Páginas

miércoles, 12 de octubre de 2016

Américo Martín: Hay que salir de Maduro para poder comer, es la consigna


Por Emma Sánchez Álvarez


El político, analista, abogado y escritor opina que el gobierno no quiere el revocatorio por temor a contarse

Llegó caminando a la redacción de Contrapunto desde su casa. Arribó puntual como un inglés y con todo su bagaje de conocimientos acerca del devenir sociopolítico de Venezuela a cuestas, pues desde muy joven su historia de vida se entrelaza con la del país en el que nació. Américo Martín, viste informalmente “para pasar desapercibido” en esta Caracas “que queremos, pero que ahora inspira miedo por la inseguridad”, comenta.

Los temas para la entrevista también los trae a cuestas. Pero uno, el más importante para él, lo tiene, como popularmente se dice, “en la punta de la lengua": la salida del presidente Nicolás Maduro por la vía constitucional del referéndum revocatorio en este atribulado 2016.


Antes de meterse de lleno en las respuestas, confiesa que quiere hablar, "sin que se nos pase por alto", de los obstáculos que –en su criterio– el CNE y el gobierno le han puesto a la Mesa de la Unidad Democrática para convocar y ejecutar el revocatorio; también, para analizar lo referente al diálogo con sectores del PSUV y, "muy importante", sobre el papel de las Fuerzas Armadas venezolanas en todo este proceso político.

Ya no habla como el joven militante del ala izquierda del partido Acción Democrática que fue en la década de 1960 ni como líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Ahora observa esta dura etapa del país en forma integral y sistémica. Reconoce que en la oposición ha habido errores sobre el tema del diálogo y la forma de comunicarlo. “Pero ya lo ha superado y continúa trabajando por su principal objetivo: el Referéndum Revocatorio”.


–El CNE anunció que el referéndum revocatorio no será en 2016 y estableció condiciones muy difíciles. ¿Cuál es su opinión acerca de este proceso y sobre las decisiones adoptadas tanto por el CNE como por la MUD?

–Todo está tan obvio y claro, como el agua. El gobierno no quiere sencillamente el revocatorio por temor a contarse. ¿Qué explicación da para que, por ejemplo, no se produzcan en diciembre de este año las elecciones de gobernadores como lo establece la Constitución? Pueden alegar lo que quieran en relación con el referéndum revocatorio faltando a la verdad. No tienen nada que decir y, en efecto nada dice, salvo el dejar pasar el tiempo para que no haya elecciones de ningún tipo.

Ahora bien, el resultado lo dicen las encuestas pero también la realidad. Hay un 70 por ciento, para hablar en términos conservadores, que quiere la salida inmediata de Maduro relacionándola con el problema del hambre. Esta situación se traduce en el hecho de que hay, por primera vez, una confluencia entre la gente que protesta haciendo colas por la escasez y la carestía, y la gente que protesta haciendo colas pidiendo revocatorio. Es decir, la vertiente política y la vertiente económico-social ya no están en líneas paralelas ni se contradicen, sino que han confluido resumiéndola en esta consigna: tenemos que salir de Maduro para poder comer.

–¿Qué opinión le merece el hecho de que la MUD dio a conocer su posición tres días después de que el CNE anunciara su decisión?

–Yo no pertenezco a la MUD, pero en general les brindo un total apoyo, porque en este momento, tiene la carga de la responsabilidad de esta situación sobre los hombros, y lo ha hecho básicamente bien, más allá de los errores que puedan producirse hay, en líneas generales, una confianza muy fuerte en la unidad que se refleja en las encuestas.

Con respecto a tu pregunta, tengo que decir que lo que no entiendo es ese supuesto problema del retardo de la MUD. Lo que está pidiendo la mesa es que, decisiones tan trascendentales como estas, se tomen consultando a todos, no saltando inmediatamente a imponer líneas sin oír a los demás. La MUD se tomó esos tres días por dos razones básicas: primero para consultar y agrupar en la respuesta a, cuanto menos, todas las organizaciones de la disidencia, más allá de la propia MUD, que son muchas. Y en segundo lugar, para tener la certeza de que la decisión respondiera al criterio de la mayoría. Se tomó su tiempo y ahí está el resultado: fue muy atinada porque fue muy consultada.

