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martes, 4 de octubre de 2016

Cuando lo cotidiano es lo absurdo por @tulioramirezc


Por Tulio Ramírez


Recuerdo mis tiempos de estudiante universitario. Para ese entonces, mediados de los 70, a uno se le removía el alma de la emoción cuando escuchaba aquella hermosa frase que nunca supe si llegó de Cuba, vía Revista Bohemia o de alguna estrofa de una de las canciones de Silvio Rodríguez.

También es posible que haya llegado de Francia, como una de las genialidades de las muchas que adornaron aquel mayo del 68 y se anclaron como frases inmortales en el corazón de todo joven contestatario. Me refiero a aquel lema que decía algo así como: “Cuando lo extraordinario se hace cotidiano, entonces estamos en revolución”.

Tal hermosura nunca fue una consigna de esas que se repiten hasta el cansancio en las marchas de protesta. Tampoco ha cerrado los manifiestos políticos de la izquierda como aquel ¡Patria o Muerte, Venceremos!, impuesto por Fidel desde la Segunda Declaración de La Habana en febrero de 1962. Confieso que en más de una oportunidad se la he achacado a Quino ya que parece una de las típicas salidas de su alter ego, Mafalda. Lo cierto es que la mayoría se la ha endosa al polémico Che Guevara. Es posible que sea así, aunque buscando en internet no conseguí ni cuándo ni en qué momento la dijo. A lo mejor es como las frases atribuidas a Einstein y que nunca fueron expresadas por el genio de la Teoría de la Relatividad.


Pero, más allá de quién la haya dicho, esta afirmación tiene una inmensa fuerza emocional. De solo escucharla cualquiera con algo de sensibilidad puede abrir la puerta de su imaginación y trasladarse, cual la Alicia de Lewis Carrol, al país donde las maravillas se hacen presentes a cada instante y en cada rincón.

Su carga poética y esperanzadora la ha convertido en una de las frases más utilizadas en los últimos 30 años por haberse sedimentado en el imaginario de todo revolucionario que se respete. Sin embargo esa máquina trituradora que llaman revolución bolivariana se ha encargado de desvirtuarla, gracias a su infinita incapacidad para gobernar y al enorme poder de destrucción de lo bueno que quedaba en el país.

A diferencia de lo que sugiere la frase de marras, en la revolución chavista lo extraordinario no está asociado con la idea de avance o felicidad para el pueblo. ¿Que suceden cosas fuera de lo común?, es innegable. La diferencia es que ningún país serio haría lo que en Venezuela el gobierno hace cotidianamente. Solo mencionaré algunos casos que corroboran nuestra afirmación. Comenzare por el más reciente. Díganme en cual país de esta bolita azul suspendida en el universo, un gobierno prohíbe que ingresen medicinas a un Hospital público donde cientos de niños esperan por ellas para tratar sus dolencias. Si esto no es algo extraordinario, ¿cómo podría calificarse?

Hacer que un poder como el electoral invente de manera descarada miles de trabas para evitar el derecho constitucional a revocar al Presidente de la República, es algo que excede los parámetros normales de una sociedad que se autodefine como democrática. El país no sale de su asombro al observar como en cada día que pasa, surgen nuevos y más ridículos obstáculos para hacer imposible el ejercicio de tal derecho. Esa extraordinaria insensatez e inmoralidad, es de las cosas fuera de lo común que suceden en Venezuela.

Por último y para no alargar este artículo, me referiré a lo más extraordinario que ha hecho la revolución bolivariana. En apenas 17 años ha convertido a Venezuela de ser uno de los países más ricos del continente, en uno donde recoger alimentos de la basura se ha hecho cotidiano.

Observar a gente que sale de su trabajo para ir directo a los basurales cercanos a restaurantes a rescatar alimentos en buen estado o a punto de descomposición, es algo que trastoca cualquier rasgo de la normalidad. Esta revolución de lo absurdo definitivamente está inspirada en Marx, pero no en el pensador alemán, sino en el humorista norteamericano Groucho Marx, experto en convertir lo absurdo en un rasgo de cotidianidad.

03-10-16




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