Veintisiete de marzo de 2016
El
Domingo de Resurrección o de Pascua es la fiesta más importante para todos los
católicos, ya que con la Resurrección de Jesús es cuando adquiere sentido toda
nuestra religión.
Cristo
triunfó sobre la muerte y con esto nos abrió las puertas del Cielo. En la Misa
dominical recordamos de una manera especial esta gran alegría. Se enciende el
Cirio Pascual que representa la luz de Cristo resucitado y que permanecerá
prendido hasta el día de la Ascensión, cuando Jesús sube al Cielo.
La
Resurrección de Jesús es un hecho histórico, cuyas pruebas entre otras, son el
sepulcro vacío y las numerosas apariciones de Jesucristo a sus apóstoles.
Cuando
celebramos la Resurrección de Cristo, estamos celebrando también nuestra propia
liberación. Celebramos la derrota del pecado y de la muerte.
En la
resurrección encontramos la clave de la esperanza cristiana: si Jesús está vivo
y está junto a nosotros, ¿qué podemos temer?, ¿qué nos puede preocupar?
Cualquier
sufrimiento adquiere sentido con la Resurrección, pues podemos estar seguros de
que, después de una corta vida en la tierra, si hemos sido fieles, llegaremos a
una vida nueva y eterna, en la que gozaremos de Dios para siempre.
San
Pablo nos dice: “Si Cristo no hubiera resucitado, vana seria nuestra fe” (I
Corintios 15,14)
Si
Jesús no hubiera resucitado, sus palabras hubieran quedado en el aire, sus
promesas hubieran quedado sin cumplirse y dudaríamos que fuera realmente Dios.
Pero,
como Jesús sí resucitó, entonces sabemos que venció a la muerte y al pecado;
sabemos que Jesús es Dios, sabemos que nosotros resucitaremos también, sabemos
que ganó para nosotros la vida eterna y de esta manera, toda nuestra vida
adquiere sentido.
La
Resurrección es fuente de profunda alegría. A partir de ella, los cristianos no
podemos vivir más con caras tristes. Debemos tener cara de resucitados,
demostrar al mundo nuestra alegría porque Jesús ha vencido a la muerte.
La
Resurrección es una luz para los hombres y cada cristiano debe irradiar esa
misma luz a todos los hombres haciéndolos partícipes de la alegría de la
Resurrección por medio de sus palabras, su testimonio y su trabajo apostólico.
Debemos
estar verdaderamente alegres por la Resurrección de Jesucristo, nuestro Señor.
En este tiempo de Pascua que comienza, debemos aprovechar todas las gracias que
Dios nos da para crecer en nuestra fe y ser mejores cristianos. Vivamos con
profundidad este tiempo.
Con el
Domingo de Resurrección comienza un Tiempo pascual, en el que recordamos el
tiempo que Jesús permaneció con los apóstoles antes de subir a los cielos,
durante la fiesta de la Ascensión.
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