La economía venezolana, sumida hoy día en una profunda crisis de carácter estructural, como nunca antes había estado, hace que todos los connacionales cuestionen los orígenes o causas de éste desastre que la han conducido al borde del colapso… o “default” como se le conoce en el ambiente financiero global. Sin dudas que la aplicación de políticas públicas erradas, aunadas a la opacidad en el manejo de los fondos públicos por parte de quienes regentan el poder, dentro y fuera del país, han conducido al quiebre del aparato productivo nacional y del país como tal.
Precisamente ha sido la política
fiscal expansiva y procíclica aplicada por el gobierno nacional la causa
principal de esta crisis, entendiéndose como política fiscal el conjunto de
variaciones en los programas de gastos e ingresos, realizados con el fin
hipotético de lograr los objetivos de la política macroeconómica. Mediante esas
variaciones, el gobierno ejerce un poderoso impacto sobre la demanda agregada y
por consiguiente, sobre los niveles de precios, la producción y el empleo.
No obstante, la política fiscal
en Venezuela ha sido utilizada además como instrumento de financiamiento de un
proyecto político populista denominado “Socialismo Siglo XXI”, aunque sus
mentores se retracten, que sólo ha servido para que una élite de estirpe
caribeña se perpetúe en el poder sustrayendo la mayor parte de las divisas que
genera la economía nacional a cambio de pocas dádivas entregadas a las clases
sociales más desposeídas, que lejos de sacarlos de la pobreza pues los
mantendrá sumergidos en ella, creándoles una dependencia enfermiza con el
gobierno de turno el cual ejercerá sobre la población un control político
absolutista… tal y como ha sido denunciado hasta por el propio Príncipe de la
Iglesia Católica, el Papa Francisco.
En el caso venezolano, como se
puede observar en la Tabla anexa, según cifras publicadas por el Banco Central
de Venezuela este año 2013 (www.bcv.org.ve), mediadas a precios
constantes, la política fiscal ha sido totalmente expansiva y procíclica en el
periodo 1997 – 2012 donde el gasto fiscal supera abiertamente los ingresos
fiscales y a medida que suben los ingresos, igualmente suben los gatos, con un
ahorro totalmente inexistente generándose con ello un déficit fiscal recurrente
que en algunos casos, inclusive, supera el 10% del producto interno bruto, como
el año pasado; observándose un crecimiento del déficit fiscal promedio de 62%
en dicho periodo.
Incluso el crecimiento del gasto
fiscal ha sido 33% superior a los ingresos fiscales. Nadie puede gastar más de
lo que gana, reza un dicho popular. Esta situación ha provocado que el
endeudamiento del país, interna y externamente, se eleve a niveles superlativos
e inclusive, ha conminado al gobierno a incrementar la oferta monetaria para
financiar esos déficit recurrentes, produciéndose enormes desequilibrios entre
la tasa de crecimiento de la liquidez monetaria y la tasa de crecimiento de la
renta real.
Por supuesto, esta situación ha
traído como consecuencia altos niveles de inflación, sostenidos a lo largo de
todo el período analizado, que lamentablemente empobrecen cada día más a las
clases sociales más desposeídas, económicamente hablando, incrementándose al
mismo tiempo las importaciones debido al exceso de liquidez que demanda más
bienes transables que la economía doméstica no está en capacidad de producir,
dadas las erradas políticas económicas y sociales, dogmáticas, que ha aplicado
el gobierno aunado al ‘supuesto control’ de una tasa de cambio que está
brutalmente sobrevaluada, lo que ha encarecido la producción nacional y
desincentivando las exportaciones… al tiempo que se abaratan las importaciones
y se desvirtúan por completo los precios internos motivado a unos subsidios
inexplicables como el de los combustibles y otros derivados del petróleo, cuya
producción doméstica también ha mermado además de haberse desarmado el aparato
productivo interno, especialmente el de la agricultura y la agro industria,
únicas capaces de generar comida para el pueblo, cercenando inclusive su
capacidad empleadora.
He allí lo peor de los dos
mundos: por un lado ha disminuido a niveles impensables la capacidad productiva
interna, en todos los sectores, y por el otro ha mermado la capacidad de
generar divisas por haberse comprometido exageradamente el flujo de caja del
único negocio internacional que nos queda. Todo ello acompañado por el
incremento poblacional incontenible, las necesidades sociales cada vez más
apremiantes, los compromisos con los socios políticos de la región que consumen
nuestros hidrocarburos y no pagan, y la cancelación de la deuda contraída con
vencimiento a corto y mediano plazo.
Este cuadro económico dantesco
está aderezado con algunos ingredientes exasperantes como el latrocinio que
algunos conductores del estado han hecho percolar hasta los niveles jerárquicos
más sensibles, corrompiendo a todos los que atienden algún mostrador de la
administración pública; así como la proyección sistemática de todas las
empresas básicas, incluida Pdvsa, hacia la inutilidad operativa desviando su
misión corporativa hacia misiones lastimosas e incoherentes. Igual impulso ha
tenido ese gasto social por la incorporación de una masa cuantiosa, que nunca
cotizó, a los beneficios de un Seguro Social dizque obligatorio que ha visto
desbordada, en mucho, su verdadera capacidad operativa, acompasadamente con el
fraude descarado cometido en los fondos de pensiones institucionales… todo ello
ocurriendo de manera simultánea con un entreguismo del liderazgo político a
instituciones extra nacionales, que luce irracional y
absolutamente extemporáneo en el mundo de hoy.
En definitiva puede decirse que
el ‘deber ser’ de la política fiscal, que en principio debería contribuir a
mantener o mejorar el denominado ‘estado de bienestar’, caracterizado
políticamente por una actuación solidaria de la sociedad que trata de
garantizar un cierto nivel de vida a los ciudadanos, buscando disminuir los
niveles de desigualdad a fin de producir un movimiento social ascendente… pues
en Venezuela ha ocurrido precisamente lo contrario dado que ese movimiento ha
sido descendente por los presupuestos públicos que se han destinado más que a
los servicios sociales nacionales, a servir intereses políticos
internacionales. En una segunda instancia la política fiscal que debería
actuar para corregir o encauzar los desequilibrios o desviaciones que se
produzcan en algún nivel de la actividad económica, ha sido utilizada como un
instrumento de control político de la sociedad misma mediante el reparto de
prebendas, dádivas y mesadas que a la postre, han resultado ser una miseria.
Así utilicen discursos
destemplados y arrogantes como táctica distractora para señalar o culpar a
cualquier ser extraño al gobierno de este colapso inminente… pues el
desastre económico, planificado y ejecutado irresponsablemente por el Poder
Ejecutivo y sus instituciones asociadas en conchupancia grotesca con los otros
poderes públicos, ¿Creen que no derivará en consecuencias socio políticas?,
¿Creen que nada va a pasar?
Que San Jorge nos proteja de los
embates de ese Dragón que nos aterroriza, para no tener que ofrendarle la
princesa de la nación a cambio de la salvación de nuestras almas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico