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miércoles, 23 de octubre de 2013

Política fiscal… al borde del “default”, por @francodorazio



Por Armando Urdaneta M. y Franco D´Orazio P., 18/10/2013

La economía venezolana, sumida hoy día en una profunda crisis de carácter estructural, como nunca antes había estado, hace que todos los connacionales cuestionen los orígenes o causas de éste desastre que la han conducido al borde del colapso… o “default” como se le conoce en el ambiente financiero global. Sin dudas que la aplicación de políticas públicas erradas, aunadas a la opacidad en el manejo de los fondos públicos por parte de quienes regentan el poder, dentro y fuera del país, han conducido al quiebre del aparato productivo nacional y del país como tal.

Precisamente ha sido la política fiscal expansiva y procíclica aplicada por el gobierno nacional la causa principal de esta crisis, entendiéndose como política fiscal el conjunto de variaciones en los programas de gastos e ingresos, realizados con el fin hipotético de lograr los objetivos de la política macroeconómica. Mediante esas variaciones, el gobierno ejerce un poderoso impacto sobre la demanda agregada y por consiguiente, sobre los niveles de precios, la producción y el empleo.

No obstante, la política fiscal en Venezuela ha sido utilizada además como instrumento de financiamiento de un proyecto político populista denominado “Socialismo Siglo XXI”, aunque sus mentores se retracten, que sólo ha servido para que una élite de estirpe caribeña se perpetúe en el poder sustrayendo la mayor parte de las divisas que genera la economía nacional a cambio de pocas dádivas entregadas a las clases sociales más desposeídas, que lejos de sacarlos de la pobreza pues los mantendrá sumergidos en ella, creándoles una dependencia enfermiza con el gobierno de turno el cual ejercerá sobre la población un control político absolutista… tal y como ha sido denunciado hasta por el propio Príncipe de la Iglesia Católica, el Papa Francisco.


En el caso venezolano, como se puede observar en la Tabla anexa, según cifras publicadas por el Banco Central de Venezuela este año 2013 (www.bcv.org.ve), mediadas a precios constantes, la política fiscal ha sido totalmente expansiva y procíclica en el periodo 1997 – 2012 donde el gasto fiscal supera abiertamente los ingresos fiscales y a medida que suben los ingresos, igualmente suben los gatos, con un ahorro totalmente inexistente generándose con ello un déficit fiscal recurrente que en algunos casos, inclusive, supera el 10% del producto interno bruto, como el año pasado; observándose un crecimiento del déficit fiscal promedio de 62% en dicho periodo.

Incluso el crecimiento del gasto fiscal ha sido 33% superior a los ingresos fiscales. Nadie puede gastar más de lo que gana, reza un dicho popular. Esta situación ha provocado que el endeudamiento del país, interna y externamente, se eleve a niveles superlativos e inclusive, ha conminado al gobierno a incrementar la oferta monetaria para financiar esos déficit recurrentes, produciéndose enormes desequilibrios entre la tasa de crecimiento de la liquidez monetaria y la tasa de crecimiento de la renta real.

Por supuesto, esta situación ha traído como consecuencia altos niveles de inflación, sostenidos a lo largo de todo el período analizado, que lamentablemente empobrecen cada día más a las clases sociales más desposeídas, económicamente hablando, incrementándose al mismo tiempo las importaciones debido al exceso de liquidez que demanda más bienes transables que la economía doméstica no está en capacidad de producir, dadas las erradas políticas económicas y sociales, dogmáticas, que ha aplicado el gobierno aunado al ‘supuesto control’ de una tasa de cambio que está brutalmente sobrevaluada, lo que ha encarecido la producción nacional y desincentivando las exportaciones… al tiempo que se abaratan las importaciones y se desvirtúan por completo los precios internos motivado a unos subsidios inexplicables como el de los combustibles y otros derivados del petróleo, cuya producción doméstica también ha mermado además de haberse desarmado el aparato productivo interno, especialmente el de la agricultura y la agro industria, únicas capaces de generar comida para el pueblo, cercenando inclusive su capacidad empleadora.

He allí lo peor de los dos mundos: por un lado ha disminuido a niveles impensables la capacidad productiva interna, en todos los sectores, y por el otro ha mermado la capacidad de generar divisas por haberse comprometido exageradamente el flujo de caja del único negocio internacional que nos queda. Todo ello acompañado por el incremento poblacional incontenible, las necesidades sociales cada vez más apremiantes, los compromisos con los socios políticos de la región que consumen nuestros hidrocarburos y no pagan, y la cancelación de la deuda contraída con vencimiento a corto y mediano plazo.

Este cuadro económico dantesco está aderezado con algunos ingredientes exasperantes como el latrocinio que algunos conductores del estado han hecho percolar hasta los niveles jerárquicos más sensibles, corrompiendo a todos los que atienden algún mostrador de la administración pública; así como la proyección sistemática de todas las empresas básicas, incluida Pdvsa, hacia la inutilidad operativa desviando su misión corporativa hacia misiones lastimosas e incoherentes. Igual impulso ha tenido ese gasto social por la incorporación de una masa cuantiosa, que nunca cotizó, a los beneficios de un Seguro Social dizque obligatorio que ha visto desbordada, en mucho, su verdadera capacidad operativa, acompasadamente con el fraude descarado cometido en los fondos de pensiones institucionales… todo ello ocurriendo de manera simultánea con un entreguismo del liderazgo político a instituciones extra nacionales, que luce irracional y absolutamente extemporáneo en el mundo de hoy.

En definitiva puede decirse que el ‘deber ser’ de la política fiscal, que en principio debería contribuir a mantener o mejorar el denominado ‘estado de bienestar’, caracterizado políticamente por una actuación solidaria de la sociedad que trata de garantizar un cierto nivel de vida a los ciudadanos, buscando disminuir los niveles de desigualdad a fin de producir un movimiento social ascendente… pues en Venezuela ha ocurrido precisamente lo contrario dado que ese movimiento ha sido descendente por los presupuestos públicos que se han destinado más que a los servicios sociales nacionales, a servir intereses políticos internacionales. En una segunda instancia la política fiscal que debería actuar para corregir o encauzar los desequilibrios o desviaciones que se produzcan en algún nivel de la actividad económica, ha sido utilizada como un instrumento de control político de la sociedad misma mediante el reparto de prebendas, dádivas y mesadas que a la postre, han resultado ser una miseria.

Así utilicen discursos destemplados y arrogantes como táctica distractora para señalar o culpar a cualquier ser extraño al gobierno de este colapso inminente… pues el desastre económico, planificado y ejecutado irresponsablemente por el Poder Ejecutivo y sus instituciones asociadas en conchupancia grotesca con los otros poderes públicos, ¿Creen que no derivará en consecuencias socio políticas?, ¿Creen que nada va a pasar?

Que San Jorge nos proteja de los embates de ese Dragón que nos aterroriza, para no tener que ofrendarle la princesa de la nación a cambio de la salvación de nuestras almas.



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