Miguel Mendez Rodulfo 23 de noviembre de 2013
Como
si fueran dos opciones distintas el régimen le ofrece a los venezolanos que
escojan entre el barullo y el desbarajuste. Nicolás lanza una moneda cuyas
lados están constituidos ambos por cara, o por sello, para conminarnos a que
elijamos entre lo mismo. Como si no hubiese más opciones que escoger, los
ciudadanos de este país estamos siendo conducidos a un callejón sin salida, lo
que podría propiciar escenarios impensables de gente desesperada que no ve
aflojar el torniquete que le han colocado en la garganta. Jugar al todo o nada,
no proponer escenarios de entendimiento que planteen el reconocimiento de ese sector
de la sociedad que hoy es mayoría, alentar los saqueos, amedrentar con acciones
más radicales, es haber cruzado una línea que nunca se atrevió a vulnerar el
difunto y mire que éste instigó la invasión de terrenos, expropió y nunca pagó,
fundos, fincas, terrenos urbanos, empresas privadas importantes como
Agroisleña, edificios como La Francia, urbanismos como en El Encantado (que
después de más de 2 años, nunca han terminado edificios que tenían un avance de
obra de 85%).
Nadie
en su sano juicio puede entender como un gobierno se sabotea así mismo, como
puede jugar a la ingobernabilidad, como puede propiciar el caos. Uno supone que
cuando una montonera, una fuerza guerrillera, un colectivo, generan conflictos
y buscan alterar la paz social, están cumpliendo con el objetivo que los movió
a agruparse; pero que un gobierno haga lo mismo, eso no lo entiende nadie.
Claro que este es el único gobierno del mundo con guerrilla particular y
colectivos a su servicio, pero es cierto también que estos grupos irregulares
existen más para asustar a la gente sobre el desorden que se crearía en el país
si estos factores anduvieran por su cuenta y no fueran controlados desde el
gobierno, amén de que constituirían una vanguardia de defensa de la revolución
en caso de que el régimen fuese atacado, que para que sean autónomos y busquen
hacerse con el poder.
La
crisis económica, ya insostenible, producto de que ya no importa que el barril
se mantenga en US$ 100, sino que tendría que estar 30% más alto para poder
cubrir el gasto público galopante que tiene el gobierno, aunado a las
elecciones del 8 de diciembre, han hecho perder los cabales a la banda que nos
gobierna y por ello, en busca de una popularidad que se les escapa a torrentes,
acuden al expediente absurdo de estimular la anarquía, incitando a los saqueos.
Sean o no, las grandes empresas de venta de electrodomésticos, propiedad
disimulada de altos personeros del gobierno, y haya tenido acceso a dólares de
Cadivi, lo cierto es que sus inventarios no se pudieron llenar de mercancía
sólo con divisas preferenciales y es verdad que sus productos eran más
económicos que los productos que se vendían en el comercio minorista, estas
empresas prestaban un servicio público, empleaban una cantidad importante de
personas cuyas familias dependían de ese ingreso y además pagaban impuestos.
Lo
grave es que después de este ataque dirigido, el saqueo se ha generalizado
hacia todos los comercios de electrodomésticos, afectando la existencia de
miles de empresas medianas y pequeñas, que tienen pocas opciones de seguir con
la marcha de sus negocios. El caos se puede atizar con relativa facilidad si se
es gobierno, pero luego es muy difícil atajarlo porque se h creado una especie
de derecho de toma, que basado en una supuesta especulación, el comerciante
debe ser castigado y sus productos vendidos por debajo del precio de costo. Los
barcos que traían el resto de la mercancía decembrina se están devolviendo,
mientras tanto el país se queda desabastecido y al borde del colapso.
Caracas,
23 de noviembre de 2013
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