Por Emma Sánchez Álvarez
El político, analista,
abogado y escritor opina que el gobierno no quiere el revocatorio por temor a
contarse
Llegó caminando a la
redacción de Contrapunto desde su casa. Arribó puntual como un inglés
y con todo su bagaje de conocimientos acerca del devenir sociopolítico de
Venezuela a cuestas, pues desde muy joven su historia de vida se entrelaza con
la del país en el que nació. Américo Martín, viste informalmente “para pasar
desapercibido” en esta Caracas “que queremos, pero que ahora inspira miedo por
la inseguridad”, comenta.
Los temas para la entrevista
también los trae a cuestas. Pero uno, el más importante para él, lo tiene, como
popularmente se dice, “en la punta de la lengua": la salida del presidente
Nicolás Maduro por la vía constitucional del referéndum revocatorio en este
atribulado 2016.
Antes de meterse de lleno en
las respuestas, confiesa que quiere hablar, "sin que se nos pase por
alto", de los obstáculos que –en su criterio– el CNE y el gobierno le han
puesto a la Mesa de la Unidad Democrática para convocar y ejecutar el
revocatorio; también, para analizar lo referente al diálogo con sectores del
PSUV y, "muy importante", sobre el papel de las Fuerzas Armadas
venezolanas en todo este proceso político.
Ya no habla como el joven
militante del ala izquierda del partido Acción Democrática que fue en la década
de 1960 ni como líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Ahora
observa esta dura etapa del país en forma integral y sistémica. Reconoce que en
la oposición ha habido errores sobre el tema del diálogo y la forma de
comunicarlo. “Pero ya lo ha superado y continúa trabajando por su principal
objetivo: el Referéndum Revocatorio”.
–El CNE anunció que el
referéndum revocatorio no será en 2016 y estableció condiciones muy difíciles.
¿Cuál es su opinión acerca de este proceso y sobre las decisiones adoptadas
tanto por el CNE como por la MUD?
–Todo está tan obvio y claro,
como el agua. El gobierno no quiere sencillamente el revocatorio por temor a
contarse. ¿Qué explicación da para que, por ejemplo, no se produzcan en
diciembre de este año las elecciones de gobernadores como lo establece la
Constitución? Pueden alegar lo que quieran en relación con el referéndum
revocatorio faltando a la verdad. No tienen nada que decir y, en efecto nada
dice, salvo el dejar pasar el tiempo para que no haya elecciones de ningún
tipo.
Ahora bien, el resultado lo
dicen las encuestas pero también la realidad. Hay un 70 por ciento, para hablar
en términos conservadores, que quiere la salida inmediata de Maduro
relacionándola con el problema del hambre. Esta situación se traduce en el
hecho de que hay, por primera vez, una confluencia entre la gente que protesta
haciendo colas por la escasez y la carestía, y la gente que protesta haciendo
colas pidiendo revocatorio. Es decir, la vertiente política y la vertiente
económico-social ya no están en líneas paralelas ni se contradicen, sino que
han confluido resumiéndola en esta consigna: tenemos que salir de Maduro para
poder comer.
–¿Qué opinión le merece el
hecho de que la MUD dio a conocer su posición tres días después de que el CNE
anunciara su decisión?
–Yo no pertenezco a la MUD,
pero en general les brindo un total apoyo, porque en este momento, tiene la
carga de la responsabilidad de esta situación sobre los hombros, y lo ha hecho
básicamente bien, más allá de los errores que puedan producirse hay, en líneas
generales, una confianza muy fuerte en la unidad que se refleja en las
encuestas.
Con respecto a tu pregunta,
tengo que decir que lo que no entiendo es ese supuesto problema del retardo de
la MUD. Lo que está pidiendo la mesa es que, decisiones tan trascendentales
como estas, se tomen consultando a todos, no saltando inmediatamente a imponer
líneas sin oír a los demás. La MUD se tomó esos tres días por dos razones
básicas: primero para consultar y agrupar en la respuesta a, cuanto menos,
todas las organizaciones de la disidencia, más allá de la propia MUD, que son
muchas. Y en segundo lugar, para tener la certeza de que la decisión
respondiera al criterio de la mayoría. Se tomó su tiempo y ahí está el
resultado: fue muy atinada porque fue muy consultada.
–Después del 1S, momento en
el que la oposición llegó a un punto importante, se sintió luego un bajón por
lo del “diálogo que no fue diálogo”. ¿Cree usted que la oposición cayó
nuevamente en la estrategia del gobierno de confundir para ganar rédito?
–Vamos a ponernos en los
zapatos de la MUD que ha logrado un respaldo internacional que ningún
movimiento democrático del pasado histórico de Venezuela, y creo que de América
Latina, pudo concitar. Que el Papa Francisco, el Secretario General de la ONU,
Ban Ki-moon, el Secretario General de OEA, Luis Almagro, y todas las
organizaciones de derechos humanos del mundo se pronuncien a favor de la
libertad de los presos políticos, y ahora, a favor del referéndum revocatorio,
representa un éxito monumental. Esto no cayó del cielo. Esto fue logrado por la
coherencia del discurso sobre el RR y de los pasos que había que dar, incluso
pasando por encima de las violaciones a la Constitución por parte del gobierno.
Entendamos una cosa: el
respaldo internacional no es incondicional. El respaldo internacional tiene la
condición de que aquí no corra la sangre y que todo pase por el canal del
diálogo. La comunidad internacional respalda a la oposición porque, además de
defender los derechos humanos, está dando una salida pacífica que implica el
diálogo con el adversario. Si no se hace de esta forma, la oposición corre el
riesgo de perder terreno en todo este respaldo internacional que ha sido muy
importante para llegar a donde estamos. De manera que el apoyo es importante,
pero condicionado a que la MUD se respete a sí misma y respete sus tesis sobre
el diálogo.
Hay que contar con una
segunda agenda del diálogo
La experiencia de Martí en
el análisis político es importante. Se inició en la arena de la política a los
15 años de edad, en la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez.
–La gente está de acuerdo con el diálogo, ¿o muchos consideran que en este tema la oposición ha actuado sin rumbo?
–Insisto, el diálogo es casi
una condición del apoyo internacional. En su mayoría, las encuestas reflejan
que la gente es partidaria del diálogo. Es decir, el sentimiento profundo es
que esta situación no se descarrile por la vía de la sangre. Y fuera de
Venezuela piden que se canalice a través de comunicación entre las dos partes,
aunque se produzca el cambio democrático y salga Maduro. Pero además, las
conversaciones son naturales, es parte de la existencia misma de la democracia.
El primero en proponer sentarse a conversar fue la oposición. Aquí no se trata
de matar al adversario o colgar a Maduro de un árbol, como algunos airados
quisieran. Aquí se trata de que, aunque se desprecie y se odie a Maduro, se le
respete como persona porque esto es parte de la esencia de la democracia,
garantizándole sus derechos humanos y civiles, sin impunidad y con justicia.
Además, yo creo que la
justicia entendida como venganza es contraproducente. Si de esto se tratara, se
repetirá la espiral histórica de que el perseguidor de hoy se convierte en el
perseguido de mañana y viceversa. Como no queremos esto –porque pensamos en el
futuro–, no podemos renunciar al diálogo. Hay que tomar muchas decisiones
conjuntas para salir de la crisis, pero nunca se debe identificar el diálogo
con aplazamiento de soluciones políticas. Tenemos el RR que perfectamente puede
realizarse en el 2016.
–¿Y qué pasó entonces con la
posición de la MUD en el tema del diálogo?
–La primera vez que el
gobierno, forzado por la presión internacional aceptó el diálogo, trató de
convertirlo, no en un mecanismo de mutuas concesiones, si no en un elemento de
aplazamiento. La primera idea del diálogo, y esto confundió a la oposición, fue
la de usarlo para no permitir que se produjera el RR. Incluso, a través de
Zapatero propusieron la libertad de los presos a cambio de que no hubiera
revocatorio en el 2016. Es decir, con esto Maduro trató de comprar dos años más
de sobrevivencia porque sabe que en el 2019 se va él y su partido. Recordemos
que el RR es un derecho constitucional que interesa al orden público, y las
normas de orden público constitucionales no pueden ser relajadas por convenios
entre las partes. El RR es innegociable aunque el diálogo sea un escenario.
Es importante señalar que el
dialogo tiene que contar con una agenda. El primer punto de la agenda tendría
que ser el de normalizar al país. Esto implica soltar a los presos políticos,
devolverle a la Asamblea Nacional las facultades que le han arrebatado y
democratizar a Venezuela para ir a unas elecciones libres de la contaminación y
dominación de las fuerzas del poder. El otro elemento es entrarle entre todos a
la tragedia social, económica y de seguridad que viven los venezolanos. Por
esto no podemos regatear nuestro concurso. Esta es una materia que no debemos
rechazar. El otro aspecto, es que en el diálogo el que tiene que ceder es el
gobierno, no, la oposición. No hay que temerle a esta materia siempre y cuando
se mantenga el objetivo del revocatorio. El que teme un diálogo serio es el
gobierno y no la oposición.
