Stalin González 29 de marzo de 2016
América
latina parece estar despertando de un largo sueño que nos dominó durante los
últimos 20 años. Durante este tiempo, vimos nacer promesas de cambio, que nos
aseguraban superar los problemas de siempre y nos ofrecían una sociedad más
justa y encaminada hacia un desarrollo sostenible.
Pero
en la evolución de estos gobiernos que nos prometían un futuro mejor, se fueron
profundizando las peores prácticas y vicios que demostramos como región:
corrupción, tráfico de influencias, enriquecimiento ilícito, y abuso del poder
del Estado para favorecer a unos pocos. Lo peor de estas prácticas era que
estaban disfrazadas con un discurso de ideologías que argumentaban la defensa
de los derechos de los más necesitados.
Ahora,
el mal gobierno de aquellos que nos prometieron villas y castillos, derrocharon
la época de bonanza más importante que ha tenido la región. El aumento
extraordinario de los recursos de exportación, no se tradujo en mayor bienestar
para países como Argentina, Brasil, Cuba o Venezuela, cuyos gobiernos desviaron
recursos para el beneficio de pocos y el pesar de toda la sociedad.
Para
fortuna de todos, la democracia permite corregir estas fallas, y le da la
capacidad al pueblo de cambiar cuando las cosas no están bien hechas. Las
situaciones de cambio que se viven en Argentina, Venezuela, Brasil y ahora
Cuba, demuestran la capacidad de las sociedades de salir del paso de estos
malos gobernantes. A las crisis políticas de los K en Buenos Aires, o las
protestas en Sao Paulo son la mejor muestra de eso. La visita de Obama a Cuba
llena de esperanza al pueblo cubano de montones condiciones para todos por
igual.
En
nuestro país, estamos en este proceso de cambio, que nos ha permitido
identificar a los malos gobernantes y exigir, a través del voto y de medidas
democráticas, el cambio de rumbo que esta sociedad requiere y merece.
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