Por Luis Ugalde S.J.
Supraconstitucional significa
que está por encima de toda Constitución. Venezuela vive y agoniza en el reino
de la supraconstitucionalidad. Los reyes absolutos eran supraconstitucionales y
ningún súbdito podía juzgarlos, ninguna ley condenarlos, por criminales que
fueran. Los dictadores de derecha e izquierda son supraconstitucionales;
Stalin, Mao Castro, Luis XIV, Hitler, Franco, Videla, Pinochet…
La asamblea nacional
constituyente pretende ser supraconstitucional, es decir, dictatorial, que puede
juzgar, condenar, hacer o deshacer todo lo constituido. El régimen, agobiado
por su fracaso total, se sacó de una manga la ANC. En una democracia solamente
es legítima la asamblea constituyente que es convocada por el voto universal y
secreto del poder originario ciudadano para hacer una Constitución que, luego
de ser aprobada por el voto del pueblo soberano, entra en vigencia.
La actual ANC no fue convocada
por el poder originario del pueblo, fue fraudulenta su elección con voto
corporativo de algunas agrupaciones arbitrariamente definidas por el Ejecutivo,
y nunca existieron, ni siquiera, la mitad de los votos que proclamaron. La ANC
es usada fraudulentamente para convocar a elecciones, anular a rivales electos,
hacer leyes, regular precios, castigar y perseguir a todo lo constituido que no
sea del gusto del gobierno. Los dictadores siembran el odio y persiguen a los
que no se sometan. Estos amenazaron con freír las cabezas de los adecos,
mandaron al infierno a los obispos porque tenían el demonio debajo de la
sotana, sembraron el odio contra los empresarios, criminalizaron a los
opositores; llenan de insultos a presidentes de otros países y promueven
programas televisivos sembradores de odio con “hojillas” y “mazos dando”. En el
colmo del amor, ahora han sacado una ley contra el odio que les permite
perseguir “legalmente” a quienes disientan y critiquen al régimen. Ley para
perseguir ideas, sentimientos e intenciones. Como los dictadores criminales
(Stalin y compañía) obligaban a sus rivales a confesiones públicas y
arrepentimientos, antes de fusilarlos.
Se fomenta la
constitucionalización de todo, hasta del pasaje estudiantil; por ese camino
pronto blindarán el derecho de los neonatos al consumo de leche materna. Todo
lo constituido debe someterse a lo supraconstitucional: asamblea nacional,
gobernadores, alcaldes, candidatos presidenciales, presidentes electos,
rectores, empresarios, equipos de beisbol, párrocos y obispos. Por eso la ANC
no dura unos meses sino que se dio un plazo de dos años prorrogables para tener
todo el control de este período presidencial y del comienzo del otro.
Ciertamente es un hecho que en
Venezuela existe la ANC, como lo ha dicho hace poco algún genio político, pero
es una asamblea dictatorial constituida. Una asamblea de militantes cuya
opinión hay que conocer, pero de ninguna manera es supraconstitucional y sería
una barbaridad reconocerle su pretendida supraconstitucionalidad. La ANC existe
como una monstruosidad dictatorial a la que ningún demócrata puede reconocer
moralmente, ni someterse legalmente. Una cosa es no ignorar su existencia y
pretensiones y otra subordinarse a su dictadura.
Si Venezuela quiere salir de
esta tragedia, rescatar su Constitución y la vida democrática, es indispensable
la negociación con buen acompañamiento internacional. Pero sería una locura
acoger como moneda de cambio la pretensión gubernamental de reconocer la
supraconstitucionalidad de la ANC, creada para matar la democracia y la
Constitución.
La ANC no tiene más capacidad
que la que le otorga la sumisión de los súbditos, por miedo, coacción y
necesidad. Pero su impotencia es evidente. Si fuera poderosa, con un decreto
revertiría el milagro al revés de 1 millón de bolívares de hoy que valen igual
que un bolívar de hace 10 años, o que un Toronto cueste más que 4.000 litros de
gasolina. Con otro decreto abriría las puertas del país a 2 millones de
venezolanos aventados por el mundo en busca de vida. La ANC es expresión de la
impotencia de un gobierno agonizante, que ha hundido al país en la miseria y en
la desesperación.
30-11-17
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