Por Ludmila Vinogradoff, 25/10/2013
Nicolás Maduro acaba de anunciar que creará un
viceministerio para la “suprema felicidad social” sin especificar sus
funciones y objetivos. Y los venezolanos se preguntan: ¿desde cuándo el
gobierno se ocupa de su felicidad si no está en capacidad de resolver los
problemas que causan su tristeza y amargura?.
El mandatario designó al ex diputado Rafael
Ríos, un amigo íntimo suyo desde que era presidente de la Comisión de
Desarrollo Social de la Asamblea Nacional. Dijo que entre los objetivos de la
nueva institución destaca “atender
a los compatriotas con discapacidad, a los que están en la calle, a los viejitos,
a nuestros niños y niñas“.
En la cola del Abasto Bicentenario de Puerto La Cruz la gente tomó el anuncio de Maduro con
indulgencia, rabia, sarcasmo, incredulidad y humor. Una señora de mediana edad,
rubia, pelo corto, abrazando sus tres paquetes de papel higiénico racionado,
comenta en la cola que Maduro “debe reconocer que estamos deprimidos para
anunciar una misión de suprema felicidad. A mí lo que único que me daría
felicidad es que no tenga que hacer colas para comprar papel higiénico ni vivir
asustado por la violencia y los malandros. Estamos mal y vamos a peor”.
En las emisoras de radio los comentaristas han
hecho leña del árbol caído. Se han burlado de Maduro diciendo que es un error
poner en sus manos la felicidad de los venezolanos porque la felicidad es
responsabilidad de cada quien y no del Estado. La función del Estado es
proporcionar a sus ciudadanos la oportunidad para ser feliz porque si se
responsabiliza de eso entonces la gente dependerá del gobierno para que lo haga feliz, y
ningún gobierno puede hacerlo, es una trampa y un engaño.
Otros en la cola del Bicenteario –un supermercado
expropiado a los colombianos- comentan que el anuncio de Maduro es para que “roben”
sus amigos creando más cargos burocráticos.
Los venezolanos viven una situación de escasez y
desabastecimiento que ha empeorado con la asunción de Maduro hace seis meses. El
gobierno está gastando las últimas reservas monetarias destinadas para
alimentos para importar y cubrir las necesidades básicas. Los puertos están
repletos de buques que traen mercaderías del exterior.
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