Editorial Tal Cual 05 de noviembre de 2013
El descontento generalizado no es solo
en el pueblo, sino en la fuerza armada. Llega a grados inverosímiles de ira y
rechazo. Ya no aguantan más
No somos muy proclives a hacer pronósticos,
mucho menos en la situación actual que lo menos que se puede decir es que es
muy babosa. Pero hay una buena cantidad de registros y hechos que parecieran
indicar que la salud política del señor Presidente no es muy estable.
Por ejemplo, dos importantes
personajes de la historia chavista, y que en diverso grado habitan todavía su
periferia, han sido verdaderamente apocalípticos en artículos recientes
aparecidos en la muy oficialista Aporrea.
Felipe Pérez, exministro de
Planificación, que aún se considera chavista, hace una crítica tan demoledora
de las políticas económicas del gobierno que hasta piensa que Maduro, Merentes
y Giordani deberían ir presos (sic) y concluye de esta manera terrible:
"He conversado con militares de inteligencia, que monitorean estas cosas,
tanto en el pueblo como en la fuerza armada, y me dicen que la cosa se cae.
El descontento generalizado no es solo
en el pueblo, sino en la fuerza armada. Llega a grados inverosímiles de ira y
rechazo. Ya no aguantan más. Y con razón". El otro personaje es Heinz
Dietrich, otrora primer teórico del reino y luego marginado, creador del
remoquete de Socialismo del siglo XXI, que dice: "Si no toman medidas
inteligentes y drásticas de manera inmediata en lo económico y político, tiene
los meses contados".
Duras premoniciones que no vienen,
ciertamente, de la "ultraderecha amarilla", "el triángulo del
mal" y seres parecidos. El muy agudo analista Fausto Masó en su último
artículo sabatino, evocando los desvaríos animistas de Maduro, pájaros y
rostros subterráneos verbigracia, llega a la conclusión de que "Maduro es
el piloto enamorado de lo infinito en un avión que vuela en medio de rayos y
truenos; nosotros somos los pasajeros. Cualquier día nos estrellamos porque a
Maduro se le aparece Chávez en el cuadro de instrumentos. Ojalá que en el
chavismo haya gente cuerda que acepte una salida política a esta situación de
locos". Lo cual suena muy tajante psiquiátricamente hablando y recuerda
aquel antiguo slogan que voceaban manifestaciones enormes: "al loco le falta
poco".
Aparte de tan explícitas afirmaciones
que son ya moneda circulante, hay muchos de esos síntomas menores que
parecieran indicar, más allá de los grandes y aterradores guarismos de la
crisis económica, un desajuste nacional bastante agudo. Cosas como esa especie
de motines que se dan en los supermercados, hasta en los sifrinos, por hacerse
desesperadamente de las mercancías escasas y que han ocurrido hasta en las
Ferias gubernamentales, como esa que pagaron tres periodistas de 2001que
cayeron en las feroces manos de unos militares gorilas.
O esa quema del CICPC de Carúpano
hecha por el pueblo, por Fuenteovejuna, a causa de cuatro muertos que
consideraban víctimas inocentes del ente policial. O la propia policía atacando
la Fiscalía y las mismas instalaciones policiales en Monagas por un exabrupto
jurídico a propósito de un compañero asesinado, para citar situaciones muy
anómalas aun para un país donde el delito impera por doquier y ha adquirido las
más insólitas formas. Y podríamos seguir citando ejemplos de esos extraños
signos de descomposición y conste que no creemos en pava ni nada parecido.
Esto es una cosa seria con la cual no
se debería jugar si queremos seguir siendo demócratas y recordamos lo nefasto,
para todos, que puede ser un gobierno militar, aunque el que tenemos se le
parezca mucho más que lo primero que pareciera sugerirse. Por eso traemos a
colación esta alarmante sintomatología. El gobernante iluminado por el que se
fue debería tomarla muy en cuenta.
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