Stalin González 26 de noviembre de 2017
Detrás
del cierre de la sede del Grupo Actoral 80, por parte de Corpocapital, se
oculta algo más grave que un simple desalojo. El Gobierno está empeñado en
derribar los cimientos de la cultura en Venezuela. Estos objetivos persiguen la
construcción de una nueva hegemonía, y quitarnos nuestra identidad.
La
propuesta de este gobierno de crear una supuesta“identidad nacional” alejada de
la alienación del capitalismo solo esconde el adoctrinamiento. A pesar de que
la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela consagra la naturaleza
pluricultural del Estado venezolano, los que hoy han estado en el poder por 18
años, no buscan con sus políticas combatir la desigualdad, sino erradicar la
diversidad.
Los
principios constitucionales como la libertad de expresión y pensamiento, la
libertad de creación y el pluralismo cultural se quedan solo en tinta frente al
artista, cultor o gestor cultural que no apoye explícitamente al oficialismo y
así los expulsa del sistema usando como mecanismo de represión los cierres, la
auto-censura, el silencio o la adhesión obligada.
El
objetivo es muy claro desde hace tiempo, el pensamiento único. La cultura es lo
que yo diga, identidad la que yo diga y expresas lo que yo te permita. Todo lo
que no entre en este pervertido sistema autoritario es un enemigo de la
revolución. Por la construcción de su hegemonía empezaron eliminando los
subsidios del Estado a las agrupaciones de teatro y danza, luego secuestraron
las instalaciones más grandes, como el Ateneo, el complejo Cultural Teresa
Carreño, el CELARG. En sus librerías del Sur y Ferias de Libro, solo se
consiguen manuales propagandísticos del pasado, añoranzas culturales de la
trova cubana o el muralismo mexicano. Las editoriales del país solo publica a
autores fieles a los ideales revolucionarios o, lo que es mucho peor,
apersonajes que ya fallecieron y que no pueden fijar su posición.
No
solo fue cerrado un espacio cultural, sino una tribuna de diversidad. Pero en
este país, los que hacen teatro, los que pintan y escriben, los que organizan
ferias de lectura, dueños de editoriales independientes, galerías, y todo
hacedor cultural está en el frente de un acto de resistencia frente a un
autoritarismo que cada vez le tiene más miedo a la diversidad por su debilidad
frente al cambio que desea la mayoría del pueblo venezolano.
Stalin
González
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