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sábado, 26 de octubre de 2013

La profecía cumplida

Por Alonso Moleiro
23 de Octubre, 2013
@amoleiro

Como todas las variables del extremismo, el chavismo no es un movimiento político de militantes: es un universo de creyentes. Un conglomerado de personas atada a un puñado de ideas fijas, casi cruzados con el ánimo de la revancha emocional; incapaz de tomar decisiones en el terreno práctico. Enamorado del procedimiento ideológico, y por lo tanto, en todo momento renuente a repasar de forma crítica los resultados objetivos de sus decisiones. Capaces de destruir aquello que tengan que destruir si con eso pueden aunque sea aproximarse al ideal del paraíso temático que tienen en la cabeza. Eso incluye al país.

Buena parte de los postulados que el madurismo considera intocables hace mucho rato desechados en todo el mundo. Que la delincuencia es hija del capitalismo; que la sola existencia de patronos privados constituye un atentado contra el interés público; que las libertades públicas son libertades burguesas; que una sociedad comunal en un país del Tercer Mundo puede aspirar a alcanzar en desarrollo social a modelos que cabalgan la millonaria expansión de la sociedad del conocimiento en el mundo desarrollado postcapitalista. Ninguna de estas estupideces, que todavía los intelectuales chavistas consideran hallazgos, son tomadas hoy en serio por casi nadie.

Por eso los cubanos experimentan en este momento una inusitada y poco comentada apertura económica y social; Nicaragua y Ecuador tienen protocolos de entendimiento con el Fondo Monetario Internacional; Brasil tiene relaciones políticas bastante estables con los Estados Unidos; China tiene un poderoso filamento industrial vinculado al emprendimiento privado y Cristina Fernández de Kirchner no tendrá aliento para imponerle a los argentinos la reelección indefinida.

Hugo Chávez fue un inteligente estratega de pocos escrúpulos; en ningún caso un pensador político. Fue una especie de heraldo del postcastrismo, probablemente con un interés emotivo personal en prolongar la leyenda del guevarismo que le inspiró en su juventud. Legado que, en este momento, en crisis incluso en Cuba.  La muerte del barinés, sin embargo, ha dejado completamente huérfano a un movimiento que nunca tuvo fuelle para interpretar la realidad con vigor propio.

Cualquiera que quisiera verlo podría comprobar la evidencia: el control cambiario y la política de precios vigente en Venezuela han destruido de forma dramática la producción nacional y pervertido completamente parte de las transacciones comerciales cotidianas. La política antiinflacionaria consignó su fracaso definitivo este año; la escasez de bienes elementales llega a niveles inaceptables, y los servicios públicos, comenzando por los de salud, se acercan al colapso. Se agrieta peligrosamente el filamento moral de los venezolanos. Mientras se fermenta el descontento, sube la marea de una política económica que ya ha fracasado comprobadamente.

Nicolás Maduro y sus colaboradores no pueden decir que no fueron advertidos una y otra vez por tirios y troyanos en torno a las consecuencias de una ruta económica que no va a ninguna parte. El más importante de ellos, ausente en este momento, el inapelable y unánimemente respetado Domingo Maza Zabala, cualquier cosa menos un neoliberal.

Venezuela tiene en este momento el riesgo país más alto del planeta; un déficit fiscal que representa el 15 por ciento del PIB y el dígito inflacionario más alto del hemisferio occidental. Las finanzas de la nación están terriblemente comprometidas y el endeudamiento interno y externo crece de forma exponencial. El país, que no puede producir nada, no sólo no se está desarrollando: se está quedando atrás en la región. Mientras esto ocurre, Giordani y el resto de sus lunáticos ayudantes proceden al revés: como si estuvieran acertando. Como si no les hubiera reventado en la cara la profecía mil veces invocada y temida por la Academia y las Universidades de este país.

Muchos articulistas y protointelectuales vinculados el gobierno se bañan de rosas presumiendo de contraculturales, añorando entornos productivos preindustriales,  estableciendo paralelismos imaginarios con las andanzas de Lenin, riéndose de las advertencias económicas esbozadas, presuntamente por ser burguesas.

Todo el mundo puede ser capaz de burlarse de aquello que no conoce. Forma parte de la audacia suicida de los ignorantes. Sigan metidos en ese cuarto de espejos. Se parece mucho al tiempo aquel en el cual el chavismo presumía orondo que la oposición estaba presente exclusivamente en las clases medias. Se tuvo que aparecer el 15 de abril con sus novedades para que les reventara otra realidad en la cara.

Tomado de: http://prodavinci.com/blogs/la-profecia-cumplida-por-alonso-moleiro/

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