Redacción 24 de septiembre de 2020
Este
miércoles 23 de septiembre, tras el discurso del presidente encargado de
Venezuela, Juan Guaidó, ante las delegaciones de la 75 Asamblea General de las
Naciones Unidas, saltó a la palestra el debate sobre la idoneidad de la
implementación de la Responsabilidad Para Proteger (R2P), un mecanismo que el
líder de la transición considera que debe activarse tras el exhaustivo informe
de la Misión que confirmó los delitos de Lesa Humanidad cometidos por el
régimen chavista de Nicolás Maduro.
Durante la Cumbre Mundial del 2005, los jefes de
Estado de los países adscritos a la Organización de las Naciones Unidas
convinieron en establecer un mecanismo que garantizara la protección de “las
poblaciones frente al genocidio, los crímenes de guerra, la depuración étnica y
los crímenes de lesa humanidad”.
Como explica la propia Organización de las Naciones
Unidas en su página
web, “la responsabilidad de proteger se basa en tres pilares igual de
importantes”.
Primer Pilar
El primero de ellos establece que cada Estado debe
garantizar los derechos de sus poblaciones. Sin embargo, en el caso venezolano,
resulta imposible esperar que quienes usurpan el Palacio de Miraflores
rectifiquen sus crímenes y lleven a cabo un saneamiento judicial y político que
permita el retorno democrático.
Por el contrario, es la propia administración chavista
de Maduro la que ha impuesto un régimen de opresión al pensamiento disidente,
mientras se sustraen los recursos de la otrora joya del Caribe, amparado en
tribunales locales donde reina la impunidad.
Segundo Pilar
La Cumbre Mundial del 2005 también estableció como
segundo pilar del R2P que la comunidad internacional, es decir, los Estados
miembros de las Naciones Unidas, tienen la ineludible responsabilidad “de
ayudar a los Estados a proteger a sus poblaciones”.
Nuevamente, la crisis de Venezuela a todas luces
también “salta” este punto, debido a que la comunidad internacional ya ha
planteado en reiteradas oportunidades diversos mecanismos de diálogo para
restablecer el orden constitucional y plantear una negociación verdadera entre
la cúpula de Miraflores y la legítima Asamblea Nacional, liderada por Guaidó.
Las iniciativas de Noruega o del Grupo Internacional
de Contacto, por ejemplo, no han logrado avances significativos debido,
fundamentalmente, a que uno de los actores, el régimen de Maduro, demostró que
no está dispuesto a negociar su salida del Poder ni convocar elecciones
competitivas y justas. Por ende, no hay razones para esperar un cambio de
postura radical si las Naciones Unidas deciden establecer otra propuesta formal
de negociaciones.
Tercer Pilar
Finalmente, el tercer pilar del R2P es claro: “La
responsabilidad de la comunidad internacional de proteger a las poblaciones de
un Estado cuando es evidente que este no logra hacerlo”. Es decir, que los
Estados miembros de las Naciones Unidas deben asumir el compromiso de proteger
unilateralmente a los habitantes de una nación golpeada por crímenes de Lesa
Humanidad, incluso cuando sus líderes no son capaces de lograrlo por sí mismos.
La crisis de Venezuela estaría estrechamente vinculada
con este último pilar debido a lo expresado anteriormente. Son los propios
usurpadores del Estado venezolano los responsables directos de tales delitos,
tal como lo dejó claro el más reciente informe de la misión del Consejo de los Derechos
Humanos.
Por tal motivo, no se puede descartar que, una vez
más, quizás la definitiva, el caso venezolano sea elevado al Consejo de
Seguridad, con el objetivo de definir una eventual activación de la R2P. Aún
así, siempre está latente la oposición de Rusia o China, estrechos socios del
régimen de Maduro y acusados por la administración de Guaidó de participar en
el saqueo a los recursos petroleros y mineros.
Para la ONU, “la aprobación de este principio en 2005
constituyó un compromiso firme que despertó grandes expectativas sobre un
futuro libre de este tipo de crímenes”. Sustancialmente, el R2P es un mecanismo
preventivo. La opción bélica es la última de una larga lista de posibilidades.
Sin embargo, la situación de Venezuela, como en muchos
otros conflictos, ya ha avanzado más de lo soportable. Sus habitantes están
sometidos a una sistemática simplificación de sus libertades. Lo único seguro
es que la más reciente propuesta de Guaidó abrirá una nueva posibilidad de
ponerle punto a final a la crisis e iniciar la reconstrucción paulatina del
país con mayores reservas de petróleo del planeta.
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