Por José Guerra
La aceleración del aumento de
los precios durante las últimas semanas en Venezuela es impresionante. La
frecuencia con la cual se ajustan los
precios es diaria, especialmente en bienes importados según aumentan el dólar
paralelo y las expectativas de depreciación del bolívar. Adicionalmente, el
gobierno incrementó los precios de un conjunto de bienes que se mantenían
congelados. Actualmente son varios los factores que han llevado a una agresiva
depreciación de la moneda venezolana frente al dólar en el mercado
paralelo de divisas. En primer lugar, la creación exponencial de dinero por
parte del BCV para financiar el déficit del gobierno, ha puesto en circulación
una masa de bolívares que sale a la calle como un rio crecido para arrasar con
los pocos bienes existentes y también para comprar dólares a cualquier
cotización que refleje la moneda de los Estados Unidos, que funge como un
refugio para quienes optan por proteger sus ahorros ante la hiperinflación. De
esta manera, ha sido el BCV quien ha provisto la liquidez necesaria para que se
compren los dólares creándose de esta manera una espiral de depreciaciones del
bolívar que luego se transfieren a los costos de producción y de allí a los
precios finales de venta. En segundo lugar, debido al pago de la deuda externa,
las reservas en divisas del BCV están en el foso con lo cual se han suspendido
las asignaciones de dólares mediante las subastas que realizaba el ente emisor.
Así, al no haber dólares preferenciales mediante ningún mecanismo, la economía
ha quedado en manos de un mercado paralelo del dólar que funciona
caóticamente. Por tanto, la demanda de divisas para dotar a la economía
de bienes se satisface en buena parte a una tasa de cambio absurda, que
refuerza la depreciación del bolívar y la hiperinflación. Al percibir los
consumidores que los precios van a aumentar, éstos se tratan de adelantarse a
ese aumento y de esta manera se exacerba la inflación.
Desatada el alza
incontrolable de los precios, sus primeras víctimas son los más pobres quienes
al tener un ingreso fijo sus remuneraciones se rezagan respecto a la inflación.
Por tanto, asistimos hoy a una caída sin precedentes de los salarios reales de
los trabajadores venezolanos sean estos activos o jubilados, cuyo poder
adquisitivo al mermar sostenidamente están condenados a la pobreza. Otra
víctima de la hiperinflación son aquellos quienes mantienes sus ahorros en los
bancos y reciben intereses que no guardan relación con la inflación, por cuanto
el BCV decidió mantener congeladas las tasas de interés para poder financiar al
gobierno con dinero barato. Lo que está sucediendo con los ahorristas en
Venezuela es una brutal confiscación del patrimonio de quienes confiaron en el
bolívar como moneda y hoy han visto el esfuerzo de su trabajo evaporado por la
hiperinflación. La respuesta del gobierno ha sido la persecución a los
comerciantes y obligarlos a bajar los precios compulsivamente creando más
escasez y haciendo que se destruya la cadena de comercialización.
26-11-17
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