Por Simón García
La lucha contra el régimen
continúa. Ante el debilitamiento de los partidos, por el acoso del régimen y
sus errores de estrategia, han surgido actores novedosos que constituyen un
mecanismo de defensa de la sociedad ante la imposición de un modelo centrado en
extinguir el mercado, desmontar las bases constitucionales y restringir el
ejercicio de los derechos.
El agravamiento de todas las
crisis, las respuestas anacrónicas del gobierno, las captaciones reflejas de la
diferencia con países que viven el siglo XXI, la constatación que la división
opositora llegó a su extremo absurdo, la politización de élites no partidistas
en el mundo de la producción y el emprendimiento y en menor medida en el ámbito
cultural, intelectual, profesional y académico son soportes para la emergencia
de estos nuevos actores.
El temor a lo desconocido,
la idea de que la política es una actividad asignada exclusivamente a los
partidos o la coacción oficialista son algunas de las barreras, que se están
corroyendo bajo su superficie, para que emerja un elenco de dirigentes
políticos, no partidistas y hasta ahora sin anti política, con fuerte
representatividad social. El fortalecimiento de los partidos y el retorno de la
política, hoy sólo tienen solución a partir de lo social. Sería extraordinario
que lo partidos asumieran este signo de nueva época.
La aparición de estos
actores está cambiando las significaciones impuestas por el relato dominante
sobre el nosotros/ellos. A medida que adquieran confianza en su desempeño
público, la tarea de salvar y reconstruir a Venezuela tendrá otro libreto con
nuevos parámetros cívicos, fines empresariales y laborales, misión de las
instituciones, especialmente de las FANB y centralidad de una ciudadanía
responsable.
El programa para importar
país futuro, que deberá comenzar por satisfacer el presente de las demandas de
sobrevivencia de la gente, tendrá que nacer de un acuerdo plural que cambie el
mantra de la eliminación del adversario y evite el insolidario sálvese quien
pueda.
Ser castigados por igual con
un salario mensual de un dólar o tener que cargar una bombona de gas cuando se
consigue, está generando el entendimiento a pie que las cúpulas del gobierno y
la oposición tienen en punto ciego. Este entendimiento informalmente plural,
sin mesas de negociación y con una sola opción será lo que quede si el gobierno
no cumple con las condiciones mínimas que permitan flexibilizar las sanciones
que aumentan las calamidades de una población inocente en la confrontación
entre autoritarismo y democracia.
En esta urgencia no es un
dato menor el papel que está jugando el pueblo llano chavista en desacuerdo con
las indefendibles políticas económicas de Maduro. Ellos son el motor de
recientes protestas y tienen mucho que aportar en términos de movilización,
organización e integración de demandas de justicia social en un proyecto
alternativo de país.
Mientras capas radicalizadas
de la clase media en extinción se refugian en el extremismo y la abstención,
los sectores populares comienzan a inclinarse por una solución pacífica y
negociada del conflicto. Ello debería respaldarse con una revisión del rol que
debe jugar la comunidad internacional y una seria disposición de los factores
internos a generar condiciones satisfactorias para votar libremente.
Se requiere una alianza, lo
más amplia posible, entre gobierno y oposición, entre partidos y organizaciones
de la sociedad, instituciones como la Conferencia Episcopal, civiles y
militares, personalidades independientes, gente honesta y con formación para
poner fin a la desintegración de la República.
La nuevas estrategias están
desplazando a las que nos han extraviado en falsas expectativas, amenazas sin
capacidad para ejecutarlas y errores. La esperanza tiene nuevos asideros y
motivos para rehacer la unidad de la oposición y del país. Hay que abrir una
nueva página.
27-09-20
https://talcualdigital.com/los-nuevos-actores-por-simon-garcia/
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