Por Mabel Sarmiento
El estudio que presentó este
jueves Cecodap, levantado por Cisor, da cuenta de cómo la población sufre los
estragos de la violencia. Hay datos que dan cuenta de cómo en los últimos dos
años al menos un familiar, de 64 hogares entrevistados, murió en medio de
enfrentamientos entre bandas.
También en los últimos dos
años, de los 1.099 hogares visitados se recogió un dato alarmante: 1 niño(a) y
26 adolescentes fallecieron debido a enfrentamientos armados, asaltos,
secuestros u otro tipo de violencia.
La encuesta
presentada por el Centro
Comunitario de Aprendizaje (Cecodap), titulada “Efectos de la
crisis económica y política en niños, niñas y adolescentes en el Área
Metropolitana de Caracas”, no solo da cuenta —en cifras— de cómo ha mermado la
calidad de vida del venezolano, que hoy en día no puede cubrir sus necesidades
básicas de alimentación y salud; sino que también refleja cómo la violencia
está haciendo estragos en el núcleo familiar.
El estudio, que fue
levantado por el Centro
de Investigación Social (Cisor), abarcó 1.099 hogares
(4.837 personas), de los cuales 132 fueron víctimas de la violencia que se
desarrolla fuera de sus viviendas, en las comunidades o en el país.
En los últimos dos años, de
ese grupo —según pudieron recoger los investigadores de campo— al menos un
familiar de 64 hogares entrevistados murió en medio de enfrentamiento entre
bandas o entre grupos armados y policías; y de los 68 restantes murió alguno en
un atraco, secuestro o situación similar.
De igual manera, en este
mismo periodo de tiempo en los hogares objetos de estudio, fallecieron un
niño(a) y 26 adolescentes —que eran sus familiares o conocidos— debido a
enfrentamientos armados, asaltos, secuestros u otro tipo de violencia.
Además, 34 personas, que
murieron por esas mismas causas, tenían entre 18 y 24 años de edad.
De ahí que 60 % de los
encuestados estima que la inseguridad empeoró y 30 % opinó que se mantiene en
los mismos niveles.
Frente a esa situación, la
mayoría de los menores cree que corre riesgo fuera de su casa o de la escuela,
realidad que nutren con la desconfianza en el rol y desempeño de quienes
deberían garantizar el orden y evitar el delito: la policía.
Pero el análisis no se
relacionó solamente con la violencia fuera de los hogares. Matilde Parra,
coordinadora del proyecto, señaló que en más de 89 % de los hogares se dan
situaciones que reflejan una forma no apropiada de convivencia y que pueden
llegar a ser destructivas. Se gritan e insultan cuando discuten (34 %) y/o se
evaden mutuamente para no pelear (55 %).
La manera más común que
expresaron las madres o cuidadoras para disciplinar a sus hijos cuando tienen
mal comportamiento o desobedecen es reprendiéndolos o regañándolos (368
menciones). Mientras que —aunque es una porción muy pequeña pero igual de
significativa— en 47 de los 1.099 hogares se imparte castigos físicos a los
niños (as) y adolescentes.
Otra de las causas de
fallecimiento frecuente detectada en la encuesta, y que no obedece a causas
naturales, tiene que ver con deficiencias en el sistema de salud: algún
integrante de la familia —entre 140 hogares entrevistados— falleció por falta
de tratamiento o de atención médica oportuna.
Merma calidad de vida
En su análisis, Parra
consideró que los problemas económicos como el desempleo o la falta de dinero,
se vislumbran como la primera causa de discusiones en los hogares —acumulando
34.59 % de las alternativas planteadas— lo que supera a las tradicionales, como
las tensiones que originan los esfuerzos por disciplinar a los hijos; las
discusiones derivadas de celos, desamor u otros problemas sentimentales.
De hecho. de 692 madres o
cuidadores entrevistados, 328 coincidieron en que los problemas económicos y
políticos del país están afectando la manera como se relacionan con sus
hijos(as).
Lo que más preocupa es que
eso incide en el estado de ánimo y genera estrés, cansancio y mal humor en los
esfuerzos realizados para garantizar la alimentación en cantidad y calidad
suficiente. “Las dificultades para conseguir los alimentos —colas, bachaqueo,
etc.,— y la insuficiencia de ingresos en los hogares para adquirirlos a costos
elevados, alteran la estabilidad en el hogar” (sic), dijo la especialista.
En palabras de los
entrevistados, la relación con los hijos se afecta porque:
“…Tengo que pasar más tiempo
en la calle que en la casa, buscando alimentos que darles…”
“…No le dedico mucho tiempo
porque el día libre hay que salir a bachaquear…”
“…No se consigue la comida y
todo el tiempo tiene hambre”.
“…Porque a veces no tengo
leche para darle y eso me preocupa y me estresa…”
Este patrón se repite frente
a otros bienes como ropa, libros, calzado, juguetes, etc. Lo cual impacta
negativamente en las relaciones intrafamiliares y con más intensidad cuando se
refiere a objetos específicamente necesarios para los pequeños, como los
pañales.
También las discusiones por
temas políticos, impedimentos para tratamientos médicos y emigración de
familiares generan perturbación en las viviendas.
La economía por el piso
La investigación hecha por
Cisor, entre el 14 de julio y el pasado 28 de agosto, en aproximadamente 40 urbanizaciones
y comunidades de los cinco municipios metropolitanos: Baruta, Libertador,
Chacao, El Hatillo y Sucre; también refleja cómo está la población en materia
de sustento.
De las 4.837 personas
entrevistadas, la población económicamente activa asciende a 3.033 (62.72 %) y
las edades varían entre los 15 y los 79 años; mientras que el grupo
económicamente inactivo —estudiante, oficio del hogar, jubilado, rentista, otra
situación, incapacitado— es de 1.804, lo que equivale a 37.27 %.
Las ocupaciones más
frecuentes en esos hogares son: vendedores (327); limpiadores y asistentes
(164); conductores de vehículos y operadores de equipos pesados móviles (131);
trabajadores de los servicios personales (119); oficiales y operarios de la
construcción sin incluir electricistas (104).
Cómo pinta el futuro
Los encuestadores no pasaron
por alto la perspectiva de un proyecto de vida. A futuro, muchas de las
personas objeto de este estudio consideraron que a largo plazo resultará más
sencillo tener un trabajo o profesión, casarse y tener hijos, tener una casa
propia. A la vez sostienen que no será tan sencillo ahorrar o ganar dinero
suficiente para divertirse y darse gustos.
“Las buenas expectativas y
el interés decaen cuando se piensan en la factibilidad de vivir a salvo y
prosperar teniendo un negocio propio en la comunidad donde residen. Lo que más
preocupa es que todo esto incide en el estado de ánimo y genera estrés,
cansancio y mal humor”.
Carlos Trapani insistió en
que la población debe ser solidaria con los niños (as) y adolescentes.
Ante este panorama, Carlos
Trapani, del programa Buen Trato de Cecodap, en nombre de las distintas
organizaciones que integran la Red
por los Derechos Humanos de los Niños, Niños y Adolescentes (Redhnna)
manifestó solidaridad y compromiso con los niños, niñas y adolescentes que se
encuentran en Venezuela, especialmente con aquellos que más están sufriendo en
esta crisis. “A pesar de las dificultades, les animamos a no perder sus
ilusiones ni sus sueños, pues tienen derecho a un presente y un futuro mejor”,
acotó.
Fotos: Cheché Díaz/Mabel
Sarmiento
09-12-16
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