Por Susana Morffe, 31/10/2016
A partir del 1° de noviembre comienza otra nueva etapa
económica en Venezuela, la cual se vislumbra por los análisis de los expertos,
con una inflación insoportable para un país que ha llegado a su más empobrecida
realidad.
En el juego político de poderes se han ensañado con la
fragilidaddel pueblo, desde el punto de vista de subsistencia humana. El hambre
no es un mal, ni es un pecado, es simplemente el desprecio al ser humano en toda
su dimensión.
El nuevo aumento del salario mínimoesel cuarto en menos de un año, según el conteo de
propios y detractores¿Han pensado que esto es una consideración para el pueblo unido?
Ni los chinos se lo creen, demagógicamente puro cuento para frenar el descontento
entre los “beneficiados” y mantenerlos aguantados con el hambre. Equivale a deducir
que un salario mínimo de tal valor, es ofrecido por y para lambucios.
De igual modo es explicable que con tres aumentos anteriores
el público aplauda la supuesta “benevolencia” del régimen hacia la masa
trabajadora y pensionada, colocándolos como los más pobres en la escala económica
del orbe; tenemos entonces que deducir, escatológicamente, que se trata de un
pueblo lambucio, conformista de migajas, mientras que el grueso del precario
Producto Interno Bruto, si eso existe en el sistema, se lo tragan los
corruptos, siendo estos los verdaderos PIB.
Venezuela es un desastre de país por donde quieran
mirarlo. Si no se aprendió con tres intentos anteriores, elevando “calidad de vida”
con el salario impuesto, con este cuarto se podrá esperar otro porque no hay
quinto malo ¿Será posible que lleguemos a ese nivel?
Si llegara a pasar, entenderemos que el salario mínimo
venezolano se ha creado por y para cerebros mínimos. De personas que se acostumbraron
a seguir siendo pobres. De venezolanos que no les importa formarse en una cola
para comprar los productos que escasean o en su defecto otros que son incomprables.
Es vergonzoso asumir tener mucho dinero con poco valor
para no poder comprar nada. Utilizaremos en poco tiempo una carretilla de
dinero depreciado.
Crean o no, el salario mínimo se convirtió en una
estrategia, de antes y ahora, para sujetar a la masa trabajadora y pensionada.
El experimento no debería seguir dando resultados favorables al régimen, porque
la experiencia no ha sido favorable para nadie y mucho menos enriquecedora para
optimizar la vida de los venezolanos.
Si en sus cuatro aumentos el régimen se ufana de
corregir las fallas de la supuesta “guerra económica”, me atrevo a creer que
los soñadores han ido despertando y no se comen el cuento de una vida de
calidad con un salario mínimo de muertos de hambre.
De cierto es que la supuesta “guerra económica” sí
existe, no es supuesta sino fielmente planificada y controlada para obtener los
resultados que tenemos actualmente. Un país arrodillado y a la vez perplejo por
la cantidad de dinero devengado, sin lograr nada sustancial para mejorar la condición
humana.
Aduzco que no hará falta un “quinto malo” porque ya habremos
salido de esta pesadilla, cada uno habrá completado su lección o master en economía
para dejar de ser venezolanos que viven de un salario mínimo por tener un
mínimo de cerebro.
@susanamorffe
http://susanamorffe.blogspot.com/
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