–Después del 1S, momento en el que la oposición llegó a un punto importante, se sintió luego un bajón por lo del “diálogo que no fue diálogo”. ¿Cree usted que la oposición cayó nuevamente en la estrategia del gobierno de confundir para ganar rédito?

–Vamos a ponernos en los zapatos de la MUD que ha logrado un respaldo internacional que ningún movimiento democrático del pasado histórico de Venezuela, y creo que de América Latina, pudo concitar. Que el Papa Francisco, el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, el Secretario General de OEA, Luis Almagro, y todas las organizaciones de derechos humanos del mundo se pronuncien a favor de la libertad de los presos políticos, y ahora, a favor del referéndum revocatorio, representa un éxito monumental. Esto no cayó del cielo. Esto fue logrado por la coherencia del discurso sobre el RR y de los pasos que había que dar, incluso pasando por encima de las violaciones a la Constitución por parte del gobierno.

Entendamos una cosa: el respaldo internacional no es incondicional. El respaldo internacional tiene la condición de que aquí no corra la sangre y que todo pase por el canal del diálogo. La comunidad internacional respalda a la oposición porque, además de defender los derechos humanos, está dando una salida pacífica que implica el diálogo con el adversario. Si no se hace de esta forma, la oposición corre el riesgo de perder terreno en todo este respaldo internacional que ha sido muy importante para llegar a donde estamos. De manera que el apoyo es importante, pero condicionado a que la MUD se respete a sí misma y respete sus tesis sobre el diálogo.


Hay que contar con una segunda agenda del diálogo

La experiencia de Martí en el análisis político es importante. Se inició en la arena de la política a los 15 años de edad, en la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez.

–La gente está de acuerdo con el diálogo, ¿o muchos consideran que en este tema la oposición ha actuado sin rumbo?

–Insisto, el diálogo es casi una condición del apoyo internacional. En su mayoría, las encuestas reflejan que la gente es partidaria del diálogo. Es decir, el sentimiento profundo es que esta situación no se descarrile por la vía de la sangre. Y fuera de Venezuela piden que se canalice a través de comunicación entre las dos partes, aunque se produzca el cambio democrático y salga Maduro. Pero además, las conversaciones son naturales, es parte de la existencia misma de la democracia. El primero en proponer sentarse a conversar fue la oposición. Aquí no se trata de matar al adversario o colgar a Maduro de un árbol, como algunos airados quisieran. Aquí se trata de que, aunque se desprecie y se odie a Maduro, se le respete como persona porque esto es parte de la esencia de la democracia, garantizándole sus derechos humanos y civiles, sin impunidad y con justicia.

Además, yo creo que la justicia entendida como venganza es contraproducente. Si de esto se tratara, se repetirá la espiral histórica de que el perseguidor de hoy se convierte en el perseguido de mañana y viceversa. Como no queremos esto –porque pensamos en el futuro–, no podemos renunciar al diálogo. Hay que tomar muchas decisiones conjuntas para salir de la crisis, pero nunca se debe identificar el diálogo con aplazamiento de soluciones políticas. Tenemos el RR que perfectamente puede realizarse en el 2016.

–¿Y qué pasó entonces con la posición de la MUD en el tema del diálogo?

–La primera vez que el gobierno, forzado por la presión internacional aceptó el diálogo, trató de convertirlo, no en un mecanismo de mutuas concesiones, si no en un elemento de aplazamiento. La primera idea del diálogo, y esto confundió a la oposición, fue la de usarlo para no permitir que se produjera el RR. Incluso, a través de Zapatero propusieron la libertad de los presos a cambio de que no hubiera revocatorio en el 2016. Es decir, con esto Maduro trató de comprar dos años más de sobrevivencia porque sabe que en el 2019 se va él y su partido. Recordemos que el RR es un derecho constitucional que interesa al orden público, y las normas de orden público constitucionales no pueden ser relajadas por convenios entre las partes. El RR es innegociable aunque el diálogo sea un escenario.

Es importante señalar que el dialogo tiene que contar con una agenda. El primer punto de la agenda tendría que ser el de normalizar al país. Esto implica soltar a los presos políticos, devolverle a la Asamblea Nacional las facultades que le han arrebatado y democratizar a Venezuela para ir a unas elecciones libres de la contaminación y dominación de las fuerzas del poder. El otro elemento es entrarle entre todos a la tragedia social, económica y de seguridad que viven los venezolanos. Por esto no podemos regatear nuestro concurso. Esta es una materia que no debemos rechazar. El otro aspecto, es que en el diálogo el que tiene que ceder es el gobierno, no, la oposición. No hay que temerle a esta materia siempre y cuando se mantenga el objetivo del revocatorio. El que teme un diálogo serio es el gobierno y no la oposición.

