Por Olga Ramos, 30/10/2013
Hora de mi receso vespertino, para
variar lo uso para ponerme al día con las noticias del momento, veo con
tristeza y preocupación que la situación tiene el mismo tenor que ayer, por lo
que, para poder volver al trabajo, con la necesaria concentración, uso la
escritura para expresarme. Algunos ya leyeron buena parte de esto mientras lo
escribía en twitter, pero para quiénes no lo hayan leído o para quienes
prefieran verlo completo y revisado, publico este post.
Hoy era un día para amanecer
chalequeando a los caraquistas o sólo concentrada en la llegada de mi hermanita
que viene a visitarnos después algún tiempo de haber tomado la decisión de
establecer su vida en otros predios, donde estuviera garantizado el derecho a
la seguridad y a la vida.
Sin embargo, en Venezuela y en estos tiempos, los motivos de
felicidad siempre están acompañados por otros que indignan y preocupan: Venta de leche y azúcar por
cucharadas; guarimbas
y “protestas” montadas artificialmente para impedir la manifestación de
otros, acompañadas de amenazas
y amedrentamiento, todo ello protegido
por quienes tienen el deber de garantizar los #DDHH de
todos (que si a ver vamos, si coinciden
manifestaciones de protesta, que coincidan y coexistan, que el derecho a la
protesta sea ejercido por todos y garantizado por los órganos de seguridad del
Estado y no que la protesta sea criminalizada o protegida, dependiendo de a
quién beneficie su presencia) y para rematar, la continuación
de la guerra del miedo, ahora empapelando del centro de la ciudad con
estos afiches, en los que se pretende convertir en “enemigos” de la gente y
“culpables” de lo está sucediendo, a los principales líderes de la oposición (@hcapriles,@MariaCorinaYA y @leopoldolopez).
Racionamiento, abuso de poder y amedrentamiento,
dibujan un claro ambiente de promoción
de la violencia que sólo hace sonreír a los que se
valen del miedo para conservar el poder, o a los que se aferran a todo lo que
pueda prefigurar una salida mágica que les devuelva el poder perdido o que
restablezca un “orden” añorado.
A
algunos de ellos, los podemos identificar por sus claros discursos y a otros,
porque tienen semanas llamando a la abstención desde el anonimato o haciendo
gala de su acostumbrada práctica de sólo reclamo y no acción, en una
computadora ubicada en el país o cómodamente en el exterior.
Pero quienes promueven la violencia para justificar o provocar sus
salidas deseadas, sólo
tendrán éxito si les hacemos el juego, sólo si caemos en
la dinámica de la violencia, el miedo, el ensañamiento y la confrontación.
De nosotros depende el camino
que tomemos.
Aunque no lo parezca, éste es un momento crucial, el momento de
tomar partido, el momento de asumir un rumbo y sostener la decisión;
el momento de decidir si le hacemos el juego a los que sólo entienden la
violencia y el enfrentamiento como forma de coexistencia, o si optamos por la
construcción de una Venezuela diferente, que sea de verdad
incluyente, en la que todos, a partir de las
diferencias que existen y que tenemos que reconocer y respetar, construyamos
un espacio de convivencia.
Venezuela, aunque
le disguste a algunos, debe ser hogar para todos, y todos que
tenemos el deber y oportunidad de hacerla posible.
¡Este es un momento de
definiciones, toma tu decisión y actúa en consecuencia!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico