Leonardo Fernández 05 de octubre de 2016
Nuestro
vecino país ha pasado por la consulta electoral más importante de su historia,
en juego estaba el final de 52 años de conflicto, pero también las condiciones
en las cuales se incorporaría la guerrilla de las FARC a la vida pública. Los
colombianos han decidido no respaldar el acuerdo, porque consideraron que
dejaba impunes crímenes atroces contra la humanidad.
Más
allá de las consideraciones sobre los argumentos a favor y en contra del
acuerdo, tenemos que destacar como se desarrolló el proceso de consulta popular
en un verdadero estado democrático y de derecho. El contraste entre la actitud
de Santos y de Maduro, es el que hay entre un demócrata y un dictador.
En
primer lugar, el acuerdo de paz alcanzado en la Habana pudo ser firmado sin
apelar a un referendo. Santos no tenía la obligación legal de someter el pacto
con las FARC a consulta, pero sintió que era su obligación moral dar la última
palabra a los ciudadanos. En Venezuela el CNE tiene la obligación
Constitucional de facilitar un Referendo Revocatorio y de convocarlo si cumple
los requisitos, a pesar de eso vemos que nuestro poder electoral y sus jefes en
el gobierno, bloquean un derecho del pueblo.
Seis
semanas después de la firma del acuerdo de paz, los colombianos estaban votando
en Referendo, mientras en Venezuela un proceso que ha comenzado hace meses,
quiere ser aplazado hasta el año 2017 porque “no es posible hacerlo en tan poco
tiempo”.
Por
otra parte, Álvaro Uribe, principal líder de la campaña triunfadora del NO, no
ha sido perseguido, ni hay en Colombia presos políticos por defender sus ideas.
Las
mesas electorales cerraron en la hermana república a las 4pm y en menos de 2
horas se conocían los resultados a pesar de ser unos escrutinios muy ajustados,
nadie usó como excusa el estrecho margen entre las opciones para dilatar el
anuncio de las cifras hasta horas de la madrugada.
Quizás
una de las lecciones más importantes que nos da Colombia con este referendo, es
la actitud de ganadores y perdedores, de Uribe y Santos, quienes se han
pronunciado en favor de un diálogo que unifiquen la postura de los líderes
democráticos frente a la guerrilla de las FARC.
El
contraste de un proceso democrático en Colombia, con las decisiones arbitrarias
del poder electoral venezolano, dejan desnudo a la tiranía Madurista,
desmintiendo con los hechos los argumentos del CNE y sus amos en Miraflores.
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