–Pero eso fue la primera vez, ahora ¿cree usted que la oposición en la última visita de Zapatero cayó nuevamente en la trampa del gobierno?

–La segunda vez fue por contradicción en el seno de la MUD. La unidad estaba tan atemorizada por el mal uso que se hizo de las conversaciones que no supo resolverlo en forma adecuada, es decir, asumiendo pública, directa y claramente de cara al país. Diciendo lo que había que decir. No es que cayó en la trampa del gobierno sino que cayó en sus propias dudas y vacilaciones frente a un tema como el diálogo. Eso fue un error obviamente, pero eso ya está superado. Ahora entramos en una fase nueva que es continuar con lo del revocatorio.

–¿Aunque el referéndum revocatorio quede para el 2017?

–Eso no se ha dicho claramente así. Pero en mi opinión, podría interpretarse de esta forma. Lo importante es que debemos ir al revocatorio. Lo que el CNE y la maniobra del gobierno no pudieron evitar fue el darnos una fecha cierta. El CNE nos dio una fecha: tres días de octubre para recoger el 20 por ciento. Es cierto que ha tratado de complicar el asunto.

Se estima que con las máquinas que ellos dieron se podrían recoger hasta 6 millones de firmas. La idea de la oposición era hacer un plebiscito, es decir, recoger 8 millones o más. Las encuestas nos están hablando de entre 12 y 13 millones dispuestos a firmar el revocatorio. Sería prácticamente la consulta refrendaría misma. Aunque solo se requiere casi 8 millones para que salga Maduro. Pero con un añadido: 12 millones sin ampararnos en el secreto del voto, que es una garantía universal de toda sociedad democrática para defender la pureza del voto. Esta vez, 12 millones de venezolanos están dispuestos a firmar en el RR de cara al mundo y asumiendo todas las consecuencias.


–Este hecho hace que la declaración de la MUD fuera muy buena. No dijo que aceptaba el 20 por ciento por estado, por el contrario dijo que lo rechazaba. Pero va a buscar el 20 por ciento. Hermann Escarrá dio una declaración positiva cuando señaló que creía que si se lograba el 20% en la mayoría de los estados, debía considerarse nacional. Me imagino que habrá pensado en el efecto que tendrá en el país y el mundo, millones de venezolanos en la calle reclamando su derecho a votar y, efectivamente, votando.

No debemos dejar la situación en manos extremistas

Américo Martín estuvo presente como negociador en la Coordinadora Democrática y fue opositor consistente al gobierno de Hugo Chávez desde su inicio. Por eso no cree en los radicalismos de ningún lado. Considera que la situación de Venezuela debe ser discutida y resuelta por quienes tienen sentido de la realidad.

–El CNE recuerda que hay acciones judiciales en suspenso, refiriéndose a la demanda interpuesta por Jorge Rodríguez (PSUV) ante el Tribunal Supremo de Justicia, por las firmas.

–Eso sería para terminar de matar el referéndum revocatorio ahora o en 2017. Yo no sé qué consecuencia traería. Podrían ser terminales para el gobierno, y cesar la neutralidad de las fuerzas que hasta ahora se han mantenido así. Pero además se activaría la aplicación internacional de la carta democrática en forma inmediata. Y un país, en el estado como lo tiene Maduro, difícilmente soporte la aplicación de la carta que implica sanciones económicas o, la conversión de la deuda externa venezolana en deuda de plazo vencido y cobro inmediato. Yo me pregunto si Maduro quiere esto. Si es así, que se arriesgue, porque creo que va a pasar la de Caín. Porque esto podría significar que redoble la represión, y creo que debe preguntarle a las fuerzas armadas si está dispuesta a matar venezolanos para defender una causa como la de este gobierno.

Ahora, los radicales no quieren el RR en el 2017 porque no desean sufrir una paliza unida a las elecciones de gobernadores. Pero también alegan que no se deben hacer las elecciones hasta que no se resuelva el problema económico. Con ellos en el gobierno eso es imposible. Sin embargo podemos comunicarnos con los sectores no radicales del PSUV para buscar salidas. Esta situación no debemos dejarla en manos de los extremistas, ni de allá ni de acá. Esta crisis deben resolverla los que tengan sentido de la realidad para admitir la derrota, en este caso el gobierno, o para administrar la victoria, en este caso, la oposición.

–Usted piensa entonces que el dilema es para el gobierno o para Maduro específicamente, porque tiene que escoger entre las propuestas del sector radical de su partido y aquellos que tienden puentes…

–Muy bien dicho. Ese es un problema que tiene que resolver el gobierno consigo mismo. Maduro acaba de reunirse con el Secretario de Estado de los Estados Unidos, John Kerry y, según se comenta, la reunión la buscó el Presidente venezolano. Tiene que estar sintiendo muy próxima la aplicación de la carta, y quizás por allí haya una conversación. Pero lo más probable creo yo, es que el gobierno de los EEUU no debería hacer concesiones indebidas, como desestimar la carta y mantener los presos políticos, a un gobierno como el de Maduro, y menos antes de un proceso electoral en los Estados Unidos.

En todo caso, el gobierno tiene que resolver qué es lo que va a hacer: si va a seguir precipitándose por el barranco al que lo lleva gente como Jorge Rodríguez y Diosdado Cabello, o va a frenar y abrir el cauce verdaderamente democrático.


No, al paro indefinido sin objetivos

Américo Martín se concentra y piensa cada una de las preguntas. Cuando quiere puntualizar algún aspecto de su declaración su dedo toca el vidrio de la mesa con solidez. Como exparlamentario (1973-1983), sabe que es importante la comunicación para lograr metas que beneficien al colectivo. No alienta la idea del paro nacional, y tampoco cree en movilizaciones sin objetivos claros.

–Cabello dijo que la oposición estaría organizando un paro nacional. ¿Cree que es conveniente ese paro en caso de que así se plantee?

–En general a mi no me gustan los paros indefinidos y sin objetivos propio. Si el objetivo es sacar al gobierno, ese no es un motivo para un paro. Esta acción tiene limitaciones gremiales y protestas localizadas. Ahora, si es indefinido, menos. Basta con que el gobierno sencillamente no haga nada para que el paro se agote en sí mismo. A mí me parecen políticas muy aventureras. Como también la idea de salir a la calle por la calle misma. Es una manera de desgastar el instrumento de la movilización. Hay que salir a la calle los días que se han concertado, donde el objetivo es concreto como por ejemplo el 1S por el revocatorio.

–¿Descartaría entonces la posibilidad de un paro nacional como acción de presión?

–No la descarto. Pueden darse condiciones irremediables e inevitables que conduzcan a un paro. Pero yo no aliento este tipo de salidas. Y además la MUD está clara en lo que está haciendo. Trabajando por una salida constitucional, democrática, pacífica y electoral. El que se opone a estas cuatro banderas es el gobierno. Entonces que pague el costo político correspondiente.

–Dentro de la oposición hay varias candidaturas presidenciales. ¿Usted cree conveniente estas aspiraciones y pre-campañas electorales en estos momentos?

–La fortaleza de la alternativa democrática es su debilidad, y su debilidades, su fortaleza. Si la MUD fuera un grupo compacto de una sola voz, una sola autoridad, un solo líder y solo vocero, sería más eficaz en su funcionamiento, pero su alcance sería muy limitado. El que quiera dirigir legítimamente a Venezuela tiene que recoger todas las tendencias en su propio seno. De modo que la MUD es pluralista. La fuerza del pluralismo es esa, resta eficacia y rapidez, pero proporciona amplitud. Y lo que necesitamos es una salida muy amplia.

El que haya varias candidaturas en la MUD es muy bueno. Malo sería que hubiera una sola porque el pluralismo sería una farsa. Yo entiendo que los seguidores, tanto de Leopoldo, Capriles, Ledezma, Ramos Allup, Henry Falcón o María Corina crean en ellos y los apoyen. Eso me parece perfecto. Es lícito y hay que alentarlo. Eso les da músculo y aire a sus respectivas corrientes. El punto está en que no hay que olvidar que estamos unidos. Y esto es lo que llamamos la unidad de lo diverso, que es la unidad más factible. Cuando lo diverso se une para un objetivo concreto tiene toda la fuerza de una nación. Y lo diverso se une cuando hay un objetivo común, y ahora es el RR, es decir la salida de Maduro hacia un cambio democrático, plural y que restablezca el proceso electoral.

Ahora, llegado el momento de escoger el candidato de ese movimiento único y diverso, ya la oposición patentó una fórmula: las primarias presidenciales. Y mientras más candidatos, mejor, porque hay fuerzas incorporándose. Siempre que se respete el resultado, y se va a respetar ese resultado.

–¿Y si hay revocatorio antes? ¿Cómo quedan esas candidaturas o aspiraciones?

–Se presentaría una dificultad si el revocatorio tiene éxito y Maduro se va en el 2016. Esto se traduce en que el vicepresidente debe convocar a unas elecciones en 30 días. En este tiempo es imposible organizar unas primarias. Pero es una dificultad reparable, porque los aspirantes que tenemos no querrán ser candidatos para un período de año y medio, que sería la transición para completar el período de Maduro. Para eso habrá que buscar un Ramón Velásquez o personaje ilustre que complete ese año y medio. En este tiempo se hacen todas las elecciones primarias que se quieran: para gobernadores, concejales, alcaldes y, sobre todo, para Presidente.


A las FANB: "Les pido que se mantengan al margen"

Américo Martín, hombre formado en la izquierda y exguerrillero se acomoda en la silla para recordar momentos importantes de la historia política de Venezuela. Y habla del tema militar que conoce mucho, porque lo vivió y fue protagonista de una etapa de conflictos y de los inicios de la democracia en el país.

–¿Piensa usted que los militares tengan una visión de todo lo que ocurre en el país, a pesar de que ahora no estén cumpliendo las funciones que les asigna la ley, sino que están involucrados en distribuir alimentos y cuidando colas de supermercados? ¿Qué pensarán los militares de todo esto?

–Me imagino que estos militares puestos en estas funciones que no tienen nada que ver con las que la Constitución les ordena cumplir, y que dista mucho de la esencia de su carrera militar que es muy digna y respetable, deben sentirse muy abochornados y avergonzados.

–La MUD no ha hecho llamado a golpe de Estado, por el contrario lo rechaza. La MUD se mantiene en sus cuatro grandes principios: salida constitucional, electoral, pacífica y democrática. En Brasil una presidenta fue sustituida por vía constitucional y aceptó bajo protesta. Está fuera del poder.

–Ahora ¿qué hicieron las Fuerzas Armadas brasileñas ante la sustitución de la Presidenta Dilma Rousseff? Estamos hablando del segundo ejército más grande de América, y que tiene antecedentes golpistas e intervencionistas muy claros. Ha sido una fuerza muy dura. Sin embargo, ¿qué hizo?: se mantuvo al margen. No hizo nada para impedir esto. Ellos no tienen que cargar con los errores y acusaciones espantosas que se han hecho a altos funcionarios del gobierno. La institución armada no está para esto ni tiene por qué manchar su uniforme o deshonrarse asumiendo una culpa que no cometieron. Y eso fue lo que hicieron las fuerzas armadas brasileñas. Simplemente se limitaron a cumplir lo que ordena la Constitución.

En nuestro caso, si las Fuerzas Armadas respetan el voto popular y la decisión del Revocatorio, sea ahora o cuando sea, ellos merecerán el respeto y reconocimiento de todos los venezolanos. Posiblemente con la excepción de aquellos que terminen siendo juzgados por delitos, perfectamente demostrables en juicios debidos y justos en los tribunales.


–Pero los militares de Brasil no fueron acusados de corrupción y narcotráfico como en Venezuela. ¿Cómo podríamos nosotros evolucionar en el diálogo con toda esta crisis que hay en los sectores fundamentales del país, entre los cuales se encuentran las FANB?

–La originalidad de las Fuerzas Armadas Venezolanos no puede ser tal que no se parezca a ninguna otra. Probablemente no se parece a ninguna, pero te garantizo que hay muchísimos militares en las fuerzas armadas colombiana, peruana, argentina o brasileña que han tenido complicidades bastantes cuestionables. Yo no estoy hablando de individuos. Estoy hablando de institución, que es una cosa distinta. Y voy a compararla, no con otro país, sino con Venezuela. Te voy a dar un elemento importante: El 23 de enero de 1958, yo era un muchacho de la clandestinidad y, sin embargo, la dirección de la Junta Patriótica y el Frente Universitario habían lanzado esta consigna: hay que centrar el ataque en Pérez Jiménez, Vallenilla y Pedro Estrada. Nada más. Mano tendida con todo lo demás.

Por supuesto sabíamos que estos tres no eran los únicos culpables, pero frente a esas culpabilidades, estaba el hecho mismo que era vital para que la transición se diera: que las Fuerzas Armadas cumplieran su papel de respetar la voluntad popular. La gran decisión política en la negociación era poner en una balanza la absolución de algunos militares de dudosa conducta o la suerte de Venezuela. Este gran problema se nos planteó el 23 de enero, de igual forma que se le presentó al gobierno chileno y argentino. Después, a la larga, la justicia se impuso.

Pero en función de la operación política era necesario entender que las culpas son individuales. Los militares deben ser juzgados por delitos comprobados individualmente, no tienen por qué manchar al resto de la institución. Este es el criterio político que hay que asumir. El error de acusar a todos los militares por los hechos de corrupción notorios y escandalosos de algunos militares, es un error y una injusticia. Un error, porque el beneficio de unos cuantos no tiene que ser un perjuicio para todos los demás, y es una injusticia precisamente por lo mismo, porque hay muchos militares que están en la institución con la misma devoción que un abogado o ingeniero ejerciendo su profesión.

–¿Qué le pide ahora a los militares de las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas?

–Les pido que se mantengan al margen. No se les pide ni golpe de Estado ni que apoyen a la oposición. Se le pide que apoyen a la Constitución y que respeten las decisiones de la soberanía popular.

Y voy a decir una cosa: Hay algunas decisiones de las fuerzas armadas como tal que tienen que ser dignas de considerarse una señal. La primera es la del 6 de diciembre. ?¿Quién no dijo en algún momento que el gobierno no dejaría que se oficializara la victoria de la oposición en las parlamentarias, habida cuenta de las encuestas que indicaban que el gobierno seria barrido electoralmente? Sin embargo, la MUD insistió apelando a esta consideración política: ¿qué ganan los militares atropellando a millones de venezolanos para sostener un gobierno que no goza ya de respaldo popular y que comete todas las aberraciones administrativas y políticas que hay en el diccionario? ¿Qué ganan los militares sacrificando su uniforme, prestigio, respeto de su propia familia y de su pueblo tratando de salvar un gobierno que los venezolanos no quieren?

¿Y qué hicieron los militares el 6D?, respetaron esos resultados pese a las amenazas ardientes de los más altos dirigentes de la cúpula del gobierno y del PSUV.

A Maduro le pasó como a Romeo, el de Julieta

Ya habíamos conversado de todos los temas. De lo bueno y de lo malo. Del presente y del futuro de Venezuela. Del gobierno. De la MUD. Américo Martín... el ciudadano se mantiene firme, como una muralla de esperanza. No deja nada al azar.


–¿Qué significa Maduro para la historia de Venezuela?

–Yo me lo he preguntado. Yo conozco a Maduro. Él y yo estuvimos en la Comisión de la Mesa de Negociación y Acuerdos. Yo veía que era el más accesible, comunicativo y con iniciativa de la delegación del gobierno. Yo no sé qué mosca le picó a Maduro que cambió del hombre flexible y amigo del diálogo que era, a este personaje que dicta las medidas más atroces.

Creo que Maduro es víctima de las circunstancias. Se casó con una mujer que lo presiona para asumir posiciones radicales, que está metida en el tremendo lío de sus sobrinos, acusados en la jurisdicción norteamericana de cosas muy feas, y me imagino yo que eso la compromete, la obliga, la desespera. Por otra parte, tiene el mandato de Chávez, quien lo nombra, probablemente, porque no confiaba en Diosdado Cabello ni en otros que estaban allí preparados para asumir el liderazgo. Maduro llega para aplicar desde la A hasta la Z el mensaje de Chávez, sin ser Chávez, y con un país sumido en un deterioro creciente. Él es víctima de las circunstancias.

A mí Maduro me hizo recordar el episodio de Romeo y Julieta de Shakespeare. Cuando Romeo mata a Teobaldo Capuleto –primo muy querido de su amada Julieta, con quien se había recién casado, clandestinamente–, sin quererlo, en un lance de espadas. Con el cadáver de Teobaldo a sus pies, exclama Romeo: “Oh, soy un triste juguete del destino…”.

09-10-16




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico