2015
culminó como el año más caluroso del que se tenga registro, y 2016 podría ser
peor debido al fenómeno “El Niño”, según alertó recientemente el secretario
general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Michel Jarraud.
La
principal causa del calentamiento global no es natural. El dióxido de carbono
emanado por la mayoría de los procesos industriales tiene un efecto
invernadero, que atrapa el calor en la superficie del planeta, según World
Nature Organization (Organización Mundial de la Naturaleza) de la ONU.
Pero
esto no sólo se “siente” en el clima. Sequías, inundaciones, el aumento de la
actividad sísmica, el desplazamiento de las capas de la Antártida. Todo está
relacionado.
El
pasado diciembre, representantes de 195 países, activistas, organizaciones no
gubernamentales, empresas, y científicos se reunieron en París, Francia, en la
Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre
el Cambio Climático (COP21).
Este
encuentro, el último de una serie que comenzó en 1994, tuvo como objetivo
lograr acuerdos para la “estabilización de los gases de efecto invernadero en
la atmósfera, a un nivel que evite la interferencia humana dañina en el sistema
climático”.
Tras
dos semanas de negociaciones, los asistentes lograron calificarlo como
histórico, debido a que tanto naciones desarrolladas como países en desarrollo
se comprometieron a gestionar la transición hacia una economía baja en
carbono.
El
documento establece que los esfuerzos deben dirigirse a mantener el aumento de
las temperaturas bastante por debajo de los dos grados centígrados en
comparación con la era pre-industrial.
Para
ello, los países acordaron fijar cada cinco años sus objetivos nacionales para
reducir la emisión de gases de efecto invernadero. 186 de los 195 Estados
participantes en la cumbre ya lo han hecho.
El
documento es jurídicamente vinculante para los firmantes y maneja, además,
fondos cercanos a los 100 mil millones de dólares para ayudar a los países en
desarrollo a cumplir la meta a partir de 2020.
Los
obstáculos
“80%
de la energía que consume la humanidad proviene de la quema de combustibles
fósiles. El aumento de temperatura es equivalente a la que generarían 400 mil
bombas atómicas como la de Hiroshima cada día”.
Esta
frase del estadounidense Al Gore, Premio Nobel de la Paz por su activismo en el
tema del calentamiento global, resume la causa y consecuencia de este fenómeno
que afecta al planeta.
Pero
esto no ha significado un consenso. Un artículo de www.bbc.com/mundo explica
que los países en desarrollo defienden su derecho a seguir quemando
combustibles fósiles para ayudar a combatir la pobreza como lo hicieron -antes
de que se pusiera un límite internacional a los gases- las naciones ricas.
Ahora
que la mayoría de estos Gobiernos firmó el acuerdo, queda determinar de dónde
saldrán los miles de millones de dólares necesarios para la transición a
fuentes energéticas renovables.
Y este
tema es fundamental. A principios de este mes se llevó a cabo en Paraguay la
cuarta cumbre de “Finanzas del Clima de América Latina y el Caribe”, un evento
que reunió a representantes de 20 naciones a fin de buscar soluciones para
abordar la situación del cambio climático.
La
Secretaría del Ambiente (Seam) indicó que la estimación de los flujos de
inversión y financiación es que para 2030, los países en vías de desarrollo
requerirán entre 28 y 67 billones de dólares para hacer posible el cambio, lo
que corresponde de 0,06 a 0,21% del producto interno bruto (PIB) global.
De
esta forma, a América Latina podría costarle alrededor del 1% de su PIB, un
monto bastante significativo.
¿Servirá
de algo?
El
problema, según los activistas, de los cuales más de 600 mil se movilizaron en
todo el mundo con protestas y manifestaciones durante la Conferencia de París,
es que el acuerdo no es “contundente”.
Un
artículo de www.20minutos.es destaca que, desde la primera edición de este
evento, hace 21 años, hubo logros importantes como el Protocolo de Kioto, que
estableció los compromisos mundiales para combatir las emisiones de gases; una
disminución de 93% en el uso de sustancias que destruyen la capa de ozono y un
incremento de la ética ambiental, según Greenpeace.
También
ha habido fracasos. No se ha detenido la destrucción de los bosques, la
biodiversidad global ha disminuido 12% y las emisiones de gases de efecto
invernadero han crecido en casi 40% a nivel mundial a pesar del Protoloco de
Kioto.
La
clave, de acuerdo con especialistas, es que el documento firmado en diciembre
en París sea tomado como “base” para fijar compromisos más fuertes en los
próximos años.
Definición
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático define este fenómeno como “un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana, que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos comparables”.
Lo que
debería ser vs la realidad
Investigadores del Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados de Austria publicaron recientemente un estudio en el que proponen un nuevo límite para futuras emisiones de gases causantes del efecto invernadero (conocido como “presupuesto de carbono”) de 5.900-12.400 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) al año, que debería haberse empezado a aplicar en 2015. Esto mantendría el calentamiento global por debajo de los 2 grados centígrados. ¿Cuántas toneladas de dióxido de carbono se produjeron en 2014? 32.000 mil millones, la misma cifra del año anterior.
24-03-16
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