Miguel Méndez Rodulfo 15 de enero de 2019
Cuando
se decía que con el Plan País se acallaba a quienes sostenían que la oposición
no tenía una propuesta que ofrecer a la nación, se cometía una gran injusticia,
pues el año 2011 numerosos grupos de especialistas estuvimos colaborando en la
conformación de los “Lineamientos Programáticos para el Gobierno de Unidad
Nacional”, preparado por la MUD”, magnífico documento de 175 páginas, en el que
sector por sector del país, se formularon lineamientos, o el “Qué” hacer en
cada caso.
A mi
humilde entender, nunca antes en la historia venezolana gobierno alguno había
podido contar con una referencia de planificación tan acabada, completa, de tan
alto nivel técnico y que fuera además unitaria. Así, los lineamientos señalaban
claramente un rumbo para Venezuela. Las diferencias entre los Lineamientos
Programáticos y el Plan País son varias: los primeros fueron formulados por
técnicos y se enfocaron en propuestas sectorizadas (salud, educación,
desarrollo urbano y vivienda, seguridad ciudadana, agua potable y saneamiento,
electricidad, etc.) a ser aplicadas en una futura gobernabilidad democrática;
los segundos fueron elaborados por los políticos con el apoyo de algunos
técnicos, aunque a través del Frente Amplio se trató de lograr la participación
de la sociedad civil, propósito que me genera dudas que se haya logrado, tienen
el formato de un Acuerdo Nacional para la Transición, y no se detallaron sector
por sector. En todo caso, como lo dije en mi anterior artículo, es muy loable
que el estamento político se ocupe de temas de planificación que resuelven los
problemas de la gente y sobre todo que le pongan el ojo al período de Transición.
En
este punto he de insistir en lo que ha sido mi prédica desde hace bastante
tiempo. Hay que reconocer tres escenarios: la Transición, período de alrededor
de dos años centrado el reconstrucción de infraestructuras, equipos humanos,
procesos, tecnologías, etc; el período de las Políticas Públicas, o lapso en
que se ha recuperado la normalidad operativa y es posible aplicar propuestas en
un país normal o relativamente estable, y por último hay que tener claro el
período de largo plazo o Visión País, etapa en el que se marca un rumbo claro
al desarrollo en consonancia con las tendencias mundiales.
Tener
este panorama claro es crucial porque el tema es que colocar un ladrillo
durante la transición debe ser realizado con criterios del primer mundo, solo
así despegaremos del subdesarrollo. La Transición, no es que no requiera un
acuerdo, bienvenido sea, pero ésta se caracteriza por acciones muy puntuales y
especificas de reconstrucción, pero también comprende los aspectos coyunturales
referidos a asumir y controlar el poder, establecer un orden institucional,
normalizar los procesos operativos, implementar planes de mantenimiento,
diseñar e implantar programas de empleos sociales y comenzar a sembrar los
fundamentos de las políticas púbicas. La Transición en su fase inicial
(primeros 6 meses) será eminentemente humanitaria referida a canalizar la ayuda
internacional en medicinas y alimentos.
Un
aspecto estratégico es que en este momento será crítico el funcionamiento
adecuado de los puertos, algo complicado de lograr dado el estado ruinoso en
que se encuentran, los problemas de electricidad y agua que los afectan y la
fuga de capital humano que han sufrido. Por cierto, al principio deben llegar
también varios barcos cargados con cauchos, baterías, arranques, bombas de
gasolina/agua y demás repuestos que demanda la flota nacional de gandolas,
porque si no los alimentos y medicinas no podrían ser sacados de los terminales
portuarios.
Otra
cosa es que hay que eliminar todas las alcabalas de las carreteras (es un deseo
particular), pero al menos garantizar que los convoyes de alimentos,
debidamente custodiados por militares, no sean detenidos y puedan llegar hasta
los confines de la República.
Tales
y detalladas son las acciones de la Transición, que además se deberían elaborar
sector por sector, para ver como en el menor tiempo, con la mayor economía y
efectividad, levantamos al país de la ruina en que se encuentra, siempre
siguiendo preceptos de altísima calidad, eficiencia y estricta honestidad. En
el período humanitario de la Transición, podremos caminar y mascar chicle; de
manera que a la vez que canalizamos la ayuda internacional en medicinas y
alimentos, simultáneamente arrancaremos con la planificación de la
reconstrucción de la infraestructura.
Miguel
Méndez Rodulfo
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