Editorial EL PAÍS de España 14 OCT 2013
Las iniciativas de Maduro están
llevando a Venezuela a un callejón sin salida
El Gobierno de Nicolás Maduro parece
empeñado en la insólita tarea de empujar a Venezuela por el despeñadero. Que
una potencia petrolera esté sumida, a pesar de los altos precios
internacionales del crudo y de unos ingresos anuales de 90.000 millones de
dólares, en la catástrofe económica debería llevar a los responsables a un
replanteamiento drástico y realista de sus políticas. Lejos de ello, Maduro y
sus colaboradores han optado por perseverar en la senda de los despropósitos.
La inflación anual del 40% —la más
alta de América Latina—, el prolongado desabastecimiento de productos básicos,
la escasez de divisas, el mercado negro y el declive de los servicios públicos
no son fruto de conspiraciones ni sabotajes contra el Socialismo del Siglo XXI
—cínica cantinela a la que, según las encuestas, solo da crédito el 4% de los venezolanos—.
Son la consecuencia inevitable de 14 años de intervencionismo, ineficacia e
hiperregulación; del drástico control de cambios y precios y de la asfixia de
la iniciativa privada. Y algo sospechaba Maduro cuando nombró en abril como
vicepresidente del área económica al “pragmático” Nelson Merentes, partidario
de algunos ajustes. Ahora, sin embargo, acaba de sacrificarlo para contentar al
sector marxista ortodoxo, reforzando la sensación de que navega sin rumbo.
Además, ha pedido a la Asamblea Nacional
poderes extraordinarios para gobernar por decreto (la llamada Ley Habilitante).
No se entiende bien que Maduro necesite esta prerrogativa “para transformar la
economía” y “combatir la corrupción” cuando controla los Poderes Legislativo y
Judicial. A no ser que tenga otros propósitos. En este sentido, la petición de
poderes especiales coincide con la salida de Venezuela de la Convención
Americana de Derechos Humanos o la creación del esperpéntico Centro Estratégico
de Seguridad y Protección de la Patria, para “neutralizar” a los enemigos
internos —en lenguaje chavista, opositores y periodistas independientes—.
Estas iniciativas bosquejan un
panorama alarmante, que apunta hacia una mayor represión y control social.
Estamos a dos meses de las elecciones municipales del 14 de diciembre, que son
para Maduro un referéndum tras su ajustadísima y cuestionada victoria del
pasado abril. Hay motivos para sospechar que el presidente se ha embarcado en
una huida hacia delante para mantenerse en el poder como sea, aún a costa de
convertir a su país en una mala copia de la fracasada dictadura cubana.
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