
alrededor del mundo, son sobretodo caracteres motivados por la desesperación o
accidente.
Por ejemplo, un polémico videojuego
del 2009 -"Mercenarios 2" – coloca a su protagonista en una Caracas
sin leyes, controlada por mercenarios y fuerzas criminales. El mismo año, la
superproducción de ciencia-ficción "Avatar" (notable por ser la
película más taquillera de la historia) destaca varios caracteres veteranos de
una guerra en Venezuela, la cual se califica como un "hell hole" o
"un lugar infernal".
Es triste que, en lugar de admitir la
manera que el mundo nos percibe; los tentáculos mediáticos del Estado
bolivariano, intentan ocultar el hecho con alguna patética explicación para
cada nueva situación vergonzosa, impugnando en vez los motivos de los que crean
estas historias. No dudo que, para los productores de "Homeland"
representar a Venezuela de esta manera, es algo poco personal. Sencillamente,
lo que fue Vietnam en las películas de los 1970, o Colombia en las películas de
los 1990 ahora nos toca a nosotros. Si alguien busca contar una historia
ubicada en un lugar que –a través de sus duras realidades– le inspire conmoción
e impacto a una audiencia del exterior, la quinta república funciona bien.
Bien recuerden que, en la mayoría de
los países en que desarrolla este tipo de contenido, los medios operan
relativamente libres de interferencias gubernamentales. Trabajan sin miedo de
que los cierren, que los compren, o que los silencien por sus líneas
editoriales o por las historias ficticias que buscan compartir. En eso, debemos
tenerles "envidia" a pesar de que tengamos, o no, "patria".
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