–Pero eso fue la primera
vez, ahora ¿cree usted que la oposición en la última visita de Zapatero cayó nuevamente
en la trampa del gobierno?
–La segunda vez fue por
contradicción en el seno de la MUD. La unidad estaba tan atemorizada por el mal
uso que se hizo de las conversaciones que no supo resolverlo en forma adecuada,
es decir, asumiendo pública, directa y claramente de cara al país. Diciendo lo
que había que decir. No es que cayó en la trampa del gobierno sino que cayó en
sus propias dudas y vacilaciones frente a un tema como el diálogo. Eso fue un
error obviamente, pero eso ya está superado. Ahora entramos en una fase nueva
que es continuar con lo del revocatorio.
–¿Aunque el referéndum
revocatorio quede para el 2017?
–Eso no se ha dicho
claramente así. Pero en mi opinión, podría interpretarse de esta forma. Lo
importante es que debemos ir al revocatorio. Lo que el CNE y la maniobra del
gobierno no pudieron evitar fue el darnos una fecha cierta. El CNE nos dio una
fecha: tres días de octubre para recoger el 20 por ciento. Es cierto que ha
tratado de complicar el asunto.
Se estima que con las
máquinas que ellos dieron se podrían recoger hasta 6 millones de firmas. La
idea de la oposición era hacer un plebiscito, es decir, recoger 8 millones o
más. Las encuestas nos están hablando de entre 12 y 13 millones dispuestos a
firmar el revocatorio. Sería prácticamente la consulta refrendaría misma.
Aunque solo se requiere casi 8 millones para que salga Maduro. Pero con un
añadido: 12 millones sin ampararnos en el secreto del voto, que es una garantía
universal de toda sociedad democrática para defender la pureza del voto. Esta
vez, 12 millones de venezolanos están dispuestos a firmar en el RR de cara al
mundo y asumiendo todas las consecuencias.
–Este hecho hace que la
declaración de la MUD fuera muy buena. No dijo que aceptaba el 20 por ciento
por estado, por el contrario dijo que lo rechazaba. Pero va a buscar el 20 por
ciento. Hermann Escarrá dio una declaración positiva cuando señaló que creía
que si se lograba el 20% en la mayoría de los estados, debía considerarse
nacional. Me imagino que habrá pensado en el efecto que tendrá en el país y el
mundo, millones de venezolanos en la calle reclamando su derecho a votar y,
efectivamente, votando.
No debemos dejar la
situación en manos extremistas
Américo Martín estuvo
presente como negociador en la Coordinadora Democrática y fue opositor
consistente al gobierno de Hugo Chávez desde su inicio. Por eso no cree en los
radicalismos de ningún lado. Considera que la situación de Venezuela debe ser
discutida y resuelta por quienes tienen sentido de la realidad.
–El CNE recuerda que hay
acciones judiciales en suspenso, refiriéndose a la demanda interpuesta por
Jorge Rodríguez (PSUV) ante el Tribunal Supremo de Justicia, por las firmas.
–Eso sería para terminar de
matar el referéndum revocatorio ahora o en 2017. Yo no sé qué consecuencia
traería. Podrían ser terminales para el gobierno, y cesar la neutralidad de las
fuerzas que hasta ahora se han mantenido así. Pero además se activaría la
aplicación internacional de la carta democrática en forma inmediata. Y un país,
en el estado como lo tiene Maduro, difícilmente soporte la aplicación de la
carta que implica sanciones económicas o, la conversión de la deuda externa
venezolana en deuda de plazo vencido y cobro inmediato. Yo me pregunto si
Maduro quiere esto. Si es así, que se arriesgue, porque creo que va a pasar la
de Caín. Porque esto podría significar que redoble la represión, y creo que
debe preguntarle a las fuerzas armadas si está dispuesta a matar venezolanos
para defender una causa como la de este gobierno.
Ahora, los radicales no
quieren el RR en el 2017 porque no desean sufrir una paliza unida a las
elecciones de gobernadores. Pero también alegan que no se deben hacer las
elecciones hasta que no se resuelva el problema económico. Con ellos en el
gobierno eso es imposible. Sin embargo podemos comunicarnos con los sectores no
radicales del PSUV para buscar salidas. Esta situación no debemos dejarla en
manos de los extremistas, ni de allá ni de acá. Esta crisis deben resolverla
los que tengan sentido de la realidad para admitir la derrota, en este caso el
gobierno, o para administrar la victoria, en este caso, la oposición.
–Usted piensa entonces que
el dilema es para el gobierno o para Maduro específicamente, porque tiene que
escoger entre las propuestas del sector radical de su partido y aquellos que
tienden puentes…
–Muy bien dicho. Ese es un
problema que tiene que resolver el gobierno consigo mismo. Maduro acaba de
reunirse con el Secretario de Estado de los Estados Unidos, John Kerry y, según
se comenta, la reunión la buscó el Presidente venezolano. Tiene que estar
sintiendo muy próxima la aplicación de la carta, y quizás por allí haya una
conversación. Pero lo más probable creo yo, es que el gobierno de los EEUU no
debería hacer concesiones indebidas, como desestimar la carta y mantener los
presos políticos, a un gobierno como el de Maduro, y menos antes de un proceso
electoral en los Estados Unidos.
En todo caso, el gobierno
tiene que resolver qué es lo que va a hacer: si va a seguir precipitándose por
el barranco al que lo lleva gente como Jorge Rodríguez y Diosdado Cabello, o va
a frenar y abrir el cauce verdaderamente democrático.
No, al paro indefinido sin
objetivos
Américo Martín se concentra y
piensa cada una de las preguntas. Cuando quiere puntualizar algún aspecto de su
declaración su dedo toca el vidrio de la mesa con solidez. Como exparlamentario
(1973-1983), sabe que es importante la comunicación para lograr metas que
beneficien al colectivo. No alienta la idea del paro nacional, y tampoco cree
en movilizaciones sin objetivos claros.
–Cabello dijo que la
oposición estaría organizando un paro nacional. ¿Cree que es conveniente ese
paro en caso de que así se plantee?
–En general a mi no me
gustan los paros indefinidos y sin objetivos propio. Si el objetivo es sacar al
gobierno, ese no es un motivo para un paro. Esta acción tiene limitaciones
gremiales y protestas localizadas. Ahora, si es indefinido, menos. Basta con
que el gobierno sencillamente no haga nada para que el paro se agote en sí
mismo. A mí me parecen políticas muy aventureras. Como también la idea de salir
a la calle por la calle misma. Es una manera de desgastar el instrumento de la
movilización. Hay que salir a la calle los días que se han concertado, donde el
objetivo es concreto como por ejemplo el 1S por el revocatorio.
–¿Descartaría entonces la
posibilidad de un paro nacional como acción de presión?
–No la descarto. Pueden
darse condiciones irremediables e inevitables que conduzcan a un paro. Pero yo
no aliento este tipo de salidas. Y además la MUD está clara en lo que está
haciendo. Trabajando por una salida constitucional, democrática, pacífica y
electoral. El que se opone a estas cuatro banderas es el gobierno. Entonces que
pague el costo político correspondiente.
–Dentro de la oposición hay
varias candidaturas presidenciales. ¿Usted cree conveniente estas aspiraciones
y pre-campañas electorales en estos momentos?
–La fortaleza de la
alternativa democrática es su debilidad, y su debilidades, su fortaleza. Si la
MUD fuera un grupo compacto de una sola voz, una sola autoridad, un solo líder
y solo vocero, sería más eficaz en su funcionamiento, pero su alcance sería muy
limitado. El que quiera dirigir legítimamente a Venezuela tiene que recoger
todas las tendencias en su propio seno. De modo que la MUD es pluralista. La
fuerza del pluralismo es esa, resta eficacia y rapidez, pero proporciona
amplitud. Y lo que necesitamos es una salida muy amplia.
El que haya varias
candidaturas en la MUD es muy bueno. Malo sería que hubiera una sola porque el
pluralismo sería una farsa. Yo entiendo que los seguidores, tanto de Leopoldo,
Capriles, Ledezma, Ramos Allup, Henry Falcón o María Corina crean en ellos y
los apoyen. Eso me parece perfecto. Es lícito y hay que alentarlo. Eso les da
músculo y aire a sus respectivas corrientes. El punto está en que no hay que
olvidar que estamos unidos. Y esto es lo que llamamos la unidad de lo diverso,
que es la unidad más factible. Cuando lo diverso se une para un objetivo
concreto tiene toda la fuerza de una nación. Y lo diverso se une cuando hay un
objetivo común, y ahora es el RR, es decir la salida de Maduro hacia un cambio
democrático, plural y que restablezca el proceso electoral.
Ahora, llegado el momento de
escoger el candidato de ese movimiento único y diverso, ya la oposición patentó
una fórmula: las primarias presidenciales. Y mientras más candidatos, mejor,
porque hay fuerzas incorporándose. Siempre que se respete el resultado, y se va
a respetar ese resultado.
–¿Y si hay revocatorio
antes? ¿Cómo quedan esas candidaturas o aspiraciones?
–Se presentaría una
dificultad si el revocatorio tiene éxito y Maduro se va en el 2016. Esto se
traduce en que el vicepresidente debe convocar a unas elecciones en 30 días. En
este tiempo es imposible organizar unas primarias. Pero es una dificultad
reparable, porque los aspirantes que tenemos no querrán ser candidatos para un
período de año y medio, que sería la transición para completar el período de
Maduro. Para eso habrá que buscar un Ramón Velásquez o personaje ilustre que complete
ese año y medio. En este tiempo se hacen todas las elecciones primarias que se
quieran: para gobernadores, concejales, alcaldes y, sobre todo, para
Presidente.
A las FANB: "Les pido
que se mantengan al margen"
Américo Martín, hombre
formado en la izquierda y exguerrillero se acomoda en la silla para recordar
momentos importantes de la historia política de Venezuela. Y habla del tema
militar que conoce mucho, porque lo vivió y fue protagonista de una etapa de
conflictos y de los inicios de la democracia en el país.
–¿Piensa usted que los
militares tengan una visión de todo lo que ocurre en el país, a pesar de que
ahora no estén cumpliendo las funciones que les asigna la ley, sino que están
involucrados en distribuir alimentos y cuidando colas de supermercados? ¿Qué
pensarán los militares de todo esto?
–Me imagino que estos
militares puestos en estas funciones que no tienen nada que ver con las que la
Constitución les ordena cumplir, y que dista mucho de la esencia de su carrera
militar que es muy digna y respetable, deben sentirse muy abochornados y
avergonzados.
–La MUD no ha hecho llamado
a golpe de Estado, por el contrario lo rechaza. La MUD se mantiene en sus
cuatro grandes principios: salida constitucional, electoral, pacífica y
democrática. En Brasil una presidenta fue sustituida por vía constitucional y
aceptó bajo protesta. Está fuera del poder.
–Ahora ¿qué hicieron las
Fuerzas Armadas brasileñas ante la sustitución de la Presidenta Dilma Rousseff?
Estamos hablando del segundo ejército más grande de América, y que tiene
antecedentes golpistas e intervencionistas muy claros. Ha sido una fuerza muy
dura. Sin embargo, ¿qué hizo?: se mantuvo al margen. No hizo nada para impedir
esto. Ellos no tienen que cargar con los errores y acusaciones espantosas que
se han hecho a altos funcionarios del gobierno. La institución armada no está
para esto ni tiene por qué manchar su uniforme o deshonrarse asumiendo una
culpa que no cometieron. Y eso fue lo que hicieron las fuerzas armadas
brasileñas. Simplemente se limitaron a cumplir lo que ordena la Constitución.
En nuestro caso, si las
Fuerzas Armadas respetan el voto popular y la decisión del Revocatorio, sea
ahora o cuando sea, ellos merecerán el respeto y reconocimiento de todos los
venezolanos. Posiblemente con la excepción de aquellos que terminen siendo
juzgados por delitos, perfectamente demostrables en juicios debidos y justos en
los tribunales.
–Pero los militares de
Brasil no fueron acusados de corrupción y narcotráfico como en Venezuela. ¿Cómo
podríamos nosotros evolucionar en el diálogo con toda esta crisis que hay en
los sectores fundamentales del país, entre los cuales se encuentran las FANB?
–La originalidad de las
Fuerzas Armadas Venezolanos no puede ser tal que no se parezca a ninguna otra.
Probablemente no se parece a ninguna, pero te garantizo que hay muchísimos
militares en las fuerzas armadas colombiana, peruana, argentina o brasileña que
han tenido complicidades bastantes cuestionables. Yo no estoy hablando de
individuos. Estoy hablando de institución, que es una cosa distinta. Y voy a
compararla, no con otro país, sino con Venezuela. Te voy a dar un elemento
importante: El 23 de enero de 1958, yo era un muchacho de la clandestinidad y,
sin embargo, la dirección de la Junta Patriótica y el Frente Universitario
habían lanzado esta consigna: hay que centrar el ataque en Pérez Jiménez,
Vallenilla y Pedro Estrada. Nada más. Mano tendida con todo lo demás.
Por supuesto sabíamos que
estos tres no eran los únicos culpables, pero frente a esas culpabilidades,
estaba el hecho mismo que era vital para que la transición se diera: que las
Fuerzas Armadas cumplieran su papel de respetar la voluntad popular. La gran
decisión política en la negociación era poner en una balanza la absolución de algunos
militares de dudosa conducta o la suerte de Venezuela. Este gran problema se
nos planteó el 23 de enero, de igual forma que se le presentó al gobierno
chileno y argentino. Después, a la larga, la justicia se impuso.
Pero en función de la
operación política era necesario entender que las culpas son individuales. Los
militares deben ser juzgados por delitos comprobados individualmente, no tienen
por qué manchar al resto de la institución. Este es el criterio político que
hay que asumir. El error de acusar a todos los militares por los hechos de
corrupción notorios y escandalosos de algunos militares, es un error y una
injusticia. Un error, porque el beneficio de unos cuantos no tiene que ser un
perjuicio para todos los demás, y es una injusticia precisamente por lo mismo,
porque hay muchos militares que están en la institución con la misma devoción
que un abogado o ingeniero ejerciendo su profesión.
–¿Qué le pide ahora a los
militares de las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas?
–Les pido que se mantengan
al margen. No se les pide ni golpe de Estado ni que apoyen a la oposición. Se
le pide que apoyen a la Constitución y que respeten las decisiones de la
soberanía popular.
Y voy a decir una cosa: Hay
algunas decisiones de las fuerzas armadas como tal que tienen que ser dignas de
considerarse una señal. La primera es la del 6 de diciembre. ?¿Quién no dijo en
algún momento que el gobierno no dejaría que se oficializara la victoria de la
oposición en las parlamentarias, habida cuenta de las encuestas que indicaban
que el gobierno seria barrido electoralmente? Sin embargo, la MUD insistió
apelando a esta consideración política: ¿qué ganan los militares atropellando a
millones de venezolanos para sostener un gobierno que no goza ya de respaldo
popular y que comete todas las aberraciones administrativas y políticas que hay
en el diccionario? ¿Qué ganan los militares sacrificando su uniforme,
prestigio, respeto de su propia familia y de su pueblo tratando de salvar un
gobierno que los venezolanos no quieren?
¿Y qué hicieron los
militares el 6D?, respetaron esos resultados pese a las amenazas ardientes de
los más altos dirigentes de la cúpula del gobierno y del PSUV.
A Maduro le pasó como a
Romeo, el de Julieta
Ya habíamos conversado de
todos los temas. De lo bueno y de lo malo. Del presente y del futuro de
Venezuela. Del gobierno. De la MUD. Américo Martín... el ciudadano se mantiene
firme, como una muralla de esperanza. No deja nada al azar.
–¿Qué significa Maduro para
la historia de Venezuela?
–Yo me lo he preguntado. Yo
conozco a Maduro. Él y yo estuvimos en la Comisión de la Mesa de Negociación y
Acuerdos. Yo veía que era el más accesible, comunicativo y con iniciativa de la
delegación del gobierno. Yo no sé qué mosca le picó a Maduro que cambió del
hombre flexible y amigo del diálogo que era, a este personaje que dicta las
medidas más atroces.
Creo que Maduro es víctima
de las circunstancias. Se casó con una mujer que lo presiona para asumir
posiciones radicales, que está metida en el tremendo lío de sus sobrinos,
acusados en la jurisdicción norteamericana de cosas muy feas, y me imagino yo
que eso la compromete, la obliga, la desespera. Por otra parte, tiene el
mandato de Chávez, quien lo nombra, probablemente, porque no confiaba en
Diosdado Cabello ni en otros que estaban allí preparados para asumir el
liderazgo. Maduro llega para aplicar desde la A hasta la Z el mensaje de
Chávez, sin ser Chávez, y con un país sumido en un deterioro creciente. Él es
víctima de las circunstancias.
A mí Maduro me hizo recordar
el episodio de Romeo y Julieta de Shakespeare. Cuando Romeo mata a
Teobaldo Capuleto –primo muy querido de su amada Julieta, con quien se había
recién casado, clandestinamente–, sin quererlo, en un lance de espadas. Con el
cadáver de Teobaldo a sus pies, exclama Romeo: “Oh, soy un triste juguete del
destino…”.
09-10-16